lunes, 23 de abril de 2012

KAOS QUÁNTICO, Libro IV: Cosmogénesis; La Simbiosis Humana


La Simbiosis Humana

La relación entre todos los Seres se puede reducir a dos formas esenciales, la simbiosis y el parasitismo que no es otra cosa que una versión agresiva de la primera. El cuerpo humano es una simbiosis, colaboración, de millones de células tan íntimamente ligadas que terminan formando órganos y organismos definitivos; pero los cuerpos humanos también desarrollan una simbiosis muy estrecha con otras bacterias y hongos como los encontrados en el sistema digestivo humano y sin las cuales no se podría sobrevivir. Hasta aquí, hemos visto, como no existiría gran diferencia entre los organismos sean estos, vegetales, animales o humanos.

Existe otra simbiosis que los científicos ni siquiera han contemplado como posibilidad, ya que entraría frontalmente en competencia con las religiones establecidas. Olvidándonos, en principio, de las simbiosis mencionadas, en el Ser Humano, existiría otra forma de simbiosis entre la maquina biológica humana, con su propia inteligencia automática de subsistencia, y un agente externo, que se ha venido a denominar como Espíritu. La simbiosis espiritual, ha permitido al Ser Humano despegarse de sus hermanos animales, en la pirámide evolutiva, convirtiendo a éste en un Ser más longevo debido a condiciones higiénicas y de alimentación artificiales que, de otro modo, habrían acortado la vida de los cuerpos biológicos de la especie humana.

La ciencia no ha sido capaz, aún, de descubrir y, menos aún, de separar a ese agente desconocido que se ha venido a denominar como Espíritu; ya que se trata de un Organismo extraterrestre que se encuentra íntimamente vinculado, por mutación y evolución, con el ADN del simio del que procede nuestra Especie. Todas nuestras células, no solo las cerebrales, están involucradas en esa simbiosis entre la naturaleza biológica del Simio y la espiritual del Ser alienígena que también somos.

Es por ello que, en nuestra vida compuesta, se desarrolla una especie de lucha interna entre lo Natural, de este mundo, y lo Espiritual, lo ajeno, extraño, de otro Mundo y que lucha por prevalecer. En cierto modo, podría decirse que esta simbiosis tiene muchas connotaciones parasitarias ya que mientras uno crece, el Alma Espiritual, el otro mengua, el alma biológica. Esto debe de ser así ya que los seres vivos no son otra cosa que máquinas biológicas con su propia inteligencia artificial. Una inteligencia programada para producir la supervivencia del organismo y de la propia especie durante un tiempo limitado. El Espíritu del Alma humana, a veces lleva bien eso de convivir con ese instinto de supervivencia; pero en muchas otras ocasiones, cuando el fin propuesto lo precisa, el Espíritu decide sacrificar su propia integridad, como organismo biológico, en beneficio de algo que él conoce muy bien y entiende como superior; pero que choca frontalmente con la programación de supervivencia de su vehículo orgánico de manifestación.

En un principio, el lector pudiera pensar que ese parasitismo es injusto dado que el Ser biológico está a expensas de lo que decida su partenaire en la simbiosis; pero hay una cosa que la inteligencia biológica desconoce y que no está preparada para comprender. Como se ha dicho, el Ser biológico está constituido para sobrevivir durante un periodo de tiempo y que se encuentra previamente programado en su ADN. Evidentemente, esa programación puede verse modificada por accidentes o agentes externos agresivos como la falta de aire, exceso de radiación, falta de agua etc., etc. El Espíritu sin embargo trasciende de ese periodo de supervivencia, tan breve, y migra de unos cuerpos a otros, conservando tan solo una especie de bíos informática que lo incita a seguir manipulando, por mutación, los cuerpos en los que penetra. Así los convierte, cada vez más, en propios y utilizables con el único fin de alcanzar su fin programado: El conseguir un Cuerpo antaño perdido. Es por tal motivo, mal que nos pueda parecer, que el Hombre biológico, como alma, está condenada a perecer definitivamente con el fin de dar paso al Hombre Nuevo, Espiritual, Eterno e Inmortal.

Cómo se produjo esa simbiosis entre lo natural y lo espiritual es algo que ya hemos abrodado de forma repetida, sirva ahora, tan solo, la comprensión del porqué muchas veces hacemos algo que creemos impropio y dejamos de hacer las cosas que nos debían de producir beneficio. Son dos seres los que conviven en un único vehículo de manifestación; pero solo uno de ellos tiene futuro. El otro, lamentablemente, no.

Concepto Quántico Filosofía Religión



En el transcurso de la existencia del Ser humano, la Consciencia ha transmitido al hombre una especie de enfermedad y que lo acompaña, desde que tiene uso de razón hasta la tumba: La incertidumbre, las preguntas existenciales.

Como medicina para mitigar ese mal, la especie humana, en sus individualidades, ha intentado, por medio de la lógica y de la razón, calmar el ansia producida por esas preguntas sin contestar: Quien soy yo, de donde vengo, que hago aquí y a donde voy. Esa medicina es la Filosofía, que al contrario de lo pretendido, ha favorecido que surjan más preguntas sobre otras preguntas, en una cadena que parece no tener fin. Esa circunstancia ha permitido el nacimiento de las ciencias del conocimiento.

Por otro lado, algunos desaprensivos, teniendo el Poder del conocimiento, han hecho uso de esa facultad para manipular a sus congéneres en su propio favor. Esa es la Religión, la cual no induce preguntas en los cerebros de sus practicantes; en todo caso dudas que no es lo mismo. Al contrario que la Filosofía, que intenta contestar a las preguntas existenciales, la Religión crea doctrinas dogmáticas en las que hay que creer aunque no tengan algún tipo de consistencia lógica.

Hemos visto como el sistema natural de la Filosofía provoca un perpetuum móvile de preguntas y respuestas que conduce a una evolución progresiva del conocimiento del Ser Humano; por el contrario la Religión, por su dogmatismo, frena ese conocimiento provocando incluso una especie de falsa consciencia de culpa en los individuos practicantes, con lo cual, podría decirse que es una anti-medicina.

Con la filosofía se pretendía calmar la ansiedad provocada por los efectos secundarios de la adquisición de la Consciencia; por el contrario, la Religión convierte al hombre en un ser cargado de infelicidad ya que se siente culpable de todo lo que realiza y le sale mal e incluso de la situación de su entorno familiar, vecinal, regional, etc., etc... Eso es así, porque en el fondo, aunque el hombre quisiera protegerse durante un cierto tiempo bajo el paraguas de la religión que contesta a sus preguntas existenciales bajo el prisma de: es palabra de Dios y hay que creerlo, es decir la Fe, las dudas vuelven a resurgir, como si de algo podrido se tratase y que quisiésemos enmascararlo con algún tipo de perfume. En principio parece desaparecer bajo los poderosos efluvios de la Doctrina; pero a la postre, el binomio Inteligencia-consciencia vuelve a tomar el mando y surge la duda, porque algo no casa. La Consciencia sabe que algo no anda bien, que no es razonable o lógico y termina comprendiendo que está siendo manipulada y se revela.

Esa es la principal causa de que el pensamiento religioso termine transformando a sus practicantes en terribles guerreros que luchan por mantener sus doctrinas ancestrales, contra los rebeldes que, por el contrario, intentan que no se les engañe más. La Filosofía no es dogmática, la Religión sí y dado que el conocimiento no es nunca perfecto y siempre se va modificando conforme transcurren las experiencias, la filosofía evoluciona y con ella la propio Alma humana. La Religión la enclaustra y no la deja respirar, intentando mantenerla dormida.

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