miércoles, 31 de agosto de 2011

KAOS QUÁNTICO, Libro II: Conspiración, Teatro Estelar

La Vida es un Teatro interpretado por dos tipos de Actores. Unos cuantos son Reales, el resto son espejismos virtuales que han aprendido a creerse los auténticos.

Bifredo de Albany (Arquetipo)

(Dimensión Gaia 1963 d.c.)

Teatro Estelar



La niñez de Laura Estrella-Luminosa, Laura Star-Light, transcurrió en el pequeño pueblo que la vio nacer, rodeada de granjas y donde todavía, no muy lejos se podían vislumbrar los rescoldos de los antiguos campos de algodón que dieran poder y dinero a los terratenientes blancos a costa del trabajo no remunerado de los esclavos negros, traídos en tiempos, desde el continente del otro lado del Atlántico.
En muchas ocasiones, al salir de la escuela dominical de la Iglesia Metodista, solía dirigirse en compañía de sus Padres y hermanos hacia la orilla del río Oconee, cuyo nombre recuerda a sus vecinos humanos que esas tierras, antaño, pertenecieron a las tribus indígenas que fueron expulsadas ante el imparable avance de los extranjeros colonos.
La personalidad de este espíritu cósmico fue educada en la más férrea disciplina del fundamentalismo protestante; creando a posteriori, en ella, una feroz lucha interna entre lo que su interior sentía como bien y lo que su impuesta programación le decía. Quizá a consecuencia de lo aludido, ella no entendía el aliciente que su Padre y alguno de sus hermanos sentían hacia la pesca o la menos practicable caza; pero lo cierto es que su espíritu alegre florecía en cuanto su delicado cuerpo chapoteaba en las tibias aguas que la acogían ruidosamente en su seno y que en aquel entonces, años cincuenta y primeros de los sesenta, aún permanecían ajenas a la contaminación actual.
La niña gustaba de organizar a sus amiguitos, erigiéndose en jefe absoluta de su pandilla, constituida en su mayoría por varones; pero cuando su vena solitaria la llamaba imperiosamente, se refugiaba en la granja de unos amigos de sus Padres y daba de comer, canturreando el conocido pitas, pitas..., a las gallinas o restregaba los amargos en el morro de los conejos, cuando no jugaba, correteando, con el perro canela que resguardaba a los animales que allí habitaban de las incursiones de hurones, zorros y comadrejas.
Todavía, su infantil mente, era incapaz de comprender las expresiones racistas que se cruzaban entre los habitantes del pueblo, rememorando los tiempos de sus abuelos y Padres que habían luchado en la cruenta guerra de secesión y menos, todavía, que en ciudades más grandes, no lejanas, los blancos se organizaran refugiados en el anonimato de unas blancas sábanas y adornaran sus cabezas con un enigmático capirote para atemorizar y atentar contra sus hermanos de color.
Tolerancia, palabra cuyo significado no comprendería hasta pasados unos años, cuando la adolescencia empieza a moldear la personalidad de sus propietarios. Todos estos sentimientos se agolpaban e iban introduciéndose dentro de su joven mente y quedando marcados de manera indeleble, confiriéndole con el tiempo, esa mirada entre melancólica y risueña que la llevaría a los altares de la fama.
Todo había sido organizado en los confines del Universo, en Gestar, fuera del Espaciotiempo conocido cuando una Entidad innominable e innominada fue encerrada en esta cárcel hospitalaria a la que conocemos con el nombre de planeta Tierra, a donde venimos a purgar nuestra enfermedad original, y en la que permanecemos confinados para no perjudicar al Universo Primigenio, el cual se mantiene intacto y libre de cualquier contaminación o intromisión de carácter negativo pues se protegió del segundo Big-bang provocado por una paradoja en el espacio-tiempo y a la que los teólogos han venido a denominar erróneamente como Pecado Original de la Humanidad.
Pero esta Entidad, que antes aún no se encontraba dividida, no vino a este pequeño planeta azul por los motivos correctores ya expuestos sino como avatar o enviado de los dioses, para poder ayudar a la humanidad a encontrar el camino de regreso y comunicar a sus hermanos caídos que existe una legión de ángeles que mantienen sus amorosas manos extendidas esperando que nos acojamos a ellas para con un último impulso de regeneración fortalecer y reforzar los pilares de la dramatúrgica creación, tras la inevitable y previa sanación necesaria.
Desgraciadamente, para la célula espiritual, no existe posibilidad de acceso a este plano de existencia, que es de naturaleza dialéctica, de un modo completo e integro, debiendo desdoblarse en sus dos polaridades que se mantienen unidas en los planos internos. Otro de los desgraciados inconvenientes que tiene, intrínseca, la materialización es que la memoria consciente en este plano queda anulada completamente y manteniéndose ubicada en el lugar de morada del espíritu, en su plenitud, reflejándose en la cotidianeidad como una especie de deja vu o memoria inconsciente.
Hace tantos eones que la Entidad a la que pertenece Laura Estrella-Luminosa bajó a esta morada de pesares y mortandad como tiempo hace que su gemelo, el Caballero de Albany, sufre las mismas circunstancias para intentar encauzar, de una forma correcta, el luctuoso camino que mantiene, tozudamente, la humanidad hacia la autodestrucción; pero ciertamente, logrará algún día, en alguna vida, conseguir sus loables propósitos cerrando el circulo que conforma el camino que, hace ya tanto tiempo, emprendieron en un sacrificio eterno e indecible en favor de sus hermanos caídos.



