"Las Bodas Químicas 6"
-Primera Jornada VI-
No se puede entender qué es eso de la disolución de la Personalidad, si consideramos, erróneamente, que Personalidad y ego son una misma cosa. También debemos de entender que el ego no se puede dividir, del mismo modo que las partículas cuánticas tampoco se pueden.
La Personalidad, sin embargo, es una Entidad egregórica compuesta de diferentes y diversos egos individuales. Digamos que, para entendernos, la Personalidad vendría a ser algo así como una herramienta compleja y los egos serían los elementos que componen, entre todos, dicha herramienta.
La Personalidad puede dividirse en dos situaciones principalmente. La primera y más conocida es cuando se desectructura de forma accidental e inconsciente, por hábitos o malas conductas conduciendo a la Persona al borde de la locura. La segunda es la transitoria división que se produce en los egos al dejar pasar la energía procedente del Pleroma con el fin de despertar a la Chispa de Espíritu o capuyo de rosa que vive en nuestro interior.
En el primer caso, esa división forzada se produce por las luchas intestinas de los egos. Sí, esas quejas que vimos, en el anterior capítulo, donde unos decían que sus cadenas estaban más apretadas que las de los otros. Dentro de esas luchas intestinas, puede producirse que el egol líder sea depuesto por un golpe de estado y el nuevo líder, del mismo modo, le suceda lo mismo y así de forma encadenada, provocando que toda la Personalidad termine quedando fuera de control.
En el segundo caso, como veremos pronto, es una división controlada y producida por la información procedente del Pleroma, la Gnósis, que penetra por la puerta de entrada, tras haberle dado paso la Personalidad regida por el ego Christian Rosentkreutz. Esta información, aún procediendo de otro Mundo, en una Personalidad entrenada, penetra entre los diferentes egos, los cuales la reconocen y dejan que la Gnósis ilumine hasta su más profundo interior; pero recuerden, mis amigos, que estamos hablando de una Personalidad equilibrada y cuyo Líder, Christian Rosentkreutz, posee una autoridad y poder concensuados.
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"Al final, y tras sufrir este dolor durante largo tiempo, comportándonos como prisioneros ciegos, un buen día oímos el sonido de numerosas trompetas y el redoblar de tambores tocados con tal maestría que nos llenó de alegría y apaciguó nuestro penar. Mientras escuchábamos, en el techo de la torre se abrió una rendija, y por ella entró un poco de luz. Al momento, nos apelotonamos todos, moviéndonos de forma desordenada, de manera que el que antes estaba arriba, pasaba a estar abajo, y al revés. Yo tampoco me quedé quieto, y comencé a moverme entre mis compañeros a pesar de la cadena que arrastraba; logré trepar por una piedra, y también allí fui atacado, pero me defendí lo mejor que pude, ayudándome con mis pies y manos. Estábamos seguros de que nos iban a liberar, pero todo ocurrió de modo muy distinto al que pensábamos.
Los que nos vigilaban desde la grieta de la torre se divertían a nuestra costa, viéndonos apelotonados y oyendo nuestros lamentos, hasta que una vieja de pelo Cano nos ordenó callar. Cuando se hizo el silencio, dijo lo siguiente, si la memoria no me falla.
"Si los pobres humanos/ quisieran dejar de rebelarse/ recibirían grandes bienes/ de su verdadera madre./ Pero no quieren obedecer/ y, por lo tanto, persisten en su desgracia/ y continúan presos./ Pese a ello, su querida madre/ no les guarda rencor por su desobediencia/ y permite que sus valiosos bienes/ vean a menudo la luz,/ aunque raramente los alcancen/ para apreciarlos,/ pues serían tomados por fábulas./ Por ello, y en honor a la fiesta que hoy celebramos/ para que se le den las gracias,/ quiere realizar una buena obra./ Se bajará una cuerda,/ y quien se agarre a ella, quedará libre./"
Nada más terminar su discurso, la vieja ordenó a unos sirvientes que lanzarán siete veces una cuerda dentro de la torre y que luego la subieran con aquellos que hubiesen podido agarrarse a ella.
¡Dios mío!, ¡qué lástima no poder describir nuestra angustia, pues todos tratábamos de aferrarnos a la cuerda empujándonos unos a otros. Pasados siete minutos, sonó una campanilla y los criados subieron la cuerda con cuatro de nosotros agarrados a ella. En ese momento, yo estaba bastante lejos de poder alcanzarla, pues para mí desgracia, como ya he dicho, me encontraba subido a una piedra junto al muro, y desde ahí resultaba imposible agarrarse a la cuerda que bajaba por el centro de la torre."
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El estruendo de tambores y trompetas representa la manifestación de la Gnósis que inunda con su sonido la prisión en donde se encuentras los egos, incluido Christian Rosentkreutz, encadenados y disputándose, entre sí, el privilegio de poder ser elegidos para la Iniciación.
La rendija en lo alto de la torre y por dónde penetra la luz nos indica que el Microcosmos está siendo bañado por la fuerza electromagnética de la Gnósis que también es el origen de la música y del mensaje posterior de la Madre Sophía. Esa Luz de procedencia divina procura un poco, en principio, de calma entre los egos al rotados y deseosos de ser liberados; pero sucede justo lo contrario y el alboroto se convierte en desconcierto y descontrol, donde impera la Ley del más fuerte; pero Christian Rosentkreutz, aunque tiene que defender su posición, no desespera ni pierde la calma; es decir, sin esperar un milagro no pierde la esperanza, porque el comprende que no se trata de alguna broma y que si se lo ha llamado, aunque él no se sienta digno, entiende que habrá sido por algo.
Los que vigilan a través de la grieta, fuera de la Prisión del Microcósmos representado por la torre, no dejan de ser otros que los egregóricos arcontes que disfrutan con el pesar y sufrimiento de los egos desconcertados y a los que el pánico les hace pelear unos con otros por ver quién puede salir primero. La voz de la Señora mayor es el mensaje que transmite la Gnósis mediante la Madre Sophía, la Sabiduría.
Esa Cuerda que será echada al foso no es otra cosa que la Gnósis, la Metanoia del Pleroma, a la que los llamados deberán de asirse fuertemente para poder ser rescatados y llevados ante las pruebas de la Iniciación. Esto que sucede aquí no es más que el preámbulo del Vía Crucis que todavía les espera a los egos aún prisioneros.
El Mensaje procedente de Sophía les indica que están haciendo justo lo contrario de lo que deberían de realizar. Estàn todos enojados y en continua disputa, cuando deberían de encontrarse pacientemente expectantes ante la llegada de su turno. Les dice que no pierdan la Fe y que mantengan la esperanza, no realizando acciones de las que, seguro, deberán de arrepentirse. Por último manifiesta la intención de lanzar una escala de rescate para que los más intrépidos puedan ser rescatados.
Esa Cuerda, según se indica, será lanzada siete veces, siendo ese número significativo, dado que representa la divinidad. El 7 es el número de la perfección de Dios y eso es lo que la Gnósis manda al interior del Microcósmos con el fin de que los que han sido llamados puedan desprenderse del conjunto de la Personalidad, ya disgregada, para sufrir las definitivas pruebas de selección y que, como ya hemos dicho y veremos, solo quedará el narrador de éste relato; es decir, Christian Rosentkreutz.
Suena una campanilla, de nuevo tras siete significativos minutos; luego entendemos su procedencia divina y son cuatro los egos que logran agarrarse a la maroma, no incluyendo a nuestro Protagonista Narrador, significando el número 4 la materialidad por los cuatro elementos; es decir, la materia va a ser rescatada, al menos en su esencia, por la voluntad de Dios.
Dejamos a nuestro amigos Rosentkreutz subido a una piedra esperando que, en algún momento pueda llegarle su turno. El simbolismo de estar encaramado a una piedra es sutil, dado que aún encontrándose aún prisionero en la Torre del Microcósmos, ya no hace pie en el fondo, donde la fuerza de gravedad es mayor y ahora espera su turno para poder ser rescatado por la Luz de la Gnósis que representa la soga lanzada por nuestra anciana madre, la Naturaleza y cuyo nombre es Sabiduría.
Aralba Pensator Minister, Frater R+C