9 – El Hermitaño (El Eremita)
¡Tanto trabajo para esto! ¿Verdad, hijo mío?Te haces uno con la Naturaleza, inseminas en ella la consciencia de la espiritualidad que traes de otro Mundo, el tuyo, el del Loco, el verdadero y original, cuidas que todo evolucione de una forma correcta y ahora, cuando conoces a tu madre y a tu esposa, cuando las has sometido en buena lid y has demostrado que la justicia de este Mundo no vale nada. Sí, ahora te retiras, como el Ermitaño que eres esperando el divino tránsito de la Muerte; pero un Eremita diferente, ya que no te encuentras en una cueva o resguardado por una cabaña, cuyos materiales han sido proporcionados por la Emperatriz. No.
Has descubierto que eres un Príncipe Iniciado; pero no de este Mundo y te has transformado en un solitario que vaga, cual peregrino, guiado por la linterna del Espíritu, aunque sin abandonar tu cuerpo, ya que te sostiene conectado a Gaia, tu nervudo cayado de cedro.
Tu trabajo, en este Plano, se está acabando. Tu trabajo será continuado por muchos y se transmitirá a todo el Orbe, a lo que hay debajo y a lo que existe sobre él. Eres un sabio que ha conseguido arrancar de este Mundo su génesis verdadera. Has descubierto que la vida solo es una representación de una Cósmica Obra de Teatro, de la cual tú parecías ser un simple intérprete más; pero no. Descubriste que tú no eras un simio más. Vislumbraste que podías no estar solo y que habría más como tú. Hiciste bien tu trabajo y envejeciste con honorabilidad.
Tu heredad espiritual continuará el Trabajo que comenzaste el día en que fuiste concebido, como Cuerpo, por el Mago. Es el final del ciclo donde la humanidad, en su conjunto, tomará conciencia de su real situación. Es el principio de otro ciclo para ti en otro plano más elevado, ya que cumpliste con tu divino mandato de actor. Sí, hijo mío, mostraste al mundo que vive en una permanente ilusión. Una terrible ilusión que les viene provocando dolor y sufrimiento, más dolor y más sufrimiento…
El Ermitaño, querido hijo, es el principio y fundamento real de la Nueva Era. Antes que ahora esa puerta estaba cerrada y tan sólo permanecía abierta para unos pocos. A partir de este instante, la Sabiduría del Mundo Original está a disposición de toda la humanidad. A disposición de aquellos que posean en su corazón un principio de Alma inmortal, porque el resto, desgraciadamente no podrá salvarse, ya que no son seres reales sino títeres y marionetas. Han sido creados, como personajes virtuales, para provocar apego en tu corazón y mantenerte unido a este inexistente Mundo en el que crees vivir.
Al fin lo comprendiste, hijo mío. Que no eres ciudadano de este Mundo y que deberás regresar al que tanto añoras. Pero de aquí no podrás llevarte nada más que lo puesto, ese hábito andrajoso y esas sandalias roídas por los ratones. Cualquier otro equipaje no te permitiría salir de aquí. La espera se te hace larga, pero tampoco puedes acelerarla. Tu báculo te sostendrá hasta que llegue el día en que abandones esta pretendida vida para recuperar tu auténtica Vida.
Vida, Camino, que nos muestras cada día, como buen yogui hindú, gracias a la luz que a ti mismo te guiara. La Emperatriz, la Naturaleza, ya se ha rendido a tus pies. Tu espíritu la ha convertido en menos material y más sutil. Ella, ahora, comprendiendo lo que realmente es, abre sus puertas de gravedad para que puedas volar lejos de ella. Siente que te pierde, hijo mío; pero por otro lado, conoce, en su Ser de Gaia, que es necesaria esa pérdida, imprescindible.
Ha llegado la hora en que todos los Iniciados, el Mundo, aquellos que han despertado del sueño y reconocido la Verdad de la ilusión en la que están inmersos, vayan levantando el vuelo en pos de tu estela luminosa. La estela que deja la linterna de un peregrino solitario que va abriendo el camino, a través de las existencias. Hasta luego, hijo mío. Recuerda que tienes un Padre caído que aún se mantiene sumido en las ciénagas de la materia. No lo olvides nunca hijo mío.