Así como en las diversas encarnaciones, siguiendo un ciclo bien definido, se van turnando las dos personalidades en la adquisición de una polaridad diferente; es decir, la parte que en un momento determinado es varón, en la siguiente deberá convertirse, inexorablemente, en hembra; pasándole a su mellizo exactamente lo mismo pero a la inversa. Esto es una ley natural; pero también es cierto que la fuerte marea producida por la vida de la dualidad, con el transcurrir de las edades, va distanciando tanto en el tiempo como en el espacio, la materia receptáculo de las dos polaridades que conforman la Entidad Espiritual aludida; siendo por esta razón, que en numerosas ocasiones. El caso de Laura y Bifredo puede servir de ejemplo. Una de las naturalezas permanece en los planos de la antimateria y raramente suele coincidir con su otra parte. Cuando una de ellas materializa, suele hacerlo movida por las leyes del azar, que existen, separada por una gran distancia y con algunos años de diferencia de su Alma Gemela, pudiendo ser aquella, tan enorme como el espacio que separa el hielo del Ártico del continente Antártico.
Lo cierto es, que el fin último de su trabajo sólo pueden realizarlo estando unidos como en el caso del Hermano Cagliostro y su amada Serafina.
Es sólo entonces que el sagrado sacrificio realizado no será baldío y dará buen fruto, siendo por este motivo que la memoria inconsciente incita a dichas partes a encontrarse y unirse, siendo esto posible por medio de la consecución de la fama y la popularidad. En estos Seres, como son Laura y Bifredo, Caballero de Albany, este móvil no lleva consigo ningún tipo de vanidad o afán de poder como fin último sino el ya mencionado de intentar, en un último y angustioso esfuerzo, reconocerse entre ellos y posteriormente, como hemos dicho, encontrarse a pesar de sus diferentes situaciones sociales o de lenguaje ya inherentes desde la mítica época de Babel. 
Este intento es siempre doloroso y requiere de un desgaste tremendo de energía, siendo así que el Espíritu único que dirige sus personalidades o medias almas desequilibra la balanza en uno de sus platillos para que la más favorecida consiga el propósito de darse a conocer a la generalidad de los medios de comunicación, artísticos u otros. Solo entonces, es cuando esta alma puede ser reconocida por su otra parte, caída en desgracia,  ya que muy posiblemente mantendrá una existencia vulgar y anodina en los ámbitos de poder o de reconocimiento social por parte de sus conciudadanos; pero que sin embargo, mantendrá un nivel mucho más elevado de conciencia, pues en él recaerá la responsabilidad de identificar a su parte cercenada.
Tristemente, a través de las existencias, se producen diversos accidentes, al estar convencida una o las dos partes, de que han encontrado a su media naranja, al pensar que ésta, su complementaria, debe nacer en un lugar cercano, en espacio, como en tiempo, al de su propio origen, poseer unos niveles sociales o de poder similares, mantener inquietudes y gustos parecidos; pero sin embargo nada más lejos de eso. 
Sólo cuando la parte famosa es capaz de comprender el funcionamiento de la Ley de Compensación, es posible que reconozca que el loco que la persigue y que se encuentra sumido en el más miserable fango de la existencia humana, está de este modo en beneficio de ella misma; pero esto también puede ser un error de bulto, que pueda llevar a la personalidad a su irremediable caída en los brazos de cualquier desaprensivo; como le sucediera,  en su momento, a Rita Haywort. Siendo por este motivo que, debemos ser cautelosos para no caer en los lóbregos pozos de la drogadicción y el vicio, que no son más que olvidaderos del alma humana.
Ese sentimiento interrogativo de ¿Qué hago yo aquí?, ¿Que me he dejado en el otro lado?, ¿Me ha llamado alguien? O la sensación de que el círculo está próximo a cerrarse, permanece hasta el fin de sus días, o hasta el definitivo encuentro; que de realizarse, deberá ser limpio y sin mácula.
Llegado este reconocimiento mutuo, no importará la separación física ni en espacio ni en tiempo ya que habrán logrado engarzar, en este plano, los eslabones de la cadena o cordón de oro diamante que invisiblemente debía de unirles.
Kimberly, nacida antes en una familia acomodada, tres años concretamente, y regida por las influencias del Sol en Sagitario, el Caballero de Albany regidos sus actos por la constelación de los Gemelos, siendo ellos los únicos que entienden al centauro al encontrarse en las antípodas del zodiaco y, por tanto, ser dos caras de la misma moneda; pero la actriz deberá ser capaz de comprender que su príncipe azul está vivo aunque no es más que una miserable rana que deberá ensuciar su bellísimo cuerpo con el lodo de la charca, en la que permanece el miserable anfibio, y acoger a éste en sus delicadas manos, para con un esfuerzo de sagrada renunciación, incitado por el auténtico amor que les une en los planos sutiles, darle un  cálido beso en su fétida boca para así transformar a la pequeña bestia en el auténtico príncipe celestial que realmente es. 
Tan sólo entonces habrán conseguido comenzar la labor de regeneración que pueda salvar a la plenitud de la raza humana y su posterior regreso al Continuo Gestar.
–Oiga Alice, ¿se da usted cuenta que día tan maravilloso hace hoy?– se dirigió, de un modo un tanto cursilón, una gruesa mujer de tez pecosa y cabello pelirrojo a su morena acompañante, que contrariamente era algo más delgada, respondiendo ésta después de un breve lapsus.
–Señora Stone, tiene usted toda la razón del mundo y además creo que va a ser un magnífico Día del Señor..., casi diría y no me entienda mal Mary. Da algo de pena meterse en el templo ¿no cree usted?
Miss Mary Stone palideció en un primer instante y al siguiente su rostro se sonrojó de un modo evidentemente visible.  No supo que decir y después de pasado un cierto tiempo, cuando pretendía un tanto ofendida, replicar a Miss Alice Cooper. ¿Cómo puede usted expresar semejante cosa?, – ésta, ladinamente, le quitó las palabras de la boca.
–Ya sé, ya sé..., ¿Como puede decir usted algo así?; en serio sería una blasfemia– ésta sonrió –, pero era una simple bromeja para comprobar que cara de sorpresa ponía usted.        
–Yo le doy un diez, pues ha superado la prueba y ha respondido tal y como yo esperaba. –Matizó.
– ¡Oiga, Señora Cooper!..., ¿No es aquella, la Señora Estrella Luminosa?
–Si, ya sabe usted que es una mujer de talante puritano y no faltaría por nada del mundo, algún domingo a la Iglesia, bien acompañada del conjunto de su familia.
–Buenas mañanas tenga usted Señora Estrella Luminosa– Dijeron las mujeres al unísono cuando ésta, rodeada de sus cinco hijos, pasó cerca de ellas.



–Buenos días señoras Cooper y Stone– Contestó, la aludida, poniendo una expresión de circunstancia, pues de sobra sabía que se encontraba frente a las cotillas del Pueblo, que intentaban sonsacarle alguna conversación que les sirviera de comidilla para pasar agradablemente el resto del día, criticando, una vez pasado el culto, durante la escuela dominical y después de ésta.
– ¡Vamos niños!..., hasta ahora mismito señoras..., pues llevamos algo de prisa. Ya sabe, somos tantos que debemos llegar un poco antes para ocupar un mismo banco. 
Al volver el rostro hacia sus retoños, hizo un gesto de tremenda desaprobación mientras susurraba.
– Caray, Dios mío, que pesadas son estas mujeres. ¿Es que no tendrán nada que hacer excepto ocuparse de la vida de los demás?–  Kimberly, como casi siempre, iba delante incluso de su madre tarareando algún que otro corito metodista y que había aprendido, con la repetición, en los servicios devocionales, acompañándose con saltos y sonrisas, como si estuviera poseída por las mágicas zapatillas del cuento.

Solamente en Cristo, Solamente en él,
La Salvación se encuentra en él,
No hay otro nombre dado a los hombres,
Solamente en Cristo, Solamente en él.

–¡Kimberly!– se dirigió la madre hacia la niña utilizando un tono de voz un poco más elevado que de costumbre–, hija mía guarda un poco la compostura, como hacen tus hermanos. Parece que tuvieras azogue en el cuerpo..., aunque, la verdad no sé porque te digo nada pues siempre serás un trasto la mar de travieso.
Kimberly, haciendo caso omiso a su madre continuaba con sus coritos evangélicos.


Una mirada de fe,
Una mirada al Señor,
Es la que puede salvar al pecador,
y si tu vienes a Cristo Jesús,
El te perdonará,
Porque una mirada de Fe,
Es la que te puede salvar.

