domingo, 26 de febrero de 2012

KAOS QUÁNTICO, Libro IV: Cosmogénesis; El Emperador


4 – El Emperador

Hijo mío ¿Qué fue antes el huevo o la gallina? Eso es, por supuesto la gallina; por lo menos la idea de la gallina. Aquí sucede lo mismo, la Emperatriz precede al Emperador o de otro modo el Emperador sigue a la Emperatriz.

El Emperador domina sobre los elementos; esto es, sobre todo el Cosmos. Es el Espíritu del Mago encarnado en el Mundo, tras haber seguido el proceso mencionado en los arquetipos anteriores. El Emperador es dueño y Señor de todo: El Príncipe de este Mundo, quien puede llevarlo por buen camino o destruirlo junto con todas sus criaturas.


El Emperador, mi retoño, es tanto el esposo de la Naturaleza así como su propio hijo, ya que de ella ha nacido; pero por otro lado posee el espíritu creador del Mago, el Origen ordenado. Este poder, en las esferas del Mundo de las ideas, bien canalizado, siempre es creador; pero en el mundo dual de la materia, depende de una tendencia dual para convertirse en protector de vida o en destructor de ella.


Todo se encuentra bajo la égida del Emperador. Su poder no es infinito pero abarca a todo el cosmos conocido. Es por ello que el Emperador, aunque no pueda cambiar las leyes, normas o reglas, al estudiarlas y comprenderlas, puede sortearlas o utilizarlas a voluntad para conseguir sus materiales o espirituales objetivos. Es un Demiurgo.


El Príncipe de este Mundo, Luz-Bel, trae la luz del conocimiento a todas sus criaturas o bien, siguiendo el principio dialéctico de la Naturaleza, se la guarda y el cosmos permanece en la más absoluta oscuridad espiritual. El Emperador, Hijo mío, tu Padre, no puede crear o eliminar. Dentro de este mundo está discapacitado para utilizar el poder génico del Mago. El solo puede proteger lo que la naturaleza le proporciona, transformar o destruir; pero en el crisol del seno de la Emperatriz nada muere o se elimina para siempre, solo puede ser transformado.


Yo, hijo mío, como Emperador prometeico, te ofrezco la luz del Conocimiento. Una luz que provoca el dolor de la consciencia. Los mensos, bobos, viven en la ignorancia y por lo tanto no pueden padecer dicho dolor; pero aunque no quisiera tu sufrimiento, hijo mío, tampoco deseo que permanezcas en la ignorancia. Un Padre, por dichas circunstancias, a pesar del Amor que sienta hacia su prole siempre será severo. Por regla general, sabemos que lo que les conviene a nuestros hijos suele doler. ¿Cómo dice el dicho? ¡La letra con sangre entra!



La oscuridad, el rechazo del fuego de Prometeo, presupone seguir siendo una criatura animal y sin espíritu que podrá vivir felizmente en este mundo por un tiempo indefinido; pero por otro lado estará condenado a vagar eternamente por un laberinto del que jamás podrá conseguir la salida. Será prisionero en una jaula de oro y basura, donde estará condenado a nacer y morir, disfrutar y padecer, nacer y volver a morir. Así por tiempo indefinido.



La Luz, la aceptación del fuego de Luz-Bel, el mío, te abrirá los ojos de tal manera que la mayor de las angustias inundará tu corazón al tener acceso, por primera vez, en este plano, a la Verdad. Esa Verdad que te comunica que eres un dios viviendo en el cuerpo de un simio y que tiene que compartir su vida. Que somos prisioneros de una cárcel espacio temporal. Esa Verdad provocará pena en tu alma. Añoranza por un Mundo Original perdido; pero por otro lado te proporcionará las herramientas necesarias para poder solucionar el cósmico problema.

Gracias, Hijo mío. Gracias por aceptar la Verdad y recoger las herramientas que el plasma de mi fuego te proporciona porque por fin lo has comprendido; sí:


Tú eres Hijo de la Emperatriz, la Naturaleza; pero también lo eres mío. En tu cuerpo simiesco mora el espíritu del Mago, del Creador. Hijo mío, sí: Tú eres Yo y Yo soy siempre he sido Tú.


Concepto Quántico del Yo - Personalidad

En la actualidad, parece no estar de moda jactarse de tener un Yo poderoso. De hecho, lo que prima en círculos esotéricos, gracias a la influencia oriental del Tao, es tener cada día un Ego más chiquito y desprotegido, supuestamente para que el Espíritu tome su relevo y maneje la vida del individuo.

Esto es una absoluta majadería debido a que se confunde al Yo con la personalidad; el Ego no es el ego, así como el Yo tampoco es el yo. Las Personalidades, máscaras del griego, son las estrategias que utiliza el individuo para defenderse de los presuntos ataques del exterior. Esas máscaras son los yoes y egos chiquitos que no deberían de confundirse, jamás, con el Yo o Ego que no es otra cosa que la Esencia del Ser humano en un momento determinado de su evolución. Su Espíritu.



Mucho nos tememos que de lo que aquí se trata, un concepto ya muy antiguo, es de tener humildad. Matar, maniatar al Ego. Este hecho es muy apropiado para todas las religiones o gente poderosa que intenta manejar, con cierta soltura y sin dificultades, al resto de sus congéneres. Una persona humilde, con poco Ego, es fácilmente manipulable y jamás llegará a manifestar una rebeldía latente. De hecho, la humildad, maniatar al Ego, es solo una cuestión de adoctrinamiento, amaestramiento diría yo.



Al hablar de la Consciencia ya comentamos que los seres humanos, la mayoría, poseemos dos naturalezas, una que tira hacia la realidad de la materia y otra que nos eleva a planos altruistas, dignos del Espíritu; pero esa lucha es buena y necesaria en la construcción del Ser Humano Integral. Aquellos individuos que no lleguen a realizar esa guerra interior, no podrán ser dignos receptáculos de un Espíritu poderoso; Un Yo poderoso, un Ego poderoso; es todo lo mismo.



Aquellas personas que aparentan tener un Yo Grande, orgulloso; pero que sin embargo sus hechos no se corresponden con ese altruismo del que venimos hablando, no es que tengan un Ego grande, sino que su personalidad, máscara, su yo chiquito está enquistado, engordando en torno a su Ser. Esas máscaras, personalidades defensivas, sí deberían de ser eliminadas, destruidas en su totalidad; pero el  Ego, el Yo espiritual el “YO SOY” debe dejarse crecer para convertir a ese animal-hombre, en el Verdadero Hombre-Dios que pretendemos llegar a ser.



Por lo tanto, rechacemos a todas aquellas organizaciones o presuntos maestros que nos vienen “amariconando” con la cantinela de que no hay que ser orgullosos, hay que ser humildes; de que no hay que potenciar al Yo, sino anularlo para dejar en su lugar no se que cosa. Si sabemos que cosa, el mensaje de una doctrina concreta, o la propia personalidad de un falso maestro que tiene afán de poder sobre los demás.



Lo triste de todo esto es que, ni aún así, dichas organizaciones o individuos van a adquirir un poder real sobre sus acólitos. Ellos consiguen, mediante su triste estrategia, vivir en una ilusión permanente de poder. Estamos en una Sociedad Occidental, donde el reforzamiento del Ego, enseñado por los antiguos griegos, viene funcionado desde hace miles de años. Ahora nos quieren convertir en monjes orientales para lo cual no estamos ni preparados ni concienciados.
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