Por las mañanas, yendo al trabajo, paso por la Estación de Suanzes. Suelo ver a una Joven que se llama Irene, enfrascada en lecturas de todo tipo: antiguas, voluminosas, crípticas. Pasado un tiempo, le hecho valor y le solicito, por favor, que si puede leer mi novela Kaos Quántico. Me dice que no le gusta demasiado la Ciencia Ficción; pero que se lo pase. Así lo hago.
A los pocos días, al devolverme el original, me entrega este escrito. Yo le comento que si habría la posibilidad de comentar la Obra tomando un café y me dice tajantemente que no. Puedo pensar cualquier cosa; pero prefiero no hacerlo. El escrito me ha parecido magnífico y además se ha molestado en comentarlo. Desde estas páginas, muchas gracias Irene.
Transcribo para que pueda ser legible:
Esperando en Suanzes
Todo comienza en el metro Roberto Beltrán escucha voces y una voz conocida dice: "Me llamo Antonio y si te gusta la ciencia ficción puedes leer mi libro..." y ahí estaba yo con un ánfora lleno de manuales técnicos, descifrando un legado ¿Es una historia del futuro? ¿Es una historia del pasado? ¿Es una histtoria del presente?. Quedé sumida en el caos del destino sin saber si estaba leyendo yo misma o algún otro estaba leyendo por mí... vagando por los escombros del espacio tiempo en busca de GESTAR.
Suanzes es parada obligatoria y el destino decide que este libro de Antonio Ruiz Alba llegue a mis manos, tal vez no es mi tema preferido pero en cualquier caso me ha hecho crecer... Tanto... que cada vez que compre un bolígrafo solidario a favor de los niños de todo el mundo pensaré que he comprado robotines y estaré llevando amor a los más necesitados.
Mire usted por donde, una parada de metro puede ser un viaje prodigioso a lo que fuimos, lo que somos y lo que creemos ser.
He salido un poco aturdida y un pelín quebrada hasta convertirme en infinitos; pero estoy preparada para sobrevivir en el medio hostil de Alpha II y regresar al lugar que perdí.
Pásalo, Antonio, que este Libro vuele y siga el destino de las propias estrellas.
Gracias. Firmado: Irene