–Ayer la suspendieron en el examen del cole – dijo uno de sus hermanos –, y la profe la castigó por no poner atención.
–Cállate bocazas– Replicó, malhumorada, la pequeña Kim.
– ¡Callaros los dos!, ya sabéis que no me gustan los chivatazos..., pero lo tuyo señorita Laura no tiene perdón y te quedarás, este domingo, castigada en casa.
–Pero mamá, no seas así, había quedado con mis amigos para ir a nadar.
–No se hable más– reiteró su postura la madre –, y en cuanto tengas la edad suficiente, tu Padre y yo te pondremos a trabajar. 
Mientras tanto, las cotorras Cooper y Stone seguían parloteando una vez que habían comprobado que el sujeto de sus deliberaciones ya se encontraba algo alejado.
–Se dará cuenta, amiga mía, que el Señor Estrella Luminosahoy tampoco asiste al Servicio Dominical. 
–No sea así Señora Cooper– sonrió –, seguramente se encuentre ocupado en la Iglesia, del pueblo de al lado, tocando el piano..., ya sabe que...
–Pero no me dirá – Replicó Mary, cortando la conversación de su amiga –, que la pequeña Laura se las trae de lo traviesa que es..., no sé, no le auguro un gran futuro a esta niña.
–Maary..., la Iglesia de Braselton se ha quedado sin intérprete musical pues falleció hace unos días...
– ¡Ah!, ¿No me diga?– Interrumpió.
–Si le digo– prosiguió Alice tras la interrupción de su contertulia –, y además la pequeña Estrella Luminosa, que como muy bien sabe usted, es la tercera de las niñas, ha empezado a dar clases de ballet y eso indudablemente le irá educando el temperamento.
–Vaya, vaya..., de lo que tiene una que enterarse. Mira tú, que yo me creía que esa tímida y, por otro lado, traviesa muchacha era un marimacho que sólo sabía trotar, ser la primera de la clase en gimnasia y ganar a sus compañeros, varones, en las competiciones de natación.
–Pues ya ve, señora Stone, que eso no es cierto del todo y debe saber que además de lo que ya le he dicho, también acompaña asiduamente a su Padre cuando éste tiene tiempo de dar algún concierto con la orquesta. Por cierto, creo que también está tomando clases de canto.
– ¡Caray! Alice, eso está claro pues no para de canturrear e incluso tararea La Noche de Paz en pleno verano, no sé hasta donde vamos a llegar y ¿de donde sacarán el dinero con tantos de familia que son?, pues quiero entender que deberán educar a todos por igual o mejor a sus hermanos varones, eso sería lo correcto.
–Parece que naciera usted ayer, mujer, ya sabe que el Señor Estrella Luminosaes una persona muy instruida y todo el mundo es consciente que lleva impecablemente sus negocios; además su esposa ganó mucho dinero cuando, de soltera, trabajó en Florida haciendo películas acuáticas..., ya sabe, de sirena y esas cosas.  Ah, y también las tarjetas postales de contenido turístico que hizo, en calidad de modelo fotográfico, le siguen reportando beneficios. 
Mary Stone calló, durante unos instantes, e hizo señas a su compañera de conversación, señalando el reloj de la alcaldía haciéndole ver que faltaba muy poco para poder entrar, con puntualidad, en la Iglesia.
La mañana era clara y soleada pudiéndose vislumbrar un extraño efecto al observarse, a contra luz, la estilizada silueta de la niña Kimberly.
– ¡Alice!, ¿Ha visto usted lo que yo?



–Si amiga mía y si no fuese porque estamos en pleno siglo veinte y en los Estados Unidos de Norte América diría que acabamos de contemplar a un ángel del cielo. 
Volvieron a mirarse mutuamente y a continuación dirigir sus ojos, de nuevo, hacia la niña pero el maravilloso resplandor dorado que delineara los contornos de la pequeña ya había desaparecido.  No mucho tiempo después, sus Padres, adoptaron a dos criaturas que pasarían a engrosar las filas de la pandilla de Kimberly.
*
Quizá toda esta aparente locura, para la humanidad ordinaria u obsesión paranoico esquizofrénica, como diría algún que otro psiquiatra despistado, comenzó cuando el Caballero de Albany, mi mentor, fue tratado con pastillas de ranitidina a causa de una hipotética ulcera no diagnosticada, en el mes de junio del año de mil novecientos noventa y cinco; cuando recientemente, acababa de cumplir los treinta y nueve años de edad y su amada Laura contaba con cuarenta y un años, ya pasaditos, en la mitad de la frontera hacia los cuarenta y dos. 
El Caballero Bifredo de Albany, es un personaje de una extremada sensibilidad, tanto física como espiritual y consecuentemente, cualquier agresión a su sistema neurológico, por nimia que sea, llega a provocarle efectos de una gran amplificación.
Por lo visto, según dice el prospecto del medicamento, la ranitidina puede producir, en casos muy concretos, depresión e incluso alucinaciones, cosas que Albany considera como estados alterados de conciencia.
Explicado de un modo sencillo, podría decirse que la maquinaria de Albany, en dicha circunstancia, ajustó los parámetros de su antena espiritual para que entrara en resonancia, fácilmente, con la de su desconocida, hasta ese momento, Alma Gemela.
Es sólo a partir de entonces, en este periodo de vida, que el muy renombrado y, antaño Caballero, es consciente de tener un mellizo del Alma y que esa Entidad no es otra que la muy bella y famosa actriz de cine Laura Estrella Luminosa que llevara tantos años intentando llamar su atención sin conseguirlo hasta el momento presente.
Suele recordar Albany, la primera vez que se fijó en ella, cuando vio su imagen proyectada por el mágico celuloide en la película: My Stepmother is an Alien, en el año de mil novecientos ochenta y ocho. Por aquel entonces, sólo pudo ver a una bellísima actriz que tenía un cierto parecido físico con su esposa de entonces, tanto en la estatura, uno sesenta y ocho, como en las facciones de la cara, especialmente sus labios tan carnosos y que desprenden un poderoso efluvio de atractiva sensualidad.
Aquel matrimonio, por llamarlo de algún modo, había sido un estrepitoso fracaso y en el futuro no paró de preguntarse ¿Qué le había atraído de Alice?.., cuando eran absolutamente incompatibles. ¿Que fuerza misteriosa les había unido en un matrimonio carnal que estaba condenado, de antemano, a la ruptura?  ¡La Imagen Física, aún desconocida, de Kimberly!
Pero Alice no era Kimberly. No cabía alguna duda.  Mientras Laura Estrella Luminosa luchaba por conseguir la fama del estrellato, el actualmente anodino Caballero de Albany conseguía en la tierra de Hispania, receptáculo físico de su actual existencia, transformar el Partido Obrero de España en lo que al presente se conoce como Izquierda Universal, hizo que el Sindicato Obrero de ese mismo país se preocupara, de una vez, por los parados y se movilizara en favor de ellos. Que los veteranos excombatientes Norte Americanos, en favor de la República Española, en la trágica época de la guerra civil, influyeran en sus políticos y gobernantes para intentar acercarse a la todavía viva Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas; pero sobre todo, contribuyó en infundir la idea de la renovación en las autoridades soviéticas y la consiguiente caída del muro de Berlín, por mediación de las delegaciones diplomáticas que unían a los dos partidos hermanos: el español y el ruso.
Poca gente conoce a Albany, sólo sus hermanos y discípulos de la Orden secreta del Ánfora, y probablemente nadie, aparte de los aludidos, llegarán a reconocer jamás a Bifredo como el ejecutor de los mencionados hechos históricos, pues no lo fue, pero sí se movió como buena hormiguita sembradora, trabajando calladamente, y tocando las cuerdas necesarias; sólo las necesarias, con las palabras exactas, imágenes de pensamientos concretos que influirían, mágicamente, sobre los individuos o personas adecuadas por su influencia en determinados medios sociales.
El Caballero de Albany pudo charlar, amigablemente, con Santiago Moflete mientras comían en una cena homenaje a los excombatientes Norte Americanos en favor de la República del año treinta y seis. Se hizo reconocer ante ellos como un simple estudiante de las enseñanzas rosicrucianas, cosa que se tradujo en que más de uno de aquellos venerables ancianos reflejaran en sus rostros un visible rictus de incomprensión.
En otra ocasión, también pudo charlar con Julio Gariza, destacado miembro de la Ejecutiva del Sindicato Obrero, haciéndole ver la necesidad de ocuparse más de los parados pues en un futuro muy cercano serían un gran potencial mobilizable para la Causa de la Clase Obrera.