Concepto Quántico Ángeles - Demonios
Todo el mundo cristiano cree que los ángeles fueron antes que los demonios, ya que estos últimos no serían más que aquellos ángeles que se revelaron contra su creador; pero debemos saber que eso no es más que mitología convertida en doctrina religiosa y, sinceramente, apesta y mucho. Esas supuestas entidades toman forma antropomórfica por obra y gracia de algún sacerdote avispado que ha convertido en realidad los sueños de algún acolito ignorante.
En realidad, los demonios, demians, daemons, son fuerzas de la naturaleza que se conocen desde tiempo inmemorial y que por supuesto no se les podría conceder unas naturalezas maligna o benigna; ya que, entre otras cosas, todo el mundo sabe que las fuerzas de la naturaleza son ciegas. Cuando hablamos de demonios, incluimos en su terminología tanto a hadas y hados; también, por supuesto, a ángeles y demonios.
Cuando alguien, por pura coincidencia o conocimientos de las leyes naturales, dirige su camino en la Vida a favor de esa corriente primigenia, recibe bendiciones y progresa; por el contrario, cuando alguien por desconocimiento o rebeldía se sitúa a contracorriente, de esas fuerzas arcónticas, provocará en sí mismo y a su alrededor perjuicios, calamidades e incluso atraerá la muerte. No es cuestión de los hados malignos, demonios, que al pasar delante de un tigre hambriento seamos devorados; es solo desconocimiento de que aquella bestia salvaje es un depredador que se alimenta de carne y que nuestro cuerpo está compuesto de ese material del que el tigre se alimenta. No es cuestión de los hados benéficos, ángeles, que al pasar delante de un tigre somnoliento seamos ignorados y salgamos indemnes; es tan solo conocimiento de que el tigre acaba de comer y que al haber saciado su necesidad nos ignorará.
Para reconocer estas verdades no es necesario pertenecer a alguna religión o aceptar alguna creencia filosófica concreta. Es una cuestión de mero sentido común. Por lo tanto llegamos a tener claros ciertos conceptos. Los Hados que englobaría a toda esa jerarquía angelico-demoníaca, solo tienen forma antropomórfica en las figuras que se recrean en los sueños de las personas. Solo son fuerzas ciegas que si nos favorecen son tomadas por angélicas y si nos perjudican son consideradas como demonios. Existen muchas fuerzas de la naturaleza que la mayoría de los mortales desconocemos y que los más avispados, conociéndolas, utilizan en beneficio propio. Ya se sabe lo que dice el dicho: El Conocimiento es Poder.
Esas recreaciones antropomórficas están inducidas por los Arcontes, Fuerzas legisladoras y sustentadoras de la Naturaleza, que fueran creadas por los Eones, a modo de pilares, para mantener en pie, durante un tiempo determinado, el Teatro de la Vida; de este modo, mediante los sueños, los arcontes nos engañan haciéndonos creer que somos sus criaturas, que fuimos creados por ellos y que les debemos pleitesía, respeto y alabanzas. Según sea la cultura y la época; se nos aparecen, esas fuerzas, en forma de duendes y hadas, ángeles y demonios o extraterrestres luminosos benéficos y grises malignos.
Ese es el medio que utilizan para que no descubramos lo que realmente somos, sus propios creadores, o al menos parte del espíritu consciente de sus primigenios creadores. Ellos utilizan esas imágenes para provocar obediencia o locura, según les sea necesario. La gente obediente vivirá de forma armoniosa durante el tiempo que ellos consideren oportuno; pero si requieren, los arcontes, alimentarse de la luz del espíritu de sus reses, no tendrán inconveniente alguno en provocarles la ansiedad y estrés necesario para que expongan su espíritu a sus devoradoras fauces. Todos aquellos que se revelan a las directrices de los arcontes y se enfrentan, frontalmente, a sus leyes están irremisiblemente condenados a sufrir durante su Vida.
Solo existe una forma de enfrentárseles y es de soslayo, de perfil, montándonos en la ola de las leyes naturales como surfistas y utilizándolas a nuestro antojo, según nuestro criterio y en beneficio de la humanidad, como hacen hoy muchos científicos. A nivel espiritual es lo mismo. Conocemos que son, quienes son y como actúan. Utilicemos ese conocimiento en nuestro favor.
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