"Las Bodas Químicas 29"
-Cuarta Jornada II-
Si algo puede tener claro todo el mundo, es la naturaleza simbólica de las Bodas Químicas de Christian Rosentkreutz.
Como hemos visto, los símbolos, por cierto nuestro alfabeto y números también lo son, poseen diferentes capas de interpretación, cada vez más profundas y de difícil interpretación.
No, no se puede indicar que un símbolo tenga un único significado o una única manera de ser interpretado; no obstante, es cierto que existen símbolos mucho más complejos que otros que no lo son tanto. Por ejemplo, en la Cultura Digital el 0 posee valor nulo y el 1 valor pleno. La combinación de ceros y unos posee un valor único para cada combinación; pero si nos introducimos en la Cultura Cuántica de los Q-Bits, la cuestión ya no parece tan simple, dado que éste, al contrario que los bits que habíamos mencionado, pueden tomar múltiples valores y, por lo tanto, su cantidad de información es muchísimo mayor.
Así, los símbolos de los que estamos tratando, están dirigidos al Alma y está en cada Alma, de forma individual, sacar su particular y única interpretación. Dicho de otro modo, lo que un símbolo me está diciendo a mí puede ser algo muy diferente a lo que te está diciendo a tí.
Por lo tanto, en ésto del Esoterismo, que no es otra cosa que un Universo constituido de símbolos, no deberíamos de dogmatizar y tomar nuestras interpretaciones como las únicamente válidas y es, en éste sentido, donde la palabra Tolerancia toma todo su valor.
Es, por todo lo anterior, que intentamos no ser tasativos en el Tema de la interpretación de las Bodas Químicas, a sabiendas de que no podemos conseguirlo del todo y, por ello, debemos repetirnos en el sentido de que nosotros no estamos en posesión de la Verdad y que nuestros escritos e interpretaciones no dejan de ser otra cosa que meros ejemplos para que cada uno de nuestros lectores vayan aprendiendo a interpretar, por sí mismos, la rica simbología de la Rosacruz. En éste sentido, no os estamos ofreciendo pescado sino la forma de vosotros pescarlo. Si nosotros os ofreciéramos pescado estaríamos siendo sectarios y dogmáticos; pero, sin embargo, al ofreceros la posibilidad de que lo pesquéis, por vosotros mismos, se os ofrece la oportunidad de alcanzar la Iluminación en libertad que, por otro lado, es la única forma de llegar a ella.
Continuemos con nuestra particular interpretación de las Bodas Químicas:
"En aquel momento hubiera sido conveniente que ninguno de nosotros dijera algunas palabras. Pero como estábamos demasiado emocionados para hablar, fue el viejo Atlas quien se adelantó y dijo en nombre del Rey:
"Su Majestad Real se alegra de vuestra llegada y os otorga su gracia real a todos juntos así como a cada uno en particular. Igualmente está muy satisfecha del cumplimiento de tu misión, querida virgen, y te será reservado un don del Rey. Su Majestad piensa sin embargo que aún deberías guiarlos hoy, pues no pueden sino tener una gran confianza en tí"
La virgen recogió humildemente su rama de laurel y nosotros nos retiramos por primera vez acompañados de nuestras vírgenes.
La sala era rectangular por delante, cinco veces más ancha que larga, pero en el otro extremo, tomaba la forma de un hemiciclo completando así la imagen de un porche, en el hemiciclo y siguiendo la circunferencia del círculo habían puesto tres hermosos tronos; el del medio era un poco más alto.
El primer trono estaba ocupado por un viejo rey de barba gris, cuya esposa era por el contrario muy joven y admirablemente hermosa. Un rey negro en plena madurez estaba sentado en el tercer trono, a su lado se veía una vieja madre sin corona y velada.
El trono del medio estaba ocupado por dos adolescentes, estaban coronados de laureles y encima de ambos se encontraba suspendida una enorme y preciosa diadema. En este momento no eran tan bellos como yo los imaginaba, pero no sin razón.
Varios hombres, la mayor parte viejos, se habían colocado tras ellos en un banco circular. Cosa sorprendente, nadie llevaba espada ni arma alguna. Además tampoco vi ninguna guardia sino tan sólo a determinadas vírgenes de las que nos acompañaron ayer que se habían puesto a lo largo de los dos corredores que conducían al hemiciclo.