Por último, también pudo conversar con uno de los secretarios de la Embajada de la Unión soviética en España, bastante antes de que el presidente de aquel país iniciara su proceso de reformas y le hizo ver la necesidad de que acabara la ya muy prolongada dictadura del proletariado, pues ésta había llegado a su fin como necesidad temporal para retomar el camino original que habían marcado Carlos Marx y Engels, en una no muy lejana época.
Posiblemente, ninguno de estos renombrados señores se acuerden de aquel joven que hacía que su atención fuera desviada de una conversación mediocre para ocuparse de unas pocas, poquísimas frases de un alto contenido significativo; pues Bifredo el Teutón, reanodino Señor de Alba de Tormes, conquistador de Albanya y fundador de Albacete, en cuyo seno sueña el duquesado de Alba, utilizó las divinas leyes cósmicas para remover las conciencias de sus oyentes y hacerles actuar como si la idea triunfal hubiese surgido de sus propias mentes.
Pero ya sabemos que el trabajo de todo rosacruz debe ser callado, callado..., en silencio y ocultamente, hasta el día en que el divino Cagliostro, en este caso Rovespierre encuentre, que ya lo ha hecho, a su perdida y muy amada Serafina.
Cuando Albany pueda ponerse en contacto con su famosísima Alma Gemela, la Tierra temblará hasta en sus cimientos y los hombres serán conscientes, por primera vez, de su maldad y dejarán de matarse unos a otros, de destruir su lugar de morada, Madre que es, alimentadora y protectora de toda vida.
Albany y unos pocos amigos de la infancia, crearon anónimamente, el movimiento de la Nueva Era y, Éste lo lanzó, altruistamente a la fértil tierra de los medios de comunicación, organizaciones esotéricas y filantrópicas.
Cierto es, que muchas de estas organizaciones o individualidades se están aprovechando, egoístamente, del nombre de Nueva Era: pero esto no es importante, pues la gran semilla está sembrada y pertenece a una planta carnívora que fagocitará, en su momento, a todo aquel que en el proceso de realización haya intentado sacar provecho personal o servirse de ella.
Albany ha dicho, a este humilde escriba, que no posee pruebas palpables suficientes para demostrar todo lo que aquí se expone, pero las inteligentes mentes que lleguen a conocerlo comprenderán, sabrán y reconocerán que el muy anodino ahora y renombrado, antaño, Caballero de Albany, jamás ha mentido ni ha conocido su boca embuste alguno y que jamás mentirá pues tan sólo el silencio saldrá de su garganta, so pena de ser cercenada, en un suspiro, si las fuerzas de la ignorancia, del fanatismo y de la superstición intentaran sonsacarle la más pura y sublime Verdad; que jamás deberá prostituirse, en las porquerizas contenedoras de los males de la humanidad.
–Serafina, Laura amada mía, ven a mis brazos y calma mi celestial dolor– dijo Cagliostro, y dirá Bifredo de Albany, cuando encontró y encuentre a su Alma Gemela en el mismo instante en que la vio, y la vea en medio de la plaza de un pueblo anónimo para la generalidad de los mortales contestándoles éstas:
–Amado Esposo, tuya soy desde toda la Eternidad, aquí he estado esperando esta felicidad, que se me negaba, y por eso me encuentras enfundada en este paño negro que desde este momento se transformará en blanco de pureza y de amor. Yo siempre te he conocido y sé que siempre has sido mío y yo de ti–.  Pues así dice Bifredo de Albany, Señor de las cósmicas tierras de Shambala, un 15 de Julio de 1.995 del calendario Gregoriano y de la dimensión Espacio Temporal de Gaia.



–Estrella, Amada de mi dolido Corazón, ven a mi cercenado regazo que sufriente está por faltarle su otra mitad, tú.– Contestándole la bella y afamada Estrella:
–Aún no es tiempo, mi Amor.
Todo presagiaba el Oscar que en el futuro recibiría y, sobre todo lo demás, el nacimiento de su querida niña Ireland.

Aralba

domingo, 28 de agosto de 2011

KAOS QUÁNTICO, Libro II: Conspiración, Te Espían

Cuando, muy en el futuro la Ciencia descubriera que la intervención humana, en el tejido del espaciotiempo, había sido la responsable de la degradación de la Historia, aquella invirtió el proceso y la Civilización regresó a, la nada, su punto de partida.

Petunia (Planchadora)

Te Espían



Roberto Beltrán salió del baño tras darse una prolongada ducha de agua caliente. Se enfundó unos pantalones de tela vaquera así como un jersey, nórdico, de cuello alto.
– ¿Que hora tenemos Berta?
–Las ocho treinta de la mañana Roberto.
– ¡Enciende la pantalla del salón y continuemos nuestra conversación allí!
Roberto entró en el salón y enseguida contempló a una bellísima mujer virtual, con nada de ropa y que parecía salirse del televisor. Su parecido con la Teresa del sueño del Ingeniero, seguro que no era una simple coincidencia.
–Ya ha sido remitido al supermercado el pedido que me solicitaste. Harina, azúcar, tallarines... Jabón para el suelo, champú y cuatro lámparas ahorradoras de energía... También...
–Berta, déjalo, confío en que has realizado la Compra con el mejor criterio; pero ¿No habrás olvidado los yogures, como la vez anterior?
–No, querido Roberto, los yogures es lo primero que he solicitado.
–Ya me lo imaginaba, siempre tomas nota, gracias Amiga mía.
–Roberto, la Señorita Petunia, en este preciso instante, llama a la puerta.
Petunia era una especie de sirvienta que realizaba todos aquellos menesteres que el Ordenador era incapaz de realizar y que a Roberto le ocupaban un excesivo tiempo. Para Roberto era la Planchadora; ya que el planchar era una de las labores domésticas que no había sido capaz de aprender a realizar y eso que lo había intentado en repetidas ocasiones; pues siempre terminaba tostando, alguna cara prenda, que había terminado, como no, en el reciclador de basura.
–Berta, haz entrar a la Planchadora; me gustas mucho, pero ahora necesito hablar con Don Armando Arpegio. Pasa a la rutina de compañía.




