sábado, 17 de diciembre de 2011

KAOS QUÁNTICO, Libro III: Horizonte Quántico, El Legado de los Dioses

Los Habitantes de los Mundos piensan que son dueños, ya no de sus destinos, sino de su Conocimiento, Habilidades y Descubrimientos. Es cierto que poseen las herramientas necesarias para realizar las Obras que se les ordena realizar por medio de la Intuición; pero lejos de ello está, que la materia inerte descubra y estudie sobre su propia composición. Las Obras de los Ciudadanos, tan solo demuestran que son imagen de Seres Humanos en formación.

Humberto Romero (Coronel de la Policía de Info Red)

(Escrito en Alpha Omega y Leido en una Infinitud de Universos Paralelos)

El Legado de los dioses

–iEih, eih! ...¿Hay alguien ahí?

–Esperado investigador, si has llegado hasta aquí es porque os encontráis preparado para descifrar el resto del presente legado y porque la propia raza humana está preparada para actuar en contra de su cercana extinción.  No os asustéis por las palabras que vienen a continuación; ni mucho menos, me toméis por una divinidad o algo parecido. Tan solo soy un ser humano que intenta evitar el gran cataclismo que en mi presente, vuestro futuro, se avecina.

Después de lo que os habrá costado descifrar el criptograma con el que se encontraba velado este escrito, os extrañará, en sobremanera, haber hallado en él tan solo un cuento de hadas o un relato de pura ficción. Si continuáis con vuestro estudio, os daréis cuenta de que eso no es así y por el contrario, daréis con la solución de los muchos enigmas que están contemplados en este relato histórico y en todas aquellas cosas y circunstancias que lo rodean.

Desde una colonia orbital de la estrella Tau Ceti, conocida como Atlantis, envié por mediación de una rudimentaria máquina del tiempo, el manuscrito que tienes entre manos y los dos manuales que le acompañan, hacia el pasado. El Ordenador – Una Máquina Inteligente– calculó las coordenadas del espacio y del tiempo para que un ánfora de titanio con memoria molecular cayera sobre algún punto de la Antigua Tierra, nuestro planeta de origen. La precisión temporal, aún en nuestro siglo XXV de la presente Era, es bastante reducida, por lo que entendí que lo mejor para la humanidad sería que el ánfora, con su valioso contenido, fuese enviado muy atrás en el tiempo con la intención de posibilitarle su encuentro con una civilización humana que fuese capaz de descifrar su mensaje y de construir la puerta temporal que permitiera el tránsito –Indistinto– de un tiempo a otro.

El ánfora está preparada para soportar los mayores rigores geológicos, en su viaje temporal. Solo el contacto con el ADN, código genético humano, podrá producir la apertura automática del receptáculo. Uno de los escritos que se encuentran en su interior, éste que ahora lees, es la historia futura que os permitirá comprender el porqué de mis exigencias, justas exigencias, y el porqué es necesario que se alce una especie de Orden Secreta con la intención de proteger estos escritos, durante los siglos que posiblemente transcurran, hasta que lleguen a ser de alguna utilidad para vosotros.

Los otros dos documentos, todos en polímero incombustible, son libros técnicos. Uno os servirá para conseguir los medios económicos suficientes que os permita sufragar los enormes gastos, que intuyo, de tan magna empresa; por medio de un método tan simple como es el de transformar los metales innobles en oro. Esta técnica fue desarrollada, lo será mejor dicho, a partir del siglo XXII, en el instante en que toda la Ciencia física de los siglos pasados se desmorone, comprobándose la terrible sencillez de los gluones, sustancia que une las partículas subatómicas que conforman cualquier tipo de materia.

Fue paradójico que ocurriese con este hecho, lo mismo que sucedió en mi pasado con el descubrimiento del vuelo con ala delta. “La humanidad descubrirá el vuelo, en vuestro futuro, y conquistará muchos planetas que ahora son para vosotros tan solo puntos de luz en el firmamento estrellado” .

El ala delta y otros planeadores fueron desarrollados por la humanidad después de haber inventado aparatos que utilizaban una fuerza externa generada por medios mecánicos – motores– para poder despegar del suelo, mantenerse, maniobrar y desplazarse a través del aire. Por enésima vez, la humanidad descubrió antes lo difícil que lo sencillo.

Así sucedió, igualmente – Perdonarme que os hable en pasado– con la transmutación de los metales y otras materias. En el siglo XX se pusieron de moda unos aparatos superconductores de electromagnetismo denominados como aceleradores de partículas y cuyas exageradas dimensiones eran enormes – cientos de kilómetros de circunferencia –, que permitían acelerar partículas atómicas primero, para hacerlas colisionar después; de este modo, conseguían dividir los átomos en partículas más pequeñas conocidas como subatómicas. Estas partículas, después, se podían unir a modo de arcilla dando lugar a otras moléculas diferentes, algunas inexistentes en nuestro presente universo como pueden ser los átomos de antimateria.

