sábado, 31 de diciembre de 2011

KAOS QUÁNTICO, Libro III: Horizonte Quántico, Adiós vieja Tierra





*
Como todo tejido vivo, algún día la Tierra llegará a su vejez y muerte natural. El Hombre, por indolencia, se sigue aferrando al seno materno; pero tiene que reaccionar y elevarse hacia el Firmamento sino quiere pudrirse con la placenta que hasta ahora le venía alimentando.

Werner Von Brown (Convención de Astrofísicos Alemanes)

RUMBO AL ESPACIO

Adiós Vieja Tierra

 Atrás quedaba Megalópolis 13, una más entre las veinticinco cúpulas de hormigón, acero y aluminio transparente que aún permanecían en pie en lo que quedaba de Vieja Tierra.  El rojizo cielo del planeta así cómo la enorme esfera naranja que brillaba, mortecinamente, en aquél, nos hacía recordar tanto al Inspector Álvaro Rubio como a mí, lo equivocados que habían estado los científicos de pasadas épocas y que se dedicaban al estudio del Cosmos y del Espacio exterior.

Cuatro mil seiscientos millones de años llevaba la estrella conocida como Sol iluminando la oscuridad del firmamento como una vulgar y pequeña estrella amarilla. Aún le quedaban otros tantos años, decían, antes de que se transformara en una gigante roja para terminar su vida como una enana blanca que se fuera apagando muy, muy lentamente; pero no contaban, entre sus cálculos, con los principios del Caos descubiertos por el meteorólogo Lorentz a mediados del siglo XX; y mucho menos, que el equilibrio inestable que mantiene al Universo fuera quebrado por la energía utilizada en los viajes espaciales de la especie humana.

Era el comienzo del fin para Vieja Tierra; pero también había sido el principio del fin para el resto del Sistema Solar, para toda la Galaxia y para todo el Universo que se extiende hasta mucho más allá de la Gran Muralla. Cada treinta segundos, en algún lugar del mundo estrellado. se originaba alguna singularidad con el fin de abrir una brecha en el espaciotiempo que permitiera los vuelos hiperlumínicos.

El Gravitocar, en el que mi acompañante y yo nos dirigíamos a la plataforma de lanzamiento del trasbordador espacial, también disponía de una batería de duración ilimitada constituida por una singularidad cuántica encapsulada en un campo entrópico constituido por un superconductor refrigerado al cero absoluto. Millones de millones de vehículos similares circulaban por los planetas terraformados de cientos de sistemas estelares de multitud de galaxias.

Cientos de miles de aeronaves y cruceros espaciales utilizaban los gravitones para su navegación interplanetaria e intergaláctica. Mi propio holograbador, los cinturones emisores de campos de fuerza y hasta los mismos relojes de pulsera utilizaban diminutas células con distorsiones cuánticas para su funcionamiento.

Cuatro millones quinientos mil años terrestres le quedaban de vida útil a nuestra estrella amarilla; eso decían, pero nadie había contado con la contaminación gravito cuántica y de antimateria que la humanidad llevaría como terrorífico legado hasta los confines de la Gran Barrera. Ahora, nadie podía prever el auténtico tiempo que le quedaba a ese monstruo agonizante que se había tragado, en su expansión, a su hijo Mercurio y que estaba a punto de hacer lo propio con la diosa de la Belleza.

Todos sabíamos que no faltaba demasiado para que la corrosiva atmósfera de Venus fuese expulsada del planeta y éste engullido inexorablemente. Después le tocaría su turno a Vieja Tierra y después la Vida en Marte sería imposible. Todo volvería a ser helado e inmóvil cuando el gigante rojo se colapsara hasta adquirir un tamaño, tan diminuto para una estrella, como el de Vieja Tierra.

Atrás quedaban los oxidados pilares de hormigón enfermos de aluminosis. Las cúpulas meta cristalinas parecían enormes hongos harapientos cuyos cuerpos estaban inundados de una espesa capa de hollín. Al fondo, algunas nubes blanquecinas jugaban al escondite con el smog violeta que teñía inexorablemente una gran porción del cielo y que antaño fuera azulada.

El suelo terrestre más parecía un paisaje exportado del pasado de Marte, en dramático  concubinato, con el efecto invernadero del sulfuroso Venus. Piedras sobre escombros. Dunas de arena rojiza y quemada. Mucha arena cargada de radioactividad.  Rayos gamma atravesando la atmósfera en compañía de los asesinos ultravioletas. Extintos árboles petrificados, en unos casos y carbonizados en otros. Nada de hierba, nada de ríos mares o lagos, sólo ácido soledad y muerte.

Mientras el antiguo gravitocar proseguía su automático viaje. el Capitán Álvaro Rubio y yo, intercambiamos puntos de vista e información en relación con los hechos acontecidos en los últimos días.

–Capitán Romero, supongo que llegó a investigar la muerte del Teniente García ¿no es así?

–Humberto, por favor, llámame Humberto –Álvaro asintió con un gesto–, lo cierto es que su oficial se lo buscó.

–No me cabe la menor duda, José era una bellísima persona; pero comprendo que algo rudo, un poco cabezón y demasiado testarudo..., demasiao echao palante.

– ¿Chulo? –Intentó matizar Humberto.

El Inspector Rubio negó repetidamente con la cabeza.

–Ingenuo, diría yo querido amigo. Demasiado ingenuo e indisciplinado ya que, maldito sea –Su rostro se enfureció–, desobedeció las órdenes de que no siguiese con esta puta investigación; por cierto ¿llegó a transmitirle los datos referentes al Caso conocido como el Otro, el Beltrán’Jr ese.

–Te refieres a ¿Roberto Beltrán’Jr?. No, no del todo. Por lo menos directamente. De hecho, la información que poseo ha salido, exclusivamente, de los restos de la memoria holográfica de sus respectivos terminales informáticos.  Alguien se ocupó de borrar la información; pero por lo que parece, o no supo hacer el trabajo con la suficiente limpieza o simplemente no le dio tiempo, también te puedo confirmar que alguien ha sustraído pruebas, algún objeto, pero...no sé.

