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miércoles, 3 de noviembre de 2021

Lección 12, Tercer Grado, Primera Orden

  "Las Bodas Químicas 12"


-Segunda Jornada III-


Nada es gratis, todo tiene un costo; el error es considerar que ese costó siempre debe de ser económico. Hasta tal punto se le ha dado tal importancia al dinero que pareciera que nada se puede hacer sin él.


El trueque es el intercambio de productos sin que intermedie el dinero en el proceso; pero eso, algunos grupos, ya sean esotéricos, religiosos o de otro tipo, no parecen entenderlo muy bien, llegando hasta el ridículo más espantoso al impedir la entrada a sus templos y logias, a aquellos miembros que no presenten su correspondiente carta de pago.


Ya hemos dicho, por activa y por pasiva, en diversas ocasiones que el verdadero Templo del Espíritu Santo somos nosotros mismos, no las edificaciones de madera, ladrillo y piedra y que, incluso éstas, como consecuencia de la acumulación de egrégores son contraproducentes; pero aún así es lamentable observar como se permite o no la entrada, dependiendo de si se ha abonado o no un determinado monto económico.


Todos sabemos que mantener un local o edificación posee un costo; pero nosotros nos preguntamos ¿Quien o qué ha dispuesto que deban de edificarse templos e iglesias para realizar los cultos?, y ¿Quien o qué ha determinado que deban realizarse tales cultos? Nada ni nadie.


Los templos, logias e iglesias desde la mampostería hasta el hormigón utilizado, no solo son innecesarios sino también inútiles y contraproducentes porque los verdaderos templos son los cuerpos de cada uno de los hermanos y la Iglesia la Comunidad invisible de todos ellos; esa es la verdadera Iglesia, la Comunidad etérea de los elegidos.


Si hay algo que cueste dinero y tengamos que repercutirlo en los hermanos, se elimina y santas pascuas. Se acabó el problema, porque cuando se usa el dinero como moneda de cambio, siempre se es injusto. Pues ¿Por qué se debe de cobrar lo mismo al que mucho tiene que al que casi nada posee? o, por el contrario, ¿Por qué deben unos pagar más que los otros? 


En estos casos, siempre, quienes más aportan, naturalmente, se consideran con más derechos. Derecho, por ejemplo de opinar primero y decidir después en que se debería de invertir el monto de las aportaciones económicas. Ese es el problema que sucede con los mecenazgos y la filantropía. "Yo soy el filántropo, tú eres el Presidente de la Organización y yo te pago los gastos de manutención del local; pero yo, a cambio, espero algún tipo de privilegio" Esto sucede así, nosotros lo hemos vivido y por ello, en su día, decidí renunciar a la Presidencia que obstentaba de la "Rosicrucian Fellowship" en Madrid. O sea, "yo soy el Presidente elegido democráticamente; pero en el Templo se hace lo que tú digas por el hecho de que tú corres con los gastos generales del alquiler del local". Os dais cuenta de cómo, cuando hay trasiego de dinero, las cosas funcionan de forma inadecuada; es decir, mal.


Es verdadero el que cuando dos o tres están reunidos en nombre de Cristo allí se encuentra él; pero es completamente falso el que Cristo esté presente donde haya reunida una multitud. Visto lo cual, ¿Qué sentido tiene seguir construyendo, pagando o alquilando locales para albergar a cientos o miles de personas? Ninguno, la gente se puede reunir para recordar y honrar a Cristo en sus propios hogares o en los múltiples parques gratuitos que existen en las ciudades. 


Es más cómodo, ciertamente, el llegar a un sitio cerrado libre de cualquier inclemencia y poder sentarse en una silla. Me parece bien y los lujos hay que pagarlos; pero el rico acomodaticio y sibarita no puede obligar a todo el mundo a que financie sus necesidades de lujo. No existe mejor lugar de Culto que los espacios exteriores y a cielo descubierto.


Si alguien, en todo caso, no pudiere contribuir económicamente con el mantenimiento de templos y logias se le debiera de dar la oportunidad de dar su trabajo como trueque en labores como, por ejemplo, el aseo de las instalaciones que, la verdad, en la mayoría de las ocasiones, por su suciedad, son lugares insanos e indignos como lugares de culto.


*


Seguimos con la Lectura de las Bodas Químicas:


"Por fin, divisé a lo lejos, en la cumbre de una montaña muy alta, lo que me pareció un pórtico magnífico. La montaña quedaba aún muy lejos de donde me encontraba y aligeré el paso, pues el sol se estaba ocultando detrás de la montaña y yo no había visto aún palacio alguno. Di gracias a Dios por haberme permitido reparar en el pórtico, pues bien hubiera podido seguir caminando y pasar de largo sin verlo.