No puedo omitir esto: el pequeño Cupido revoloteaba por allí. La gran corona ejercía sobre él una atracción particular y se le veía remolinear y dar vueltas preferentemente alrededor de ella. A veces se instalaba entre los dos amantes enseñándoles su arco y sonriendo; alguna vez incluso hacía el gesto de apuntarnos con su arco; en fin, era tan malicioso este pequeño dios que no dejaba en paz ni a los pájaros que numerosos, volaban por la sala. Era la alegría y la distracción de las vírgenes; cuando lo podían coger no escapaba sin trabajo. Así todo el regocijo y todo el deleite venían de éste niño.
Delante de la Reina se encontraba un altar de pequeñas dimensiones pero de una belleza incomparable; sobre este altar había un libro cubierto de terciopelo negro, tan solo realzado con algunos adornos muy simples de oro; a su lado una lucecita en un candelero de marfil. Aunque pequeña, está luz ardía sin apagarse jamás con una llama tan inmóvil que no la hubiéramos reconocido como un fuego a no ser porque el travieso Cupido soplaba encima de tanto en tanto. Junto al candelero había una esfera celeste que giraba alrededor de su eje, después un reloj pequeño de música junto a una minúscula fuente de cristal de la que manaba un chorro contínuo de agua límpida, color rojo sangre. Al lado una calavera refugio de una serpiente blanca tan larga que, pese a que rodeaba otros objetos, tenía la cabeza en un ojo y la cola en el otro. Así que nunca salía enteramente de la cabeza de muerto; pero cuando a Cupido se le antojaba pellizcarla, entraba en ella con una velocidad asombrosa.
Además de éste altarcillo se observaban aquí y allá en la sala imágenes maravillosas que se movían como si estuviesen vivas, con una fantasía tan sorprendente que me es imposible describirlas aquí. Cuando salíamos se elevó en la sala un canto de tal suavidad que no sabía decir si procedía del corazón de las vírgenes que allí estaban, o de las mismas imágenes."
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Como bien conocemos el microcosmos es un reflejo fiel del Macrocosmos, en tanto que la imagen y semejanza de lo Celeste se encuentra en el Mundo de los efectos.
El Rey Sol, en el cosmos, es el Padre del que todos estamos constituidos. Recordad que somos polvo de estrellas. El Sol posee su reflejo, en la forma de Christos, en el Microcosmos y entre el Macrocosmos y el microcosmos existe un mediador. En nuestro Mundo, es la Atmósfera que separa el Mundo estelar del mundo terrenal. El Rey no se expresa en éste Mundo pues de vocalizar alguna Palabra lo destruiría todo y debe de ser el simbólico Arconte Atlas, tan viejo como la propia Creación, el que debe de hablar en nombre del Rey. Atlas es representado soportando sobre sus hombros la esfera celeste, no el Mundo, lo cual es un error de interpretación. Atlas es la Entidad arcóntica que impide que el vacío cósmico arrase con la vida en la Tierra. Recordad. En el principio creó Dios los cielos y la Tierra y creó un abismo entre las aguas de arriba y las aguas de abajo. Es a partir de ese instante que la Vida dada por el Padre Sol puede desarrollarse sobre la superficie de la Tierra. Para los griegos, Atlas moraba en el Océano Atlántico pues creían que era el propio Océano el que separaba el Cielo de la Tierra.
Desde el comienzo dijimos que todo el Drama de las Bodas Químicas se produce en el interior del Ser Humano, siendo cada Personaje miembro del Microcósmos. La Virgen que ha conducido a los egos ante el Palacio del Rey no es otra cosa que la Intuición, una cualidad del Alma Inmortal. Pudiera parecer que su trabajo finaliza al haber conducido a los egos, entre ellos a Christian Rosentkreutz, ante la presencia de su Majestad el Soberano Real; pero se le solicita que continúe un poco más, pues la Intuición es necesaria hasta que se produzca, de forma definitiva, la Christificación final.
En tanto que la Virgen principal representa la parte inmortal del Microcósmos, así cada una de las vírgenes individuales que acompañan a los egos forman parte integral de esa divina Intuición, pues hasta la última y más diminuta partícula de éste Mundo es morada de una chispa divina. Ahí tenéis a vuestras vírgenes individuales, incluyendo la que acompaña a nuestro viejo Protagonista.
Se nos muestra el paisaje del Palacio, a modo de un atanor alquímico donde se deberá de producir la definitiva transmutación de lo material en espiritual y de lo humano en divino. Recordemos que las Bodas Químicas es una analogía material para explicar un proceso espiritual. Recordad que los rosacruces eran contrarios a los alquimistas de su época o hacedores de oro; pero aún así, se utiliza como ejemplo para mostrar el divino proceso de transmutación de lo material en espiritual.