– ¿No me habrá investigado a mí? –Sonrió Álvaro mientras me interrogaba sin perder una pizca de ironía.

–No había motivo, colega, tan sólo la conversación que el teniente mantenía grabada cuando descubrieron el asesinato virtual. Usted me vendrá muy bien en la investigación. Además, no entendería que un miembro de la policía ¿sustrajese prueba alguna? –Sonreí maliciosamente.

–De tu, por favor –“Que pesado es este tío”, pensaría el inspector Rubio.

–Claro, claro..., tengo entendido que en las gigantescas espacio naves de la Flota Estelar existen salas holográficas de realidad virtual. Allí podremos continuar la investigación; además, me apetece volver a visitar al Insecto de Miniun Acarus Bacteri.

–Perdona... pero... – La duda se reflejó en el rostro de mi acompañante.

–Disculpa tú, pensaba que estarías al tanto.

–Hay muchas cosas que no entiendo y otras tantas que desconozco. Como ejemplo te diré ¿Porqué tenemos que hacer escala en Marte y en uno de los satélites de Júpiter?

–El Almirante Contreras es como un Padre para mí. Estoy convencido que después de mi ¿accidente? virtual, debió mandar estudiar, con detenimiento, la información contenida en mi holograbador personal y…

–Ya entiendo. ¿Alguna visita a posibles testigos?

–O posibles sospechosos de asesinato. Aparentemente, tan sólo son unas prostitutas de la “Intima”; pero nunca se sabe.  Además la distancia a efectos de comunicación entre las lunas de Júpiter y de la Tierra me distorsionan el periodo temporal de investigación. Necesitamos acercarnos más para que no les dé tiempo a preparar las respuestas. Necesito ver sus gestos cuando contesten. Hay ocho minutos en radiofrecuencias. Las frecuencias subespaciales sólo pueden utilizarse en el espacio intergaláctico por medio de repetidores cuánticos. Abrir una singularidad para las frecuencias subespaciales, dentro del Sistema Solar, supondría un caos absoluto.

–Comprendo Humberto.

–Ahora dígame – pasé a la ofensiva –, dime que te trae por aquí. ¿Qué interés tienes en acompañarme? – Puse una expresión severa. 

Álvaro Rubio pareció no extrañarse por la pregunta que le había hecho.

–José García, el Teniente García era mi sobrino. El único que tuve de mi hermana Luisa. Ella fue ingresada en un sanatorio – las lágrimas estuvieron a punto de escurrir por sus párpados –, los médicos no saben si saldrá de la conmoción que le aqueja. Si Luisa muere, habré perdido lo único que me quedaba de familia.

–Entiendo – Respondí, compartiendo su tristeza.

El enjuto inspector tosió levemente y se echó las manos a la boca para limpiarse algún cuajeron de sangre.
 
Las plataformas de lanzamiento de las lanzaderas espaciales habían cambiado muy poco en los últimos años; ya que la humanidad seguía dependiendo de los combustibles químicos para poner en órbita a sus navíos espaciales en Vieja Tierra, ya que los transportadores y teleyectores de materia no podían utilizarse en una atmósfera tan contaminada de radiaciones.

Otra de las incongruencias de la humanidad, pues se pensaba que los iones de gravitón podrían acelerar la destrucción de la capa de ozono del planeta.  Hoy, ya no existe la capa de ozono. El rojo Sol no permite que los gases de la atmósfera superior permanezcan atados a la gravedad del núcleo ferroso del planeta; pero ya se sabe, el hábito hace al monje y tantos años llevaban los humanos jodiendo la jodida capa gaseosa con los jodidos cohetes, que ya todo daba igual. La costumbre adquirida era lo importante, no el bienestar de los hombres. Aunque desde otro punto de vista, si los vehículos de gravitón fuesen utilizados para atravesar la atmósfera de Vieja Tierra, Dios sabe que podría ocurrir, a lo peor ya no tendríamos ni Tierra.

–Hemos llegado, amigo Humberto.

–No olvide ajustarse el cinturón – Previne.

–Claro, sin el campo de fuerza nos freiríamos en esta atmósfera radioactiva.

Las puertas de meta cristal polarizado se plegaron y pudimos bajar del viejo y mal cuidado gravitocar.

El cinturón consistía en un sensor unido por la hebilla a una pila cuántica que proporcionaba energía a un superconductor circular ubicado en la propia estructura del cinto. Al pulsar el sensor, se desplegaban dos campos magnéticos. Uno hacia lo alto cerrando el circuito con una especie de birrete por un lado y con las muñequeras de los guantes por otro. El segundo campo de fuerza se cerraba en unas pulseras situadas en las tobilleras de nuestras botas. 

El campo generado formaba una especie de jaula de faraday que aislaba todo lo que se encontraba bajo su cobertura, del inhóspito mundo exterior. Incluso era posible utilizarlos en el espacio exterior, por breves instantes, ya que el propio campo generado impedía el escape del oxigeno acumulado en su interior.

La enorme torre de lanzamiento daba servicio a los gigantescos Atlas de quinta generación. Dichos cohetes impulsarían a nuestro vehículo de transporte ínter orbital hasta una órbita media, en la que se encontraba atracada “La Buscadora”. Para ojos profanos, ver la gigantesca estructura del XLS de clase Viajero viene a ser como presenciar al antiguo Pájaro Azul vertical sobre sus toberas de reacción.

La estructura de titanio del XLS poseía memoria molecular controlada por diminutos nanobots. Dichos elementos impedían que su desnuda piel sucumbiese al roce de la atmósfera terrestre ya que los nanobots reparadores se ponían en funcionamiento en el instante que se detectaba algún tipo de daño por microscópico que fuera.

–Sujétese fuertemente al asiento, amigo Romero.

–Por la cuenta que me tiene, así lo haré – Realicé una mueca de desagrado.

Los potentes impulsores de la lanzadera rugieron ferozmente con la fuerza titánica de cientos de toneladas producidas por la ignición del queroseno y del oxigeno liquido. La terrible presión, tan sólo nos permitía pensar en nuestra propia supervivencia; pero durante un breve instante pude tener un recuerdo doloroso. Una amarga añoranza de lo que allí abajo dejábamos y de lo que otrora fuera un paraíso de agua y vegetación.