La Operadora virtual, del servicio telefónico, aparece indicando que la llamada se está realizando; pero que está comunicando.
–Servicio telefónico, le agradecemos su acceso; pero debe de esperar unos segundos, la línea está ocupada.
Petunia era una hermosa mujer morena, de baja estatura, cuyos negros ojos le daban un aire de entrañable profundidad.
–Buenas mañanitas, Roberto– Dijo en cuanto vio al dueño de la vivienda.
–Buenos días Petunia, ya sabes, ponte cómoda…
–Ya estoy cómoda Roberto– guiñó un ojo cómplice– No quiero ser la causa de enturbiarte este día tan soleado y hermoso, a pesar de esa maldita contaminación que no somos capaces de quitarnos de encima. Veo que tú también te encuentras bien arropado.
Roberto cogió la indirecta y no le dio mayor importancia. Para él era muy importante el respeto hacia todos sus amigos, conocidos y sirvientes, como era el presente caso. Su nudismo era una cuestión prácticamente ideológica, pero siempre era condescendiente con sus visitas. Si no querían desvestirse era una cosa sin importancia. Para él, lo realmente importante es que siempre se encontrasen a gusto, independientemente de que hubiese o dejase de haber concupiscencia visual.
–Muy graciosilla la niña –dijo Roberto, mostrando una ingenua sonrisa en sus labios–, de sobra sé que en cuanto salga yo a la calle te desvestirás y cambiarás la rutina de Berta por la de un moreno culturista.
–Eso es problema mío Roberto, no hay más que hablar–Contestó con insolencia; pero con la sonrisa característica de una mutua confianza.




Petunia entró en la cocina y preparó la tabla de planchar. Cogió la ropa sucia del cesto correspondiente y la metió en la lavadora de burbujas. A continuación tomó la que estaba colgada en el tendedero y se puso a planchar.
–Berta –dijo al Ordenador–, utiliza el programa de lavado para la ropa de color.
–Hecho, Señorita Petunia –contestó el Ordenador, con toda cortesía, abandonando la sensualidad que había utilizado, anteriormente, con Roberto–, ¿Alguna cosa más?
–Por supuesto Berta, faltaría más, de momento gradúa la temperatura de la plancha para camisas de nylon y después... También...
– ¡Petunia! –se dirigió Roberto a la Planchadora–, por la Agencia, ¿sabes algo de Teresa mi Sexicóloga? Hace ya más de un mes que no me visita.
–Creo que Tere, ahora, tiene mucho trabajo. ¿Por qué no pide los servicios de otra profesional cualquiera? Yo misma le haría dichos servicios si poseyera el título correspondiente.
–Petunia, te doy las gracias –respondió Roberto con una expresión de disgusto–, pero ya sabes que Teresa es algo muy especial para mí. No se trata solo de una profesional de la Sexicología; para mí es mucho más que eso.
–De sobra sabe que es broma Roberto, además yo no tengo acceso a los medicamentos antivenéreos de la profesión. Me consta que ustedes están tremendamente enamorados. ¿No será que Teresa está harta de cobrar por los servicios que te presta?
Roberto Beltrán permaneció durante un instante en silencio, pensando en lo que Petunia le acababa de decir.
Vuelve la figura de la Teleoperadora indicando a Beltrán que el Profesor Arpegio se encuentra al otro lado de la línea, desde la Universidad Autónoma de Madrid.
–Roberto –pregunta Arpegio–, ¿Cómo va todo amigo mío? Me preocupa lo que comentamos acerca de los políticos y los militares. Alguien más podría conocer esas técnicas y aprovecharse de la debilidad humana que tanto tú como yo conocemos. Creo que la precaución debe de ser nuestra regla de oro. Nadie más debería conocer nuestros trabajos.




–Creo, Armando, que lo que tenga que ser será. He utilizado la Info-red para realizar parte de mis experimentos. Hay ya demasiada gente involucrada, y en el fondo, si nos localizan, también les habremos localizado nosotros. El dispositivo de interferencias personal está acabado. Tan solo necesitamos de la financiación necesaria para miniaturizarlo y distribuirlo, en cantidad suficiente, entre la población civil.
–Poca cosa es esa –dijo Arpegio mostrando en su expresión una evidente ironía –Yo te diré Roberto, que nuestras vidas no valen ni cincuenta céntimos de Euro. ¿Has podido averiguar quien se encuentra detrás de las manipulaciones?
–Armando, bien sabes que pertenezco a varias asociaciones y “oeneges”, de gran influencia en la Sociedad. Se trata de un secreto que está por encima de ellas, por lo menos de la mínima parte de ellas que yo conozco. El Gobierno, sí puedo asegurarte que es ignorante en esta cuestión. Nadie que vaya a ostentar el poder durante un breve periodo de cuatro a ocho años, máxime, puede ser conocedor de este secreto. Alguna persona en particular, pudiera ser, si tuviese el suficiente montante económico; pero siempre que perteneciera a la cúpula de la hipotética Organización u organizaciones que intentamos desenmascarar.
– ¿Que me dices de los servicios Secretos? –Apuntó el anciano doctor.
–Eso es otra cosa Armando; pero todo se andará. Si vamos a hacer pupa, seguro que son ellos los que nos encontrarán a nosotros.
–Eso es lo que más miedo me da, hijo mío. No por mí, ya que mi existencia vale poca cosa, sino por ti que te queda mucha Vida por delante.
–Doctor Arpegio, Armando, tengo una teoría y quiero que me des tu parecer. Desde hace más de cincuenta años, Una potencia norteamericana viene haciendo uso de técnicas parecidas, solo parecidas, a las que nosotros hemos descubierto. Es posible que aunque esta técnica sea reciente, otras más antiguas, hayan estado produciendo esos mismos efectos en las personas. Si no, recuerde el caso, hará unos diez años, de aquel afamado neurocirujano que destripó a su esposa, degolló a sus cinco hijos sin motivo aparente y terminó suicidándose.
–Tienes razón –interrumpió el viejo profesor–, no se encontró nada en la autopsia que se realizó del cerebro de aquel médico. Es uno más de los misterios sin resolver de la medicina actual, y no fue el único caso. Lo cierto es, que tenemos en nuestras manos una gran responsabilidad. La Humanidad se encuentra en un proceso de degeneración progresivo y nosotros conocemos la causa principal. Tráeme tu artilugio y veré que puedo hacer, moviendo algunos hilos en los medios universitarios. Es difícil, pero algo tenemos que intentar. Ten cuidado, hijo, es posible que estemos siendo espiados. A mí me consideran un viejo loco pero lo tuyo es distinto.
–Hasta luego querido Armando. Tendré todo el cuidado posible, cuídate tú también.
Petunia, la planchadora, se dirigió a Roberto Beltrán.




