domingo, 15 de abril de 2012

KAOS QUÁNTICO, Libro IV: Cosmogénesis; La Luna


18 (1+8=9) La Luna (El Crepúsculo)



Cuando la luz se va, queda la oscuridad. Los Eones ya se han unido para formar el Único Ser que siempre ha sido. Los arcontes como entidades sin luz propia han fenecido; pero queda uno, el más grande, el Primigenio, cuya fuerza le proporcionara en tiempos remotos la Gran Sacerdotisa. El Gran Presuntuoso que se enseñoreó sobre todo lo Creado y se erigió en Dios único y absoluto, rodeándose de una cohorte de acólitos a los que vino a llamar ángeles.



Triste mira hacia atrás. Hacia la oscuridad pues ya no le queda nada. Incluso la Luz divina que robara durante tantos eones de tiempo sale de el/ella, a motu propio, atraída por el Gran Eón que pronto se encuentra a abandonar el cósmico escenario. Tuvo en sus manos el poder para crear cuerpos y que sus criaturas, divididas o no en sexos opuestos, pudieran extenderse por todo el Multiverso.



Sabe que su falta de Luz, cuando El Gran Eón único haya emigrado, hará que desaparezca para siempre de la faz de la existencia. Triste, no se sabe si arrepentido, el Gran Presuntuoso ya es consciente de que su reinado acabó y que muy pronto, hasta el/ella, dejará de Ser. En algún lugar, piensa mientras todavía respira, quede algo de la memoria de lo que durante una eternidad sucedió en este lugar que ya, pronto, dejará de ser.



Todas las marionetas que creara para confundir a las partes de Osiris desperdigadas por el Orbe, permanecen con ella. La Mar y sus criaturas. Todo surgió de María. Todo morirá con su Memoria cuando ya no exista luz de Eones que devorar. Machos y hembras, de agua o de tierra, de aire o extraterrestres de otros planos y dimensiones. Ya, los agujeros negros que comunican con el Mundo Original están llamando a sus hermanos. Oscuridad parecen en el Plano del Gran Presuntuoso; pero en verdad, Luz Pura son, llamando con ardor a su Hermano Osiris reconstituido.



El Espíritu de Isis, la María Celestial, el Espíritu de la Gran Sacerdotisa que propició el nacimiento de la Gran Madre Gaia, ya no está a su servicio pues Osiris la reclamó para sí y como no podía ser de otro modo, ella ya marchó rauda al encuentro con su Amado. Solo queda una triste sombra de lo que otrora pareciera ser una imponente divinidad. Ahora todos conocemos como fuimos conocidos y el Gran Presuntuoso se encuentra desnudo e inerme ante la mirada del Dios, constituido de muchos dioses, que lo mira de forma indiferente. El Dios no posee en su Corazón capacidad para la pena o el desprecio.



El Crepúsculo de los dioses ya está aquí, se dice, mi pensamiento vuela, se volatiliza atraído por otras esferas de poder. Ya pronto no seré y me pregunto si alguna vez, en algún instante, he podido ser algo más que el pensamiento de algunos de esos seres cuya Luz devoraba con deleite y fruición. Nadie quedará aquí para recordarme. Nadie que adore mi recuerdo como me adoraron multitudes, mientras estuve gordo y frondoso de luz prestada. Lo que se presta hay que devolverlo y ha llegado el momento cósmico para hacerlo; pero lo que lamento es que yo soy ese préstamo. Todo mi Ser, porque aquí no podrá quedar nada, ni tan siquiera el aparente vacío Cósmico que será fagocitado por el Gran Eón y trasladado al mundo de donde vinimos.



Ya entra en sueño el Gran Presuntuoso, esperando el Día de su Juicio. Osiris rescatará de su Ser todo, como no puede ser de otro modo. No porque Osiris sea majestuoso y benevolente sino por propia Ley Divina. Nada se Pierde, porque la Nada, como la entendieron en el Multiverso, jamás ha existido. El Gran Presuntuoso, el/ella, su memoria va perdiendo mientras un hilo de Luz se dirige hasta Osiris que presto está a abrir el Portal de regreso a casa.



Hilos de Luz negra roban la luz a la Gran esfera arcóntica, al gran Demiurgo del Multiverso. Pero no es robar cuando solo se recupera lo que siempre ha sido tuyo. Las estrellas, Eones, caen unas sobre otras. Primero unas pocas, después cientos, miles millones, cientos de miles de millones. Ya está Osiris conformado, reconstituido en todas sus partes. Ya no hay Legisladores.