*

lunes, 26 de diciembre de 2011

KAOS QUÁNTICO, Libro III: Horizonte Quántico, Una Compañía Imprevista

Los Íncubos y Subcubos, no son demonios en el sentido religioso; sino nuestros gemelos, avatares y reflejos de otros mundos que quieren darnos placer y recibirlo de nosotros mismos.

Laura Estrella Luminosa (Arquetipo Avatar de Gestar)

Una Compañía Imprevista

 Después de dormir un rato, me incorporé y empecé a juguetear con el holograbador personal que tenía en la mesita de noche. Entonces, recordé que algo importante, en relación con la identificación de Laura, había omitido decir al Doctor.

La vestimenta de mi amada consistía, exclusivamente, en un mono ajustado de polímeros transparente; el cual, dejaba descubiertos a la visión, tanto sus redondos y hermosos senos como su pelirrojo y provocativo pubis.

Hace ya, algún siglo que otro, la humanidad descubrió lo efímero de la moda y la inutilidad de la hipocresía, hallando, por enésima vez la magnificente belleza del desnudo humano.  Yo solía llevar un mono color grafito, igualmente, de polímeros ignífugo. Esto, me daba la apariencia de un antiguo súper héroe de los cómics del siglo XX. No obstante, ya no había remedio. El Doctor y la Enfermera Ruiz hacía ya algún tiempo que habían marchado.

Ahora, que volvía a tener, entre mis manos el holograbador, recordé la cantidad de veces que este chisme había sido vital para el esclarecimiento de muchos de los enigmas que durante mi carrera profesional había investigado. Lo diferente que resultaba de los enojosos trajes de inmersión virtual. La invención de este aparto se remonta a la última década del siglo XX y comenzó a denominarse como ordenador portátil o “notebook” primero para pasar a llamarse libro electrónico después.

Es cierto que aquella antigua tecnología había quedado obsoleta; pero permitió a los seres humanos el dejar de talar los tan necesarios árboles, de los cuales conseguían, ¿Cómo se llama? ...La celulosa con la que, antaño, fabricaban el papel de los antiguos libros, revistas y diarios impresos. Mi libro electrónico difiere muy poco, en lo esencial, de aquellos primitivos microordenadores, ya que las principales actualizaciones de potencia y operatividad comenzaron a desarrollarse en aquella arcana época.

El diseño exterior es muy importante para que cada individuo pueda sentir un apego especial hacia su cacharro.  Unos parecen hologramas metalizados, cuyas portadas centellean con luminosas iridiscencias; otros como el mío, intentan recrear la estética de los primitivos libros, pareciendo un libro de cuero repujado y letras impresas en oro virtual.


Libro de trabajo del Capitán Humberto Romero.
 
Al abrir el holograbador, lo primero que llama la atención es que sólo posee, unos micro sensores que hacen la función de cursor y un pequeño pulsador rojo para el encendido así como dos pantallas de plasma de última generación. Una a cada lado, imitando sendas páginas de sus homónimos impresos.

Concretamente, el mío, está conectado ininterrumpidamente, por medio de radiofrecuencias subespaciales, con el Ordenador Central de la Federación de Galaxias Unidas; pero también permite, por medio de una pequeñísima abertura exterior, la inserción de micro cristales de holodiamante, cuya lectura se produce por el sistema de interferometría láser. Una vez introducido el microchip de memoria holográfica, el libro electrónico se transforma, automáticamente, en un lector inteligente de literatura o información temporal desechable.

Su manejo es tan simple como la utilización de los sensores de cursor en combinación con el micro pulsador rojo de puesta en marcha. Su desconexión es automática; pero si lo que deseo es transformarlo en el potentísimo Terminal informático virtual, que en realidad es;  tan sólo tengo que apretar, simultáneamente, el encendido y uno de los cursores. Entonces y sólo entonces. una de las pantallas de plasma se transforma en un utilitario teclado virtual que amplía, infinitamente, las posibilidades de detección integral de voz que ya trae de por sí este aparato. 

Empujando un pequeño micro ruptor que se encuentra disimulado estratégicamente, entre los pliegues del repujado polimeral, el lomo se desplaza, a modo de plumier,  descubriendo una cavidad que oculta unas pequeñas gafas plegables de cristal liquido auto graduable y que permite por medio de unos emisores y sensores de infrarrojos, la interacción virtual con el holograbador.  Para los individuos que, como yo, sentimos una terrorífica fobia a los trajes de caucho de navegación virtual, nos supone un alivio y descanso de tan incómodas y artificiosas prendas.

¿ Cuantas vidas arbóreas salvó lo que tengo entre mis manos? pero, lo que costó implantarlo a últimos del siglo XX, debido a los intereses transnacionales de las poderosas industrias papeleras.

–Querido Humberto, ¿Como te encuentras, hijo mío? –El Almirante Contreras, por fin, hizo aparición en mi cuarto; pero iba acompañado de alguien a quien tan sólo conocía por mis pesquisas virtuales.

–Veo que te encuentras como un roble – prosiguió –, te presento al Capitán de la policía local, Don Álvaro Rubio.

–Con Álvaro basta, Almirante – replicó aquel mientras nos saludábamos– muchas gracias.

–Encantado de conocerle en persona, Capitán Rubio.

Tras habernos estrechado las manos, el Almirante Contreras me propinó un abrazo y sus lágrimas escurrieron brillantes por sus rosadas mejillas.

–Temimos lo peor Humberto. No sabes lo contento que me encuentro de que todo haya pasado sin daño para tu persona. El Doctor Berenguer me ha explicado que te dará el alta en breve.

– ¿Saben quien ha intentado asesinarme? ...Señor.

–Deja ya lo de señor a un lado; además que caray,  todavía estás dado de baja – apostilló poniendo una expresión de enfado que adornaba, curiosamente, su vieja y arrugada cara.