–Siento haber escuchado Roberto, de veras que lo siento; pero no pude evitarlo.
–Es igual Petunia. Llevas conmigo muchos años y te aseguro que tienes toda mi confianza.
–No es por eso –insistió la sirvienta–, es que cuando he entrado en el edificio me ha extrañado ver un vehículo negro aparcado delante de la puerta. Quizá no tenga nada que ver con lo que acabo de escucharles; pero por si acaso yo le hago partícipe de mi extrañeza.
–Muchas gracias Petunia, no sé que haría sin vosotros mis amigos.
Petunia continuó con sus labores caseras mientras mantenía una rosa y lúdica conversación sobre los famosos de turno, con Berta.
Por otro lado, Roberto indicó a Berta que dirigiese la cámara de televisión, más cercana, hacia el portal de la Casa.
Efectivamente, allí podía verse un largo vehículo, gran turismo, de color negro como el azabache. Su matrícula no era muy corriente y parecía estar relacionada con algún servicio diplomático.
Roberto Beltrán se puso una trinchera de color “beige” e hizo intención de salir de la Casa.
–Hasta luego Petunia.
–Hasta luego Roberto, cuídese mucho.
–Señor Beltrán, tiene una llamada por vídeo teléfono –Interrumpió la acción, con sus palabras, Berta el Ordenador.
En la pantalla de plasma aparece la imagen de un niño de unos nueve o diez años de edad. Se trata de uno de los Hijos de Roberto Beltrán. El fondo es neutro, como si se hubiese colocado, de forma artificial, en el videoteléfono de tercera generación. Circunstancia a la que no le dio importancia Roberto Beltrán.
–Papá, mi madre se va de viaje con Antonio a París y me ha dicho que te llame por si quieres que esté contigo.




Alberto es consciente de lo peligroso que puede ser, en la presente circunstancia, que su hijo permanezca con él; pero entiende que no pude evitarlo. No es para tanto, se dice a sí mismo.
–Miguel –se dirige Roberto a su hijo–,  de sobra sabes que aquí está tu casa. Solo espero que te acuerdes de la palabra de acceso. Si no te la sabes, Berta no te dejará entrar. ¿Tardarás mucho?
–Todavía me queda un buen rato. Tengo que dirigirme a la estación de autobuses –contestó el joven Miguel con cara de pillo como si escondiese algo– Y papá, que ya no soy un niño, Berta me preguntará con la pregunta ¿Bloque? Y yo tendré que contestarle: Bella, siempre bella mi amada Berta. Hasta luego papá, que no quiero perder más tiempo.
–Hasta luego Hijo mío, ten mucho cuidado.
Roberto pudo salir de la vivienda tras volver a despedirse de Petunia que seguía atareada con las labores propias de su oficio.
Al salir por la puerta, donde se encontraba su casa, en lugar de ir hacia el portal principal lo hizo por el de servicio, dirigiéndose hacia un esquinazo, con el fin de poder comprobar que el automóvil negro seguía en el mismo sitio.




Allí seguía; pero al parecer le han visto y decide salir corriendo, callejeando por las cortas y estrechas calles del pueblo serrano de Navacerrada. El vehículo ruge al ser puesto en marcha y comienza una persecución desigual, ya que aunque Roberto conocía a la perfección la pequeña Villa, sus perseguidores iban motorizados.
Por el momento, les ha perdido; pero se encuentra aislado sin forma de salir de la sierra y dirigirse hacia Madrid. Está convencido, que sus perseguidores saben que no ha tenido acceso a su automóvil. De sobra sabe,  que alguien permanecerá vigilando las paradas del autobús de línea.
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viernes, 12 de agosto de 2011

KAOS QUÁNTICO, Libro II: Conspiración, El Resplandor de una Estrella

Cuando un Avatar (Arquetipo) coincide, en el Espacio
Tiempo, con un Clon suyo, éste se desintegra.

Laura Estrella Luminosa (Arquetipo)

(Dimensión Gaia 1953 d.c.)

El Resplandor de una Estrella



La flecha del Centauro brillaba en el firmamento y sus poderosos dardos eran impregnados por los luminosos rayos del Sol que nos da la luz y que todo lo anima; es por lo tanto natural que los favores de Júpiter, el más benévolo de los planetas, cayese como una celestial lluvia aquél maravilloso día, para los humanos, ocho de Diciembre de 1.953.

Ocho, la justicia y la doble polaridad humana en el mundo de lo inmaterial, la conciencia que recompensa por los esfuerzos del Ser humano en trascender este plano de calamidades y placeres de una efímera naturaleza, la Victoria. Dos veces cuatro, y al que le falta la suma de la unidad para llegar a la plenitud de la humanidad y, por lo tanto, doblemente Agua, Aire, Tierra y Fuego.

En el mes Doce, morada sempiterna del Señor de la Creación, pues uno más dos son tres que corresponde a la Trinidad y por lo tanto a la Plenitud del Ser y que contiene, implícita, la unidad que se desdobla en el número dos, también, polos manifestables de la creación.

Año de 1.953, cuya suma y posterior reducción nos devuelve ese nueve de la plenitud al ser sumado el ocho con esa unidad que al día del nacimiento le faltaba.

Ese mágico instante y tras fortísimos dolores de parto, una bella mujer dio a luz un divino angelito, cuyo cuerpo aparecía frágil como el más fino y delicado de los cristales vieneses. Adornada con unos ojazos azules, del color del cielo, y que parecieran mirar más allá de todo lo creado. Su rubito cabello hacía comprender a quien tuviese el honor de contemplar tan magno espectáculo que sus celestiales encantos encandilarían, en el futuro, a varias generaciones de la actual civilización.

En Athens, pequeño pueblo del Estado de Georgia, Estados Unidos de Norte América, y situado al norte de Atlanta, donde los poderosos robles y los, siempre perennes, pinos se alzan majestuosos acompañados, en sin igual cortejo, en el tupido bosque, con los nogales cuyos frutos engordan a las piaras de cerdos. Los fresnos, que junto con los magnolios cuyas verdes hojas y coloridas flores, hacen un impresionante contraste con la belleza de los pequeños tulipanes. Se había realizado el prodigio cerca de algún madroño protegido por la, siempre amorosa, mano de la diosa Cibeles.


Hasta en la hermandad fue acompañada por el número de la divinidad, pues era la tercera de las mujeres de una gran familia compuesta por nueve bocas que alimentar y aquí volvemos a encontrar la plenitud del nueve y por lo tanto de la humanidad.  Más bella que cualquier otra criatura nacida de mujer, pues incluso la indígena belleza de su madre carnal, modelo fotográfico de profesión, quedaría con el tiempo ensombrecida por el tremendo fulgor que el Padre Zeus le había concedido, a la criatura, desde tiempos inmemoriales, antes de la formación del Universo.

Este poderoso espíritu artístico fue atraído hacia la semilla de su Padre carnal pues encontró en él, la resonancia electromagnética necesaria para desarrollar un armónico cuerpo, que se encontrara en sintonía con sus divinas inquietudes y proyectos, esto es: La música.