Se había conseguido, por fin, la transmutación de la materia; pero esta técnica, no sirvió en la práctica, ya que los costos de producción superaban con creces al valor intrínseco del oro. Una cosa es cierta, se habían sentado las bases para desarrollar una técnica, no tecnológica, tan simple como desconcertante. La Alquimia metalúrgica era posible.  En el siglo XXII, casi por casualidad y por aficionados, se descubrió que una laboriosa técnica casera, con medios absolutamente naturales y rudimentarios era capaz de modificar la estructura molecular de diferentes minerales metalúrgicos.  Esta técnica es la que os remito adjunto a esta introducción; ya que entiendo – permitirme que bromee– que en vuestra época no existirán, aún, los también denominados como súper sincrociclotrones.

El otro manual permitirá, no a vosotros, sino a vuestros descendientes del ya avanzado siglo XXI, la construcción de la ya mencionada como puerta temporal. Máquina del Tiempo que pueda ser detectada por nuestros "scaners" temporales del futuro y que haga posible el tránsito mutuo entre nuestros diferentes universos temporales. Ha llegado el momento, querido lector, en que os preguntaréis: ¿Porque no has venido tú, o alguno de los tuyos, en lugar de enviarnos una extraña ánfora con unos manuales técnicos, aún más difíciles de comprender?

En mi presente, la máquina del tiempo está en proceso de investigación a partir de los replicadores de objetos, de alimentos y de los transportadores moleculares que se utilizan por las gigantescas naves de la Federación de Galaxias Unidas.

Pues bien, a pesar de que teóricamente se supone que puede enviar objetos o animales hacia el pasado o hacia el futuro, esto no ha podido comprobarse fehacientemente. La máquina del tiempo, hoy, sigue siendo una hipótesis de los teóricos. No puedo arriesgarme a enviar hacia el pasado a ningún ser humano, pues sigue existiendo la posibilidad de una desintegración molecular sin retorno, o una pérdida del espíritu.

Es necesario un receptor adecuado o puerta teleyectora. Enviar, con el supuesto navegante la tecnología necesaria, supone un riesgo añadido de ilimitada importancia, pues se podría interferir con las civilizaciones que no estuviesen capacitadas tecnológicamente ni preparadas moralmente para asimilar algo a lo que ellos denominarían como mágico o divino. 

Tú, sin embargo, querido lector, has tenido que descifrar primero, con la ayuda de tus ascendientes, un Enigma. Eso nos permite suponer que, por lo menos, algunos de vosotros estaréis preparados para asumir las consecuencias del presente choque cultural. La tecnología que os adjuntamos, no obstante, no podréis desarrollarla, por falta de medios, hasta que se inventen los microprocesadores cuánticos de silicio y argon. Posiblemente, desconocido lector, no sepas a que me estoy refiriendo; pero no tiene importancia. Déjalo…

El porqué de todo esto es tan simple como que. Si no intervenimos, el Universo se colapsará en lo que en mi actualidad conocemos como Big Crunch debido a la imparable, inconsciente y loca contaminación cuántica producida por la vieja tecnología humana. La Ciencia que permitió la fisión y fusión nuclear primero, la utilización de la antimateria después y,  como consecuencia lógica, el descubrimiento de los enigmáticos gravitones, capaces de dar lugar a diversas distorsiones cuánticas, fue iniciada a últimos del siglo XX.

Este cambio drástico, de la física, originó la posibilidad, por parte de la raza humana de colonizar el Universo conocido hasta la Gran Barrera – Gran Atractor – y transformar todo su entorno cósmico. Esa intervención, construyendo singularidades en el hiperespacio, agujeros de gusano en las inmediaciones de súper cuerdas y agujeros negros, introdujo una constante caótica en el inestable equilibrio estelar. Como consecuencia de todo lo hasta aquí  mencionado, atento lector, el hipotéticamente lejano Big Crunch se ha acelerado y según los cálculos más precisos, se encuentra a punto de comenzar.

¿Que supone eso?

Te lo dije al principio. y siento hacerte partícipe de tan terrible responsabilidad. Es el fin del Tiempo de la Humanidad y, por lo tanto, de la Inteligencia en el Universo.  Ya no habrá más Universo. Puedo evitarlo, con tu ayuda, si somos capaces de intervenir en los más altos foros científicos y hacer que las tecnologías culpables no se desarrollen.

Querido buscador, perdona que no me haya presentado,  aunque por lo leído hasta aquí puedes suponer quien soy.  Humberto Romero, Coronel en activo de la policía virtual,  dependiente del consejo de planetas de la flota estelar. Actúo a motu propio y en solitario; ya que, de otra manera, todo podría irse al traste. De hecho, ya intentaron asesinarme,  como has podido comprender.

El virus que me implantó el Consejo de Gestar se ha activado. Laura Estrella Luminosa, mi Amor, suplementó la información que ya poseía. Ella y el Consejo de Gestar, parecen ser una sola cosa. Me salvaron la vida cuando creía que eran los responsables del colapso de mis funciones vitales. Ahora, Laura me busca por motivos mucho más siniestros. Parece haberse olvidado de nuestro Amor. Por el bien de todos, dice, tiene que eliminarme. Quizá tenga razón y sea lo mejor para todos, aunque no llego a entender el auténtico motivo; pero hasta que llegue ese instante, querido lector, espero terminar con mi trabajo.

Pero retrocedamos en el tiempo intelectual. Lo que a continuación viene es el resto de la historia.

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