Concepto Quántico del Pleroma



En principio, quiero solicitaos un pequeño ejercicio de olvido. Para entender lo que es el Pleroma, intentad olvidar todo lo que aprendisteis en la escuela. Olvidad también la lógica. ¿Hecho? Vamos a ello.



Imaginad por un instante que solo existe una gigantesca esfera, sin límites y en cuyo exterior no hay nada porque ese, hipotético exterior, tampoco existe. No hay nada más que un inmenso Mar poli dimensional de un fluido dorado constituido por infinitos midiclorianos, neutrinos mondos y lirondos. Si intentásemos comprender lo que allí sucede, solo alcanzaríamos a ver caos; pero es solo una limitada interpretación de la aún más limitada mente humana. Cada una de las partículas íntegras que conforman el Pleroma son un Eón y todas ellas se entremezclan entre sí como si de agua dorada se tratara.



Todos los infinitos Eones que conforman el Pleroma, han existido siempre pues nunca tuvieron algún comienzo. Nada ni nadie los creó jamás; por lo tanto el Tiempo, tal y como lo conocemos, allí no transcurre. Todos ellos son seres inteligentes que comparten un cuerpo mutable y una mente común. El Pleroma es el Origen Eterno de donde surgiría, en algún momento, el Multiverso que hoy en día conocemos. No deberíamos, aunque nos inclinásemos a hacerlo, llamarlo Dios, ni Cielo, ni otra cosa parecida, ya que nosotros mismos estamos formados por partículas organizadas del propio Pleroma y en todo caso, podríamos llamar a sus habitantes como hermanos originales o primigenios.



La materia fundamental del Pleroma es el Éter, aparentemente intangible, aparentemente invisible y aparentemente inmedible; pero en el Éter no hay Espacio vacío, sino una infinitud de neutrinos que se mueven, de forma anárquica. Un anarquismo que no es tal; pero que nuestra limitada inteligencia actual es incapaz de comprender su constitución. Debemos entender, de una vez y para siempre, que el Pleroma, como un unitario colectivo, no solo no reclama para sí algún tipo de adoración sino que la rechaza pues no es algo propio de su Naturaleza. Hubo un momento en que algunas partículas del Pleroma decidieron realizar una burbuja interior de vacío. Es evidente que si no existe el afuera solo pudo ser adentro.



Para el Pleroma y todos sus infinitos habitantes, lo que aquel Eón, conocido como Adam Kadmón, realizó era algo novedoso y que jamás había sido hecho con anterioridad. Cuando el Eón penetró en la burbuja de Pleroma se produjo en ella una implosión y como consecuencia una explosión dentro de la novedosa burbuja que arrastró, en una cósmica vorágine, a múltiples Eones que se desmembrarían dentro de esa Burbuja justo en el primer segundo después del Big Bang del Multiverso dando lugar a lo que se conoce como Espacio Tiempo. Como ese Universo múltiple no puede subsistir por sí mismo, sino que necesita del Pleroma, se mantiene unido a él por medio de una especie de cordones umbilicales que unen a algunos Eones con el propio Pleroma. Esos nexos de unión no son otra cosa que los agujeros negros cósmicos.



Cerca de esos vórtices de oscuridad total, vista desde nuestro lado en el Multiverso, se encuentra lo que se conoce como horizontes de sucesos, donde aparentemente y desde nuestro particular punto de vista humano, no parece existir el Tiempo. El Tiempo se detiene, no circula. Esos lugares de transición que no podría decirse que pertenecen a nuestro Plano; pero tampoco al Pleroma de donde todo emanó, son los mundos de Shámbala; donde una multitud de Eones, Hermanos nuestros, intentan evitar que la implosión del Pleroma continúe. Por el contrario, intentan hacernos despertar para que comprendamos la situación actual de la Humanidad y de sus hermanos menores, la Naturaleza en su conjunto.



Logrando su Sagrado Objetivo, conseguirán, gracias a la Magia o Ciencia Sagrada, que todo retorne a su origen y la Burbuja que otrora recreara Adam Kadmón, se repliegue hasta su punto de origen. Entonces los Eones que un día emanaron retornarán al Pleroma; pero con nuevas y magníficas experiencias; pero por favor, intentemos comprender la naturalidad de todo y no adoren a unos dioses del todo inexistentes.



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