–Por increíble y extraño que pueda parecer – intervino el inspector de policía Álvaro Rubio –, todo hace suponer que usted fue el asesino de mi subordinado el Teniente García,  cuando se encontraba en una investigación no autorizada y, usted mismo,  quien intentó acabar con la propia vida de usted.

Mi cara debió de ponerse blanca, pues me estremecí al escuchar las palabras que había pronunciado el inspector; pero más me extrañó el comprobar como el efecto que ocasionaban esas palabras en mi expresión, producían una abierta y permanente sonrisa en el Almirante Contreras. Lo curioso del caso era que los fonemas utilizados por el Inspector parecían ser sacados de una lata de conservas sin ningún ánimo de acusación o matiz despectivo.

–Tranquilícese, Capitán Romero. Todos sabemos que usted no pudo cometer los crímenes, aunque las pruebas, contra su persona, pudieran parecer irrefutables; pero lo cierto,  estimado colega, es que los humanos todavía no hemos logrado el poder, ubícuo, de estar físicamente en dos lugares al mismo tiempo, salvo virtualmente, claro está. Usted no pudo ser. Alguien debió de utilizar su imagen para implicarlo por oscuros motivos que aún no llegamos a vislumbrar.

–Ahora comprendo – interrumpí a mi interlocutor –, porqué me pareció ver reflejado mi propio rostro en el anticuado monitor de Roberto Beltrán’Jr “El Otro”– pensó en el hipotético seudónimo informático– y porqué me pareció volver a verlo cuando estaba realizando el amor con...

–Efectivamente – ahora fue el Almirante quien me interrumpió –, alguien está utilizando tu imagen virtual para intentar..., creemos implicarte en los asesinatos; pero ¿porqué?... No lo sabemos.


Por un instante, la imagen de Laura se me cruzó por la mente. ¿Seria ella quien utilizaba la Intima para cometer los asesinatos? Casi, no me cabía ninguna duda. No obstante, había muchas piezas del “puzzle” que no encajaban ¿ Porqué no me destruyó totalmente? Poder tenía para haberlo hecho. Sin embargo me dejó vivir y sobre todas las demás cuestiones, ¿Cual podría ser el móvil que uniese todos los asesinatos?  En definitiva, seguía sin saber nada de nada y lo peor de todo, la persona a quien yo más amaba, Laura, seguía siendo un enigma irresoluble en mi historia personal.

–Me supongo que mientras me encontraba en coma, habrán continuado las indagaciones por donde yo las dejara, pero yo les pregunto, Almirante y Capitán, les pregunto. ¿Alguna mujer ha podido ser la causante de estos sucesos?

–Extraña pregunta Capitán – contestó el Inspector Rubio con una dura y poco amigable expresión –, eso debería decírnoslo usted. Acaso ¿Duda usted de alguien a quien no quisiera incriminar?

–No. no… En absoluto, es que yo...

–Laura Estrella Luminosa – Mis pómulos se debieron de pigmentar de un blanco inmaculado cuando Pepe Contreras, mi Superior y Amigo pronunció el nombre de mi amada –, acaso ¿dudas de ella? 

La extrañeza se convirtió en una especie de shock emocional cuando intenté descubrir la posible relación que pudiera existir entre mi amada Laura y el Almirante.

–No debes preocuparte Humberto – Continuó contestando a mi terrible y sagrada duda–, la señorita Star Light pertenece al cuerpo especial de la policía secreta, encargada de la protección personal de la presidencia ínter federal. Yo mismo, indiqué que fuese ella la encargada de tu protección. Temíamos que pudieras sufrir un atentado, como realmente así ha sido.  Humberto, amigo mío, Laura es la persona más capaz de todo el servicio secreto para llevar a buen puerto misiones de un alto riesgo.

–Pero ¿Porqué Laura, porqué una mujer?

–Todavía Hoy, en pleno siglo XXIV, ¡tenemos discriminaciones sexistas? –interrogó, afirmando, el Capitán Rubio.

–No… Yo, es que... –Titubeé.

–Tranquilo Humberto, el Capitán y yo sabemos que éste no es el mejor momento para que digas las cosas que realmente sientes. Estás convaleciente – Me disculpó el Almirante.

–Tiene razón Señor, debe de tratarse de algo atávico e inherente a los genes masculinos de la raza humana, por tantos siglos de discriminación de género.

– ¿Cuándo podré conocer a Laura en persona? – Pregunté.

–Ya la ha conocido, estuvo aquí cuidando de usted y además no hace demasiado tiempo – Contestó a mi pregunta el Inspector Rubio.

–Pero, el Doctor Berenguer y la Enfermera Ruiz me dijeron que…

–Tranquilo Humberto, no se excite. Volverá a verla. El brillo de sus ojos le dicen a este anciano decrépito que se encuentra irremediablemente enamorado. Este amigo suyo también le dice que tiene usted una suerte infinita, golfete. Es correspondido, Laura me lo dijo. Pero también debes entender que la Agente Star Light se encuentra de incógnito en Vieja Tierra. ¿Cómo podrían saberlo un doctor y una simple enfermera; aunque como en éste caso, se trate de funcionarios militares del Hospital General de la Armada sideral?

–En cuanto le den el alta, se incorporará al servicio activo y viajará hasta el Sistema de Tau Ceti en compañía del Capitán Rubio.

– ¿A cuento de qué, Almirante?

–En el anillo orbital de Dyson que circunda una de las enanas marrones, se encuentran muy adelantadas las investigaciones sobre la máquina del tiempo y…

– ¿Máquina del tiempo? ¡Eso es imposible! – interrumpí.

–Si, máquina del tiempo, por imposible que parezca, no se extrañe – apuntó el inspector.

–Estamos convencidos – continuó el Almirante –, que algo relacionado, mejor dicho; alguien relacionado con esos trabajos es quien está cometiendo los asesinatos y quien pretende involucrarlo en dichos decesos por motivos que se nos escapan.

– ¿Se sospecha de alguien, en concreto? – Pregunté.

–Eso tendrá usted que averiguarlo, estamos en blanco.

–Con su ayuda, inspector Rubio, supongo ¿no es así? – Dirigí una mirada inquisitiva hacia mi igual.

–Si usted me lo permite, Capitán –Contestó.