Su progenitor, sangre irlandesa, era depositario de una gran sensibilidad, aunque su cabeza se encontraba poderosamente afianzada sobre sus hombros y se ganaba la vida y la de su familia con negocios relacionados con la venta; pero en el fondo, su verdadera vocación era la música que alimentaba como un verdadero aficionado dando conciertos privados de piano o de trompeta. Instrumentos, que interpretaba con cierto virtuosismo. 
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En el Medio evo, prácticamente, todos los trovadores cantaban o recitaban las andanzas y hazañas de cruzados, templarios y demás caballeros. En estos relatos, siempre, se hablaba profusamente de una bella dama, como lo fuera la mítica Dulcinea para el novelesco Señor Quijano. 


Ésta, no siempre doncella, en la mayoría de las ocasiones era desposada de otro Noble o Señor, quedando como es de suponer, en tierra Cristiana; mientras su bella imagen y recuerdos, servían de divino impulso para que el valeroso caballero llevase sus logros a las más altas cotas de gloria y honra.             

Estos eran ofrecidos, siempre humildemente, a su Rey al que servían hasta la misma muerte, pero en lo más profundo de sus corazones toda la gloria era un constante ofrecimiento a su única e inalcanzable amada.

La Dama representa, para el caballero, una parte de la polaridad perdida y de ahí la sensación de que estamos incompletos y de que algo nos falta; pero este algo se encuentra encerrado a cal y canto en lo más insondable del Alma.  Siempre habrá un Ser del sexo opuesto, en este lado del velo o en el otro, también llamado más allá, que será tanto nuestro como nosotros de él.

El casamiento, en su máxima expresión, debería ser una representación simbólica de este cósmico evento, pero que sin embargo, en la actualidad, es incapaz de atar a los espíritus como tantas y tantas religiones nos quieren dar a entender.  Este hecho, sólo está produciendo dolor, cantidades ingentes de dolor, la destrucción de la dignidad humana y sobre todo frustración.

El Amor del célibe caballero hacia su Dama, o parte interna de sí mismo, siempre es casto, honesto, cargado de pura honradez y cuya cabalgadura le conduce hacia los más altos planos de lo divino y platónico; siendo por esto, que no hay mal en amar de dicho modo a una bella mujer que es representación simbólica y carnal de nuestra propia alma.

Tan sólo los afortunados, en alguna de las vidas, llegan a encontrarse y sólo cuando están realmente preparados para despegar hacia otros universos donde se respira una vibración espiritual de un nivel superior a lo actualmente conocido.  Sólo entonces, Alexis Betweem, “Ex marido de Estrella Luminosa” deberás temer al acorazado Caballero de Albany, Bifredo por más señas, que entregará su otro par de guantes blancos a Laura, haciéndola montar en su bello y blanco corcel, cartujano, para cabalgando férreamente unidos, llegar hacia su divino y común destino, su eterna morada, allá más allá, mucho más allá de las lejanas estrellas...



Hasta ese, por llegar, momento no has de temer nada.

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martes, 9 de agosto de 2011

KAOS QUÁNTICO, Libro II: Conspiración, Descubriendo el Misterio

Por fin, el sentido común imperó entre los políticos del Mundo y los dineros que eran invertidos en la costosa investigación espacial fueron desviados, con el fin de paliar el hambre de los más necesitados. Una noche, sin previo aviso, una piedra cayó del cielo y el Hombre, con sus guerras, desapareció.

Berta (Inteligencia Artificial Doméstica)

Descubriendo el Misterio



Roberto Beltrán se ha quedado dormido mientras contemplaba una de tantas películas de educación sexual explícita. La pequeña pantalla de plasma, que se encuentra frente a su cama, sigue encendida mostrando algunas escenas consideradas, antaño, como muy duras.
 Su cuerpo permanece relajado y espatarrado. Mientras tanto, unos leves ronquidos no dejan lugar a dudas de que se encuentra profundamente dormido. Sobre la cabecera de la cama se encuentra un anagrama, perfectamente enmarcado, del Árbol de la Vida, de la Cábala Judía. Perteneciente, con mucha probabilidad, a algún tipo de organización discreta o secreta. Dos ángeles guardianes, con apariencia de mujer, desplegando sus alas, parecen proteger a unos niños en diversas situaciones de peligro.
En un esquinazo del dormitorio se encuentra una mesa de trabajo, que por los artilugios electrónicos que contiene, tanto sobre las baldas como sobre su superficie, debe tratarse de un completo laboratorio electrónico de aficionado. Dos osciloscopios, generadores de funciones. Otros medidores y algunas fuentes de alimentación completan un diverso y surtido aparellaje.
Justo en el centro de la mesa se encuentra un dispositivo amorfo que muestra sus entrañas cargadas de componentes microelectrónicos. Terminado; pero experimental y de un tamaño medio. Se trata del misterioso trabajo que lleva a medias con el Profesor Arpegio.


– ¿Roberto, hijo, has localizado algo importante desde nuestra última conversación?
–Armando; creo que tengo que pedirte disculpas. Tu apariencia de anciano profesor despistado me confundió. Debo confesarte que, un poco, te seguí el juego sin creer demasiado en tus paranoias, entre comillas…, ya sabes…
–No te lo reprocho, Roberto; pero dime ¿qué has encontrado?
–Ahora voy al grano. Tú me comentaste que, en un estado profundo de sueño, se hace evidente la presencia de nuestro subconsciente; y es a ese estado al que se debe de llegar cuando se pretende hipnotizar a algún paciente.
–Efectivamente–Interrumpió brevemente Arpegio.
–Pues bien, Armando, considerando que nuestro cerebro funciona eléctricamente, tanto en forma receptora como emisora con diferente y sutiles ondas electromagnéticas, que tu me comentaste que se trataba de las frecuencias ¿alfa, beta y theta?, me puse a trabajar en ello; pero sin dejar de considerar aquello que te comenté, de unos mensajes cifrados, los cuales había descubierto hace ya algún tiempo y que intuía, en aquel momento, podría tratarse de algún tipo de conversaciones extraterrestres.
–Jodioporculo, ve al grano de una puta vez–Exclamó Armando con una clara actitud de impaciencia, haciendo uso de la gran confianza que había logrado desarrollar, con su discípulo, durante los últimos años.
Roberto sonrió, ante la exclamación de su peculiar oyente, y continuó con su discurso.
–Alguien nos está bombardeando con mensajes que solo pueden ser interpretados por nuestro subconsciente. Eso ya es evidente. Se trata de una señal de muy baja frecuencia que está montada en una portadora de microondas propias de los satélites de comunicaciones. Algunos de los mensajes que he encontrado son puramente comerciales; pero otros, esto si es grave, se trata de manipulación política y militar.  
–Si no hubiese estado tan seguro de ello, habría exclamado ¡No jodas!
–Sí Armando, tengo que pedirte disculpas por haber dudado de ti, en un principio. Debes reconocer que tu actitud rebosaba de paranoia; pero ahora encajan muchas cosas en este tenebroso puzzle. Ahora podemos comprender esos mensajes extraños que escuchaba en el andén del metro, estando bajo los efectos del alcohol; pero sigo sin entender por qué entonces sí y ahora no.
–Es muy fácil Roberto. No debes de olvidar que, en el fondo, el alcohol no es otra cosa que una droga que te mantenía en un estado alterado de consciencia y de ese modo podías recibir los mensajes que en realidad iban dirigidos a la otra personalidad oculta que todos tenemos, nuestro subconsciente; cosa que por otro lado, te protegió contra ese suicidio involuntario al que te llevaban dichos mensajes.