Pero cuando llegué, las luces del crepúsculo aún me permitieron vislumbrar la construcción. Se trataba de un Pórtico Real magnífico, adornado con esculturas que mostraban imágenes y objetos maravillosos de distinto significado, como supe más tarde. En la parte alta del frontispicio, podía leerse:


"Procul hinc, procul ite prophani. (Lejos de aquí, muy lejos profano)"


Al lado había otras inscripciones, de las que se me impidió hablar.


Sin saber de dónde, salió a mi encuentro un hombre que vestía ropas de color azul celeste. Nos saludamos amablemente y me pidió la invitación. Me alegré de no haberla olvidado, y él me dijo que era algo que les había ocurrido a otros. Se la mostré y, para mi sorpresa, me hizo una reverencia a la vez que me decía: "Querido hermano, seas bienvenido; a partir de ahora eres mi huésped". Me pidió que le dijese mi nombre y le contesté que yo era el Hermano de la Rosacruz Roja, a lo que él reaccionó con sorpresa. Después me preguntó si tenía dinero para comprar una medalla, y yo le respondí que mis recursos eran escasos, pero que le ofrecía gustoso lo poco que tenía, si en ello hubiera algo de su agrado. Me pidió mi cantimplora y, a cambio, me dio una medalla de oro en la que se veían dos letras "S.C." (Servus Christi) Insistió en que no me olvidará de él, por si pudiera serme útil. Yo, por mi parte, le pedí que me informará sobre el número de invitados que habían llegado antes que yo. Finalmente me entregó una carta sellada para el siguiente guardián.


La noche cayó mientras estábamos charlando entretenidos, y encendió un farol para que sirviera de orientación a los que estaban por llegar. El camino que llevaba al castillo discurría entre dos muros y estaba bordeado por unos hermosos árboles frutales. Cada tres árboles, había colgado un farol a ambas orillas, y una virgen muy bella, vestida de azul, los iba encendiendo con una antorcha maravillosa; y este espectáculo me hizo entretenerme más de lo debido. Y así, la charla tocó a su fin y, tras recibir sus instrucciones, me despedí del primer guardián."



Lo primero que ve nuestro Protagonista de las Bodas Químicas es una cumbre muy alta y esto es así porque las altas cumbres son lugares emblemáticos en los procesos iniciáticos. Mientras más alto, simbólicamente, nos encontramos más cerca de Dios, aunque literalmente esto no sea así; pero siempre las montañas, montes y cumbres han representado los lugares de encuentro del Hombre con Dios, así como Moisés y su relación con Jehová se diera en el Monte Sinaí.


El Palacio, el maravilloso pórtico, los bellos adornos y las extraordinarias estatuas que Rosentkreutz va a ir viendo en su recorrido, no deben de entenderse literalmente como signos de suntuosidad externa sino de belleza interior, pues siempre serán pocas las veces que recordemos que estamos visitando un proceso iniciàtico de carácter interno. 


Lamentablemente muchos son los que aún toman estas alegorías como ejemplos o guía para realizar majestuosos y lujosos templos de reunión, iglesias, catedrales y logias masónicas de cara hechura. Esa es la diferencia entre aquellos que entienden el mensaje verdadero de belleza interna de aquellos que se quedan con la letra del relato e intentan remedar esa utópica belleza en este Mundo mediante el uso de la arquitectura y la escultura.


Estamos frente a algo sagrado y que no debe de ser profanado. Es por tal causa que se avisa a los hipotéticos visitantes, sin preparar, al Templo Interior, que se alejen lo máximo posible, que regresen a su natural estado de vigilia, salvo que quieran recibir un buen susto y, quizá, un daño irreparable.


Como en todo trabajo iniciático no se nos cuenta todo. Hay que dejar un pequeño margen para el Misterio para que no se pierda la espectativa ante lo desconocido y maravilloso que supone el Conocimiento de Uno mismo y es por ello que a nuestro Sagrado Viajero se le impide revelar ciertas cosas que van destinadas para él; pero no para sus lectores. 


Hay experiencias internas que son personales e irrepetibles y, por dicha causa no debemos de contarlas y dejar que cada cual se enfrente a sus propios misterios y sin que nosotros, con nuestras particulares interpretaciones, podamos servirles de equívoco o piedra de tropiezo.


A partir de éste momento el color celeste, como símbolo del Cielo, será algo recurrente y es por tal causa que el mayordomo que le sale al paso va vestido de tal guisa. Como no podía ser de otro modo, le solicita el boleto, pase o salvoconducto para ingresar al Atrium del Templo y Christian Rosentkreutz lo entrega