–Quiero creer, que cuando entraste en esta estancia querías que te llamase Álvaro, ¿no es así?–Volví a preguntar.

–Por supuesto Humberto – Los tres nos echamos a reír.

– ¿De que modo viajaremos hasta la Estación de Tau Ceti, Almirante?

–Cogerán una Lanzadera con la que transbordarán hasta la Nave Insignia de la Federación “La Buscadora A”. Viajarán a velocidad sublumínica hasta más allá de la Esfera de Orth, habiendo hecho escala, previamente, en Marte y en Ganímedes o Europa. Ustedes decidirán. Una vez que hayan superado la nube de cometas, el Capitán de la Buscadora ordenará a su tripulación, abrir un agujero de gusano para crear un vórtice en el Espaciotiempo.  Esto les posibilitará el viaje prácticamente instantáneo hasta las proximidades de Tau Ceti.

–Enhorabuena, señores – continuó –, y que tengan un buen viaje. Con respecto a Laura Estrella Luminosa, amigos míos, nunca se encontrará muy lejos de ustedes para sacarlos de cualquier situación peligrosa; pero les ruego encarecidamente que no la busquen. Cuando llegue el momento apropiado, ella misma se dará a conocer.

*

jueves, 22 de diciembre de 2011

KAOS QUÁNTICO, Libro III: Horizonte Quántico, La Enfermera Fantasma

Todos necesitamos alguien fuerte a nuestro lado. Los hombres ahora lo saben. El mito del Hombre fuerte está superado. La mujer es el sexo completo de la Especie y quién más preparada está para sobrevivir ante la adversidad.

Almirante José Contreras (Gran Maestre de la Orden del Ánfora)

(Dimensión Alpha Omega)

La Enfermera Fantasma



– ¡Laura, Laura! ...¿Dónde estás Amada mía? No me dejes por favor.


–Está delirando Doctor.

–No tiene importancia, enfermera, es una reacción natural al tanque de recuperación y a la anestesia sinérgica. Nuestro ilustre paciente se repondrá, en su totalidad, en cuestión de muy pocas horas.

– ¿Dónde está la Enfermera Laura? – Desperté encontrándome acostado en el lecho de lo que parecía ser el Hospital General de la Armada Espacial.

–Ha estado delirando, Capitán Humberto; pero ya ha pasado todo, de verdad, el Doctor Pérez dice que ya está prácticamente recuperado – Hizo un gesto, señalando brevemente, con el índice de la mano derecha hacia su acompañante.

–Por favor, ¿Donde está Laura, Señorita?

–Cálmese Capitán, yo soy su médico – Me tomó la mano el Doctor– En éste Centro Médico no trabaja, que yo sepa, ninguna enfermera denominada con dicho nombre.

–Tiene razón el Doctor – Intervino la enfermera para corroborar las palabras de su superior.

–Pero… pero – tartamudeé –, yo la he visto, se lo aseguro.

–Hace tan sólo un instante estuvo aquí acariciándome el cabello y enjugando mi abundante sudor con un suave pañuelo.

–Es natural, querido amigo – intervino el médico –, que en el estado de shock en el que usted se encontraba, haya podido tener alguna ilusión o ensoñación.

–Se lo juro Doctor, era absolutamente real – Reafirmé mis palabras anteriores, llegando al punto de casi gritar.
 
–No lo dudamos Capitán; pero ahora debe usted descansar.

–Luego hablaremos; mientras tanto, Señorita Ruiz –miró taxativamente a la bella auxiliar –, vaya a recepción e intente descubrir si alguna mujer ha entrado en éste hospital y en ésta estancia.

– ¿Que características físicas tiene su…  ¿Cómo se llama?   ¡Laura! – me interrogó el Doctor, dirigiendo su inquisidora mirada hacia mi echada persona– ¡Escuche Enfermera!

–Es bellísima, perdone usted, Señorita.

–No, no, por favor, No tiene importancia ¡Debe usted quererla muchísimo?

–Creo que sí.

–Díganos – continuó el Doctor con cierta impaciencia – ¿Cómo es de estatura, su color de pelo, forma de su cara?, que sé yo.

–Perdonen ustedes, comprendo que su tiempo es muy valioso. Laura tiene la cara finamente ovalada y sus ojos son de un verde más brillante que las esmeraldas. Su cabellera es de un raro color rojizo que pudiera parecer teñido; pero ella me confirmó que dicho tono era absolutamente natural consecuencia, quizá, de alguna mutación genética familiar.

–A pesar de su estatura – continué –, entre uno sesenta y cinco y uno sesenta y ocho, su inusual delgadez la hace parecer mucho más alta. Sobre todo cuando se la observa desde la lejanía. Sus brazos y piernas se encuentran perfectamente torneados y tanto su pronunciado busto, como sus caderas contrastan con lo estilizado del resto de su figura.

–No sé, su nariz, su boca, Capitán intente describir sus facciones.

–Doctor, ciertamente, no sabría expresar tamaña belleza con palabras. Viene a ser algo así como el reflejo de un alma pura y cristalina. La perfección más elevada que pudiera yo imaginar; pero sin llegar a la frialdad marmórea de esas expresiones insípidas de las pasarelas de la Holovisión... Una nariz pequeña, un poco acaballada, que le concede un cierto grado de personalidad. Sus labios son carnosos pero menudos.  Su dentadura es como una hilera de perlas de un blanco inmaculado y la profundidad de su mirada pareciera no ser de éste Mundo.

–Creo que con estos datos ya tenemos suficiente. Vayamos fuera Señorita. A usted, Capitán Romero, le conviene descansar. Intentaremos encontrar a esa Laura; pero considere,  igualmente, lo que le comenté anteriormente. Su Laura podría,  muy bien, ser una obsesión del estado de delirio por el que ha pasado – habló en voz baja dirigiéndose a la enfermera –, parece que todavía no se le ha pasado del todo el efecto sinérgico. Vaya parrafada estilo Shakespeare.

–No he dejado de tenerlo en cuenta Doctor, muchas gracias por su preocupación –dije aparentando no haber escuchado.

