6 – El Enamorado (Hércules)
Te has distanciado de mí, hijo mío, y te has convertido en el Héroe. Antes eras humano con pretensiones divinas, después Hombre-dios en formación. Ahora, hijo mío, sin embargo eres más que humano. Eres Dios encarnado, hijo de los dioses por heredad y fecundador de tus amadas señoras.
Primero, como Hombre-dios, inseminaste en forma de Emperador a la Emperatriz. Ella fue sojuzgada y es evidente que abusaste de ella a placer. Así cuando te convertiste en Sumo sacerdote, comprendiste, solo comprendiste, las aberraciones que habías cometido con tu madre y esposa; pero no estaba en tus manos poder solucionar el asunto. Entonces te pusiste a cambiar la mente de los emperadores, para que fuesen conscientes de que el dominio por la fuerza no era el camino correcto.
Ahora es diferente, hijo mío. El espíritu del Sumo sacerdote ha crecido en ti y te ha transformado en el Héroe por antonomasia. El Héroe divino que restablecerá el orden sobre la mancillada naturaleza. Tú lograrás que la Emperatriz recobre su belleza original y con amor recoja en su seno tu simiente eterna y divina.
Ahora, la naturaleza, no será hollada y maltratada. Tú hablas tiernamente con tu madre, le comentas lo que sabes de un mundo original y anterior a todo lo creado. Le cuentas que en su seno se encuentra el germen de todo aquello divino e inmaculado que siempre ha existido. Le susurras al oído que su verdadero nombre es Gaia y que te encuentras irremisiblemente enamorado de ella y le cuentas que quieres salvarla de la destrucción originada por el Emperador. Le dices que así eras tú; pero que has cambiado al recibir el fuego divino.
La enamorada Gaia, asiente todo lo que le susurras al oído, hijo mío. Sus ojos amorosos lo comprenden todo aunque su entendimiento sea parco. Ella no sabe mucho de muchas cosas; pero lo entiende casi todo. Ella sabe que te acercas a su seno con buenas intenciones y que igual que tú has cambiado ella también lo hará. Habrá cielos nuevos y tierra nueva, porque el Amo del Mundo ha cobrado consciencia de su divino Ser, su esencia y su verdadera función.
El Héroe, tú hijo mío, se une a su amada sin mancillarla. Con respeto la acaricia y besa sus lindos cabellos. Ella deja que la semilla de Hércules penetre en ella. Esa semilla engendrará a la Naturaleza superior. La que por un lado es fuego espiritual puro, en el arquetipo de la Sacerdotisa, y la que es puro amor engendrador como Emperatriz. Ahora, ella remeda en su interior el espíritu de su héroe y salvador.
Con el Hombre, hijo mío, la propia naturaleza, el Cosmos, se pierde o se salva. En buena gracia has nacido de nuevo tú. El déspota Emperador que se ha llegado a creer con el poder, lo tenía, para hacer con lo que le rodea lo que quisiera, ha comprendido que ese camino no lleva a parte alguna más que al odio, la locura, el miedo y la destrucción. El espíritu del Papa le ha hecho ver el craso error en el que estaba inmerso.
Esa unión del Emperador y del Sumo sacerdote, te han formado a ti, amado hijo mío. Tú con el amor que le profesas a tu Señora habrás hecho que el Espíritu inunde hasta cada una de las células de la Emperatriz con el fuego espiritual de la Papisa. Tiempo llegará cuando el León dormite con el cabrito y la serpiente con el ratoncillo, sin dañarlos.
Todo eso será posible cuando tú, mi Héroe bendito, mueva el carro de la Vida. No solo has inseminado a tu amada madre y esposa sino que deberás cuidar que su simiente no se malogre en el futuro porque todo está por hacer. Todos aquellos que predican que estamos inmersos en la Nueva Era engañan o al menos se equivocan. La Nueva Era comenzó cuando el Mago puso su Mirada en su creación; pero aún es pronto, según el reloj divino, para disfrutar del resultado de la fermentación, en este plano, del germen divino que tú has plantado, mi Amor.
Concepto Quántico sobre los Conceptos Quánticos
Creo que ha llegado el instante de que expliquemos eso del Concepto Quántico y que pudiera ser interpretado como un ejercicio de inflado del ego. Llevamos, en esto de la búsqueda de la Verdad, muchos años, desde que tenemos uso de razón. Como no pretendo demostrar a los demás que la poseemos, digo Concepto Quántico, nunca concepto universal, ni concepto rosacruz o concepto budista, cristiano o de cualquier otro tipo.
Hace poco, llegamos a la conclusión de que debíamos ir poniendo en orden las ideas que se habían enquistado en nuestro Ser y que nos estaban sirviendo, para comprender la Vida y sobre todo para hacerla algo más soportable y llevadera. Evidentemente, solo sirven en su totalidad para mí mismo; pero he querido divulgarlas por dos motivos fundamentales: Primero por si le sirviesen a alguien como inicio de su propia búsqueda particular y en segundo lugar como simple ejercicio de ordenación de ideas.
El origen de este catecismo particular es múltiple y variopinto; pero no se entienda que lo que en estas páginas se expone es una especie de sincretismo entre filosofía y religión. Si esa es la opinión que puede sacar el lector, quiere decir que no me estoy expresando adecuadamente. Es cierto que hemos pasado por diferentes escuelas de misterios y leído, hasta la extenuación, todo lo que ha llegado a nuestras manos referente a las cuestiones tratadas; pero hemos dejado que pase el tiempo necesario con el fin de que pudieran ser digeridas por mi mente, el Ser.
El producto de esa digestión mental son esos Conceptos que a mi me sirven para entender tanto mi entorno cercano, microcósmico, como el más alejado. Nos sirve para entender lo diminuto que estudia la Física cuántica y lo enorme, macrocósmico, que intenta dilucidar la astrofísica.
Si alguien lee estos Conceptos Quánticos, al dialogar conmigo mismo o con cualquiera de nuestros otros escritos, de eso se trata de dialogar con una exposición pasiva, podrá entender mejor lo que estamos tratando de decir o explicar en un momento determinado. Se trata, quizá de no perder demasiado tiempo en descubrir malos entendidos. Nos adelantamos a la jugada y decimos: No, no vamos bien por ahí. En mi Concepto tal, dejo bien claro cual es nuestra posición respecto a tal asunto y no cambiaré mi concepción hasta que, con argumentos lógicos y fácilmente entendibles, se me pudiera rebatir.
Estos Conceptos Quánticos, son más bien un ejercicio de humildad, aunque no me guste utilizar dicha palabra, ya que si expusiera mis opiniones personales como Conceptos Universales sí, entonces sí que estaríamos incurriendo en un pecado de soberbia, ya que estaría intentado convencer a los demás de que estoy en posesión de la Verdad absoluta cuando esto, es evidente, no es así.
Estos conceptos, tomados de aquí y de allá; pero asumidos como propios por mi consciencia nos sirven como incentivo para poder seguir viviendo. Quizá me esté engañando a propósito; pero aunque así fuera, en este caso sí, el fin justifica los medios.
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