El Triple Trono Real es fundamental en tanto que nos muestra una triple dualidad. La Dualidad de Cronos-Afrodita, el anciano Titán, Dios del Tiempo, padre de los dioses olímpicos y Afrodita, la Diosa del Amor y de la Generación de la Vida, madre de Cupido, es decir, de Eros. En la Mitología Griega existen dos versiones acerca del origen de Afrodita. Por un lado, se la consideraba como una de las hijas de Zeus, en tanto que los dioses olímpicos eran higos o hermanos de Zeus; pero Afrodita, en realidad, es muy anterior a Zeus y al resto de dioses, en tanto que la Vida se originó en el mismo instante del nacimiento del Tiempo, es por ello que el primer trono está constituido por la decrepitud del Tiempo y la Belleza de lo nuevamente generado o por nacer.
En el tercer trono aparece un Rey negro junto a una vieja anciana cuyo rostro no puede ser retratado pues se encuentra velado. La negrura, fuera de cualquier velado racismo, representa la falta de luz. Ambos personajes se encuentran tras las tinieblas de la decrepitud degenerativa del Mundo de los efectos. En el proceso de transmutación alquímico-espiritual, debemos de proceder partiendo de los componentes originales, sin refinar o purificar. Podemos decir que ésta parte del Trono representa al cuervo negro, el nigredo del que se parte en todo proceso de transmutación alquímica, donde los egos van acompañados de su propia escoria original. Una escoria que, de forma progresiva se deberá de ir separando para obtener el inmaculado resultado final.
El trono central representado por unos amantes adolescentes es la significación de que el proceso es dual, tanto en la vertiente femenina como masculina. Las almas gemelas nunca estuvieron separadas en tanto que la polaridad es algo intrínseco a la composición de la Vida y fuente de la propia vida y sin cuya existencia sería imposible la propia vida. Sobre estos amantes jovenzuelos está situada una Corona en forma de Diadema, que representa la generatriz femenina, y sobre la que rebolotea un infante y travieso Cupido cargado de su Carcajal y sus flechas de Amor.
La Diadema, en tanto que Símbolo Real, que se encuentra suspendido sobre los actores principales representa el Destino final del Proceso en el que nos encontramos inmersos. Un Destino que al estar definido por Cupido, el Hijo de Afrodita, podemos aceptar tanto como divertimento como algo muy serio y en el que nos va la Vida de la Consciencia de la Personalidad. La Vida, en éste sentido, no tiene por qué ser algo aburrido y gris. Experimentemos el proceso y disfrutemos de él. Nuestros adolescentes no parecen atractivos, en tanto que están en proceso de formación y ninguna Obra, hasta que no se encuentra completada, muestra su verdadera belleza y esplendor.
Al contrario que en el Mundo Exterior, este Proceso interno no requiere más que de Amor. Un Amor que veta cualquier tipo de agresión bélica. Todo ello quedó en el exterior. En el Templo no se observan herramientas o armas de destrucción porque el Proceso de Transmutación no puede ser un proceso de destrucción y reconstrucción, sino una metamorfosis donde todo lo viejo se va transformando, de forma progresiva, no violentamente, en nuevo. Es por ello que el Proceso alquímico no se produce por grandes temperaturas sino por un proceso alargado en el tiempo y cocinado a fuego muy lento.
El pequeño altar nos muestra los elementos partícipes en el proceso de transmutación. La vela encendida cuyo fuego parece estático es el elemento principal. Este fuego representa el Espíritu procedente del Pleroma que al no estar sometido al paso de tiempo parece estacionario, sin movimiento e inerte. Recuerden que el fuego es sólo una analogía del Espíritu Eterno e inmortal. La pequeña esfera celeste representa esa otra esfera que el viejo Titán Atlas sujeta para que pueda existir la atmósfera de la Tierra y ese es el crisol donde todo el proceso se desarrollará. La Fuente de agua color sangre representa el fluido vital por el que la fuerza de la llama espiritual debe de llegar a todos los confines de nuestra naturaleza material. La Sangre es un fluido muy especial que no lleva solo el oxígeno a los órganos del cuerpo sino también la fuerza vital del éter divino. La Calavera y la blanca serpiente representan el proceso regenerativo en donde intervienen tanto la muerte de la vieja materia como la médula espinal que transmite los impulsos espirituales a los lugares más recónditos del Cuerpo Humano.
Por último, el canto celestial es la metanoia emitida, al unísono, por parte de todas las partículas espirituales que mantienen con vida a los egos de la Personalidad. Es un clamor por que el proceso de divina metamorfosis comience ya.
Aralba Pensator Minister, Frater R+C