– ¿Cómo involuntario?, ¡Arpegio, había una voz que me decía...!
–Disculpa que te interrumpa, querido niño; pero nada de lo que tú me has contado me hace presuponer que hubiese un claro mensaje de suicidio. Según mi hipótesis se trata de un efecto secundario derivado de encontrarte ante un dilema; algo así, como les sucede a los computadores, los cuales se bloquean bajo esas mismas o parecidas circunstancias.
–Ahora entiendo Armando. Yo debía de comprar un vehículo de alta cilindrada y elevadas prestaciones; pero que me era imposible de adquirir, por una cosa tan simple como falta de poder adquisitivo. Eso habría producido una guerra interna, entre el destinatario del mensaje, el subconsciente que no da valor económico a nada, y la consciencia de vigilia que sabía perfectamente que eso era inalcanzable.
–Eso es Roberto. No digo yo que sea exactamente así; pero resulta evidente que debe de acercarse mucho a la verdad. Las personas que actuaron en el suburbano, de una forma tan irracional, debieron de haber sido afectadas por lo mismo que tú; pero ellos no tenían alterada su consciencia ni mermadas sus facultades locomotrices. Su subconsciente les llevó al suicidio y ninguna borrachera, “in extremis”, pudo evitarlo… Pero tú has comentado que había mensajes militares y políticos ¿cómo es eso?
–Armando, algunos mensajes eran evidentemente comerciales, no vamos a volver sobre ello; pero otros decían claramente cual debía de ser el comportamiento de los receptores, ante unas próximas elecciones, pretendidamente democráticas, en África. Otros mensajes iban dirigidos a ejércitos rivales para que depusieran sus armas de forma pacífica. Los mensajes, Armando, son tremendamente claros y puedes escucharlos, descifrados, cuando tu quieras. Permíteme un simpático trabalenguas que viene a cuento tras lo que tú acabas de aclararme. ¡La consciencia, me consta que no es consciente del hecho!; ¡pero el  subconscientes, es plenamente consciente de dichos mensajes!
Con dos “Scáneres”, tanto el Profesor Arpegio como el Ingeniero Beltrán salieron a la calle para realizar una triangulación de aquellas extrañas señales, cuyas radiaciones estaban investigando, con el fin de poder contrarrestar sus lamentables consecuencias.
Evidentemente, según comentara Roberto al Anciano, las señales eran emitidas desde la tierra, recibidas por los satélites de comunicaciones y reenviadas de nuevo a Tierra; pero ¿dónde se encontraban los repetidores? Todas las triangulaciones, siempre, llevaban a los mismos sitios.
Objetos publicitarios situados en las vías públicas de todas las ciudades y pueblos del mundo entero. Grandes balaustres, que soportaban un letrero luminoso así como un termómetro y reloj digital, eran los encargados de repetir la señal hacia todos los cerebros de  los viandantes o de aquellos ciudadanos que se encontraban, falsamente protegidos, dentro de sus cálidas y seguras viviendas o de sus puestos de trabajo.
*


De repente, la mente del durmiente Roberto rompe con los pensamientos de hechos pasados recientemente y se sitúa en el salón de la vivienda. La luz de la estancia es tenue y Beltrán no se encuentra solo; sino en compañía de una bella joven. Los dos están desnudos. Ella a horcajadas sobre él. Su movimiento de vaivén así como el jadeo de ambos muestran, con rotunda evidencia, que se encuentran en pleno acto marital. El rostro de la mujer solo se vislumbra al trasluz.
– ¿Porqué paras? Tere, ¡mi Amor!
–Mi ansiado y amado Roberto, algo tienes sobre el brazo…
Con sus inmensas uñas, de color carmesí, arrancó una especie de insecto semejante a un verde pulgón; pero que al instante saltó hacia la oscuridad como si se tratase de algún tipo de saltamontes o algo parecido. Uno tras otro, los invertebrados fueron arrancados del brazo de Roberto por las expertas manos de su amada compañera. Ella seguía a horcajadas sobre su amante, con una parte substancial de amor, en su interior.
Cuando acabó, Teresa le dijo algo muy extraño a Roberto.
–Estos insectos amado mío, se encontraban sobre una parte sana de tu cuerpo. En el resto está creciendo un importante cáncer.
En ese mismo instante, Roberto se sobresaltó, como no entendiendo lo que sucedía a su alrededor. Encendió, de golpe, la luz y ambos dieron un grito de pánico. Ella saltó de su anterior posición, situándose al lado de Roberto, abrazándose a él como si el mismo infierno hubiera sido presenciado por sus desencajados ojos, dejando al descubierto la causa de sus desvelos.
La sala se encontraba infectada de todo tipo de arácnidos, aves y negros roedores. Las ratas pululaban por el suelo, mientras extrañas mutaciones entre cucarachas y saltamontes, de un tamaño exageradamente imposible, se encontraban aposentados en todos los lugares elevados de la estancia. El amplio mirador se encontraba entreabierto. Una inmensa águila real se había apostado, miedosa, sobre el timón de la Bounty. Todos se protegían, dentro de la vivienda, como si huyeran de algo maligno y demoníaco.
Un suspiro, digno de un mortuorio estertor acabó con todo.


*


La pantalla de plasma seguía encendida mostrando, con la misma crudeza, las escenas explícitas propias de una película de ficción sexual.
Roberto se encontraba sudando, como si su organismo se hubiese liberado de ingentes cantidades de adrenalina. Era evidente que sus sueños se habían mezclado con una extraña pesadilla, cuyo significado, con toda probabilidad, jamás llegaría a comprender. Su órgano del placer se había encogido ante tamaño susto. 
– ¡Berta, Berta! ¿Me escuchas?
–Si, Roberto, ¿Te sucede algo, quieres que llame a los servicios de Emergencia, te pongo una manzanilla?
– ¡No!, no es necesario, amiga mía. He tenido una pesadilla. ¿Has notado algo extraño?
–Nada que pueda tener alguna importancia, querido Roberto, tan sólo...
– ¿Tan sólo queé?–Interrumpió Roberto a su Ordenador.
–Durante un par de minutos se fue la luz; pero enseguida entró en funcionamiento el generador auxiliar.
–Eso lo explica todo Berta, ¡eso lo explica todo!
Berta permaneció en silencio. A pesar de tratarse de un sistema de inteligencia artificial, era lógico que tuviese limitaciones y que sus conversaciones nunca trascendieran de lo cotidiano.
Roberto tenía un sistema de alimentación eléctrica auxiliar, soportado por baterías y dedicado al Sistema de Seguridad primario; pero el cual no cubría la jaula de faraday que lo protegía de las influencias electromagnéticas exteriores. Roberto comprendió, enseguida, que durante los pocos minutos sin suministro eléctrico, había permanecido expuesto a las vibraciones electrónicas que investigaban él y su amigo Arpegio.
No existía otra explicación. De hecho era la única explicación posible.
*