– ¡Ah! ...Otra cosa Capitán. El Almirante Contreras viene hacia aquí para preocuparse por su salud. Ya le he comentado que su situación se encuentra estabilizada. Parece apreciarle mucho.

–El bueno de Pepe.–El doctor puso cara de asombro cuando mencioné, con tanta familiaridad, el nombre de mi Superior y Padrino; pero tan sólo fue un brevísimo gesto en un más breve instante 

- luego nos veremos Capitán – El médico salió por la puerta,  siguiendo los pasos de la enfermera Ruiz.

*

sábado, 17 de diciembre de 2011

KAOS QUÁNTICO, Libro III: Horizonte Quántico, El Legado de los Dioses

Los Habitantes de los Mundos piensan que son dueños, ya no de sus destinos, sino de su Conocimiento, Habilidades y Descubrimientos. Es cierto que poseen las herramientas necesarias para realizar las Obras que se les ordena realizar por medio de la Intuición; pero lejos de ello está, que la materia inerte descubra y estudie sobre su propia composición. Las Obras de los Ciudadanos, tan solo demuestran que son imagen de Seres Humanos en formación.

Humberto Romero (Coronel de la Policía de Info Red)

(Escrito en Alpha Omega y Leido en una Infinitud de Universos Paralelos)

El Legado de los dioses

–iEih, eih! ...¿Hay alguien ahí?

–Esperado investigador, si has llegado hasta aquí es porque os encontráis preparado para descifrar el resto del presente legado y porque la propia raza humana está preparada para actuar en contra de su cercana extinción.  No os asustéis por las palabras que vienen a continuación; ni mucho menos, me toméis por una divinidad o algo parecido. Tan solo soy un ser humano que intenta evitar el gran cataclismo que en mi presente, vuestro futuro, se avecina.

Después de lo que os habrá costado descifrar el criptograma con el que se encontraba velado este escrito, os extrañará, en sobremanera, haber hallado en él tan solo un cuento de hadas o un relato de pura ficción. Si continuáis con vuestro estudio, os daréis cuenta de que eso no es así y por el contrario, daréis con la solución de los muchos enigmas que están contemplados en este relato histórico y en todas aquellas cosas y circunstancias que lo rodean.

Desde una colonia orbital de la estrella Tau Ceti, conocida como Atlantis, envié por mediación de una rudimentaria máquina del tiempo, el manuscrito que tienes entre manos y los dos manuales que le acompañan, hacia el pasado. El Ordenador – Una Máquina Inteligente– calculó las coordenadas del espacio y del tiempo para que un ánfora de titanio con memoria molecular cayera sobre algún punto de la Antigua Tierra, nuestro planeta de origen. La precisión temporal, aún en nuestro siglo XXV de la presente Era, es bastante reducida, por lo que entendí que lo mejor para la humanidad sería que el ánfora, con su valioso contenido, fuese enviado muy atrás en el tiempo con la intención de posibilitarle su encuentro con una civilización humana que fuese capaz de descifrar su mensaje y de construir la puerta temporal que permitiera el tránsito –Indistinto– de un tiempo a otro.

El ánfora está preparada para soportar los mayores rigores geológicos, en su viaje temporal. Solo el contacto con el ADN, código genético humano, podrá producir la apertura automática del receptáculo. Uno de los escritos que se encuentran en su interior, éste que ahora lees, es la historia futura que os permitirá comprender el porqué de mis exigencias, justas exigencias, y el porqué es necesario que se alce una especie de Orden Secreta con la intención de proteger estos escritos, durante los siglos que posiblemente transcurran, hasta que lleguen a ser de alguna utilidad para vosotros.

Los otros dos documentos, todos en polímero incombustible, son libros técnicos. Uno os servirá para conseguir los medios económicos suficientes que os permita sufragar los enormes gastos, que intuyo, de tan magna empresa; por medio de un método tan simple como es el de transformar los metales innobles en oro. Esta técnica fue desarrollada, lo será mejor dicho, a partir del siglo XXII, en el instante en que toda la Ciencia física de los siglos pasados se desmorone, comprobándose la terrible sencillez de los gluones, sustancia que une las partículas subatómicas que conforman cualquier tipo de materia.

Fue paradójico que ocurriese con este hecho, lo mismo que sucedió en mi pasado con el descubrimiento del vuelo con ala delta. “La humanidad descubrirá el vuelo, en vuestro futuro, y conquistará muchos planetas que ahora son para vosotros tan solo puntos de luz en el firmamento estrellado” .

El ala delta y otros planeadores fueron desarrollados por la humanidad después de haber inventado aparatos que utilizaban una fuerza externa generada por medios mecánicos – motores– para poder despegar del suelo, mantenerse, maniobrar y desplazarse a través del aire. Por enésima vez, la humanidad descubrió antes lo difícil que lo sencillo.

Así sucedió, igualmente – Perdonarme que os hable en pasado– con la transmutación de los metales y otras materias. En el siglo XX se pusieron de moda unos aparatos superconductores de electromagnetismo denominados como aceleradores de partículas y cuyas exageradas dimensiones eran enormes – cientos de kilómetros de circunferencia –, que permitían acelerar partículas atómicas primero, para hacerlas colisionar después; de este modo, conseguían dividir los átomos en partículas más pequeñas conocidas como subatómicas. Estas partículas, después, se podían unir a modo de arcilla dando lugar a otras moléculas diferentes, algunas inexistentes en nuestro presente universo como pueden ser los átomos de antimateria.

Se había conseguido, por fin, la transmutación de la materia; pero esta técnica, no sirvió en la práctica, ya que los costos de producción superaban con creces al valor intrínseco del oro. Una cosa es cierta, se habían sentado las bases para desarrollar una técnica, no tecnológica, tan simple como desconcertante. La Alquimia metalúrgica era posible.  En el siglo XXII, casi por casualidad y por aficionados, se descubrió que una laboriosa técnica casera, con medios absolutamente naturales y rudimentarios era capaz de modificar la estructura molecular de diferentes minerales metalúrgicos.  Esta técnica es la que os remito adjunto a esta introducción; ya que entiendo – permitirme que bromee– que en vuestra época no existirán, aún, los también denominados como súper sincrociclotrones.

El otro manual permitirá, no a vosotros, sino a vuestros descendientes del ya avanzado siglo XXI, la construcción de la ya mencionada como puerta temporal. Máquina del Tiempo que pueda ser detectada por nuestros "scaners" temporales del futuro y que haga posible el tránsito mutuo entre nuestros diferentes universos temporales. Ha llegado el momento, querido lector, en que os preguntaréis: ¿Porque no has venido tú, o alguno de los tuyos, en lugar de enviarnos una extraña ánfora con unos manuales técnicos, aún más difíciles de comprender?

En mi presente, la máquina del tiempo está en proceso de investigación a partir de los replicadores de objetos, de alimentos y de los transportadores moleculares que se utilizan por las gigantescas naves de la Federación de Galaxias Unidas.

Pues bien, a pesar de que teóricamente se supone que puede enviar objetos o animales hacia el pasado o hacia el futuro, esto no ha podido comprobarse fehacientemente. La máquina del tiempo, hoy, sigue siendo una hipótesis de los teóricos. No puedo arriesgarme a enviar hacia el pasado a ningún ser humano, pues sigue existiendo la posibilidad de una desintegración molecular sin retorno, o una pérdida del espíritu.

Es necesario un receptor adecuado o puerta teleyectora. Enviar, con el supuesto navegante la tecnología necesaria, supone un riesgo añadido de ilimitada importancia, pues se podría interferir con las civilizaciones que no estuviesen capacitadas tecnológicamente ni preparadas moralmente para asimilar algo a lo que ellos denominarían como mágico o divino. 

Tú, sin embargo, querido lector, has tenido que descifrar primero, con la ayuda de tus ascendientes, un Enigma. Eso nos permite suponer que, por lo menos, algunos de vosotros estaréis preparados para asumir las consecuencias del presente choque cultural. La tecnología que os adjuntamos, no obstante, no podréis desarrollarla, por falta de medios, hasta que se inventen los microprocesadores cuánticos de silicio y argon. Posiblemente, desconocido lector, no sepas a que me estoy refiriendo; pero no tiene importancia. Déjalo…

El porqué de todo esto es tan simple como que. Si no intervenimos, el Universo se colapsará en lo que en mi actualidad conocemos como Big Crunch debido a la imparable, inconsciente y loca contaminación cuántica producida por la vieja tecnología humana. La Ciencia que permitió la fisión y fusión nuclear primero, la utilización de la antimateria después y,  como consecuencia lógica, el descubrimiento de los enigmáticos gravitones, capaces de dar lugar a diversas distorsiones cuánticas, fue iniciada a últimos del siglo XX.

Este cambio drástico, de la física, originó la posibilidad, por parte de la raza humana de colonizar el Universo conocido hasta la Gran Barrera – Gran Atractor – y transformar todo su entorno cósmico. Esa intervención, construyendo singularidades en el hiperespacio, agujeros de gusano en las inmediaciones de súper cuerdas y agujeros negros, introdujo una constante caótica en el inestable equilibrio estelar. Como consecuencia de todo lo hasta aquí  mencionado, atento lector, el hipotéticamente lejano Big Crunch se ha acelerado y según los cálculos más precisos, se encuentra a punto de comenzar.

¿Que supone eso?

Te lo dije al principio. y siento hacerte partícipe de tan terrible responsabilidad. Es el fin del Tiempo de la Humanidad y, por lo tanto, de la Inteligencia en el Universo.  Ya no habrá más Universo. Puedo evitarlo, con tu ayuda, si somos capaces de intervenir en los más altos foros científicos y hacer que las tecnologías culpables no se desarrollen.

Querido buscador, perdona que no me haya presentado,  aunque por lo leído hasta aquí puedes suponer quien soy.  Humberto Romero, Coronel en activo de la policía virtual,  dependiente del consejo de planetas de la flota estelar. Actúo a motu propio y en solitario; ya que, de otra manera, todo podría irse al traste. De hecho, ya intentaron asesinarme,  como has podido comprender.

El virus que me implantó el Consejo de Gestar se ha activado. Laura Estrella Luminosa, mi Amor, suplementó la información que ya poseía. Ella y el Consejo de Gestar, parecen ser una sola cosa. Me salvaron la vida cuando creía que eran los responsables del colapso de mis funciones vitales. Ahora, Laura me busca por motivos mucho más siniestros. Parece haberse olvidado de nuestro Amor. Por el bien de todos, dice, tiene que eliminarme. Quizá tenga razón y sea lo mejor para todos, aunque no llego a entender el auténtico motivo; pero hasta que llegue ese instante, querido lector, espero terminar con mi trabajo.

Pero retrocedamos en el tiempo intelectual. Lo que a continuación viene es el resto de la historia.

*

martes, 13 de diciembre de 2011

KAOS QUÁNTICO, Libro III: Horizonte Quántico, Adiós neblinoso Gestar

De vez en cuando algún Avatar desciende al Mundo de las personas para recuperar a su otra parte, que también es un Arquetipo indestructible; pero aprovecha su estancia en los universos de la Materia para dejar su Luz. Luz que deberá ser seguida por los Despiertos. Aquellos cuyas consciencias les dictan que deben de abandonar el personaje, o los personajes que interpretan para convertirse en lo que serán eternamente: Hombres.

El Neblinoso Gestar (Crónicas)


(Dimensión– Alpha Omega)


El ANGEL GUARDIÁN Y EL ARBOL DEL CONOCIMIENTO


Adiós Neblinoso Gestar


–Pequeña Buscadora, hemos tenido que adelantar nuestro plan de intervención temporal; pero debéis tener cuidado de no daros a conocer antes de tiempo. También debéis tener presente una cosa: La unidad biológica “Humberto” deberá ser destruida, una vez que hayáis terminado con vuestro sagrado cometido.

–Pero ¿No hay algún modo para que preservemos su existencia? ¡Gran Consejo de Gestar!

–El mal está ya hecho, mis queridos Pequeña Buscadora. La información que hemos logrado introducir en su cerebro material está debidamente protegida por un ente vírico primordial; pero debéis saber que Humberto se extrañará de saber cosas que jamás ha estudiado y así dudará. Ser prudente, Laura, pequeña exploradora.

– ¿Nos denomináis en singular, Neblinoso Consejo?

–Te nombramos como a un individuo, Pequeña Buscadora, para que te vayas acostumbrando a, ésta, tu nueva situación.  Parte de ti, una parte muy importante de Pequeña Buscadora, permanecerá con nosotros; pero otra, al igual que sucede con los humanos, deberá aclimatarse a su Mundo y a sus modos y maneras de comportamiento. El futuro de la Inteligencia está en vuestras manos, Sonda Exploradora.

–Yo, Laura Estrella Luminosa estaré en permanente contacto con el Supremo Consejo...

–Eso no será posible, Pequeña Buscadora. Los instintos del simbionte femenino que has decidido utilizar irán adueñándose, paulatinamente, de tus sentimientos primero y de todo tu Ser después. Sabemos que tu misión “Salvaguardar la Inteligencia Estelar” es algo tremendamente peligroso pero necesario.

–Pero, pequeña Laura Estrella Luminosa. Haced vuestro trabajo conduciéndoos con paso firme y seguro; pero rápido. ¿Nos habéis escuchado?... ¡Rápido!, antes de que vuestra prestada personalidad biológica tome el control absoluto. Si esto sucediese, Pequeña Buscadora, os encontraréis perdida y olvidaréis vuestra consciencia de Gestar, como antaño sucediera con la Inteligencia Humana.

–Ya he tomado un cuerpo humanoide y, sin embargo, sigo pudiendo comunicarme con vosotros. Gran Consejo, no veo peligro alguno.

–Con estas últimas palabras, demuestras la confirmación de nuestro temor. Estás perdiendo la consciencia del peligro que te acecha. Pequeña nuestra, tu ya no posees un vínculo permanente con nosotros. Además, ese nexo de unión no desaparecerá de un modo repentino; si no que lo hará progresivamente. Si esa unión hubiese sido tan fuerte como cuando tú eras nosotros, serías consciente de lo que te decimos. Nosotros, por nuestra limitada omnipotencia, lo hemos sentido en presente; pero ese celestial poder ya no te acompaña. Permanecerás bajo nuestra protección por un cierto tiempo, mientras podamos sujetarte; pero después quedarás a merced de los vaivenes producidos por los pliegues del discontinuo espacio temporal y en el que ahora mismo os encontráis.

– ¿Que deberé realizar para poder regresar al Neblinoso Gestar?

– ¿Os dais cuenta, querida niña? el tiempo ha empezado a correr para ti. Hace uno de tus instantes, sabías cual era el único medio para poder regresar y sin embargo, ahora no eres capaz de recordarlo. Lo que ahora os digamos, Pequeña Laura, ya no tiene importancia pues, indefectiblemente, llegaréis a olvidarlo.

–Entonces ¿Cómo podré saber cual es la misión que tendré que realizar, cuando deberé de actuar y...?

–Vosotros, Pequeña Buscadora. Nosotros el Soberano y Supremo Consejo de Gestar, donde el éxtasis radica, al igual que hicimos con el Capitán Humberto Romero, hemos hecho con Laura Estrella Luminosa. En su debido momento sabrás lo que tendrás que hacer para llevar a buen término nuestra sagrada misión.

–Entonces. ...Bueno, yo. ...¿Seré una simple humana?

–No, querida Laura, sin embargo casi, casi... Seréis una especie de Avatar, Profeta o Mensajero para vuestro amado Humberto. En todo instante seréis consciente de que es vuestro protegido y que hasta la vida deberéis de dar por su persona; al menos, mientras no se haya cumplido fielmente el objetivo.  Después...

–Deberá morir ¿Verdad?

–Contemplamos como la humanidad de vuestro simbionte biológico va tomando fuerza sobre vuestra Entidad Original.  Efectivamente, tendréis que transitarlo por su propio bien, por tu propia seguridad y porque es absolutamente necesario, tanto para la humanidad como para tu hogar, el Neblinoso Gestar. Deberás luchar contra los sentimientos humanos.

–Entiendo con eso, Sagrado Consejo, que ¿solo con la inmolación podré regresar indemne a vuestro lado? 

–Lo habéis comprendido perfectamente, Laura Estrella Luminosa. Tan sólo lo que los humanos denominan erróneamente como muerte es capaz de liberar al Espíritu que mora en sus órganos mortales; pero sólo una muerte querida y consciente sirve como puente o transición hacia la Morada perdida. La vejez de la materia suele destruir, en muchos casos. el vínculo que nos une. Los accidentes, del mismo modo, impiden que el Ser pueda viajar más allá de los pozos gravito cuánticos producidos por los pliegues del espaciotiempo. Una de las frases favoritas de los místicos humanos decía que tan sólo los valientes podrán tomar el Mundo Original por asalto. Sólo la muerte en contienda, o la auto inmolación podrá traeros de vuelta al Continuo Atemporal de Gestar.

–Pero... ¿El asesinato?

–Humberto Romero deberá luchar contra ti y tú deberás traerlo con nosotros. Conocemos perfectamente a la raza humana y tu Capitán no es de los que se suicidan. Podríamos haberle implantado dicha orden en su cerebro; pero tan sólo habría servido para inutilizar la herramienta que en estos momentos nos es tan necesaria. Laura, de haber actuado así, tu Amor,  enloquecido, se habría vuelto inservible para poder continuar en su presente vida. Esa extraña orden, no podría vibrar en resonancia con su programa genético original y entraría en un bucle de prioridades donde éstas se anularían entre sí. No existe otra solución, Pequeña Buscadora, Tendrás que interrumpir su lazo de unión con la Vida Espaciotemporal.  cuando llegue el mommmeeennntttoooo; miennnttrraaassss taaannnnttoooo. debbbeeerraaaassss pprrrooooteeegeeerleee.

–Os oigo lejanos. ...¡entonces le perderé?

–Eso, Pequeña Laura, sólo depende de vosotros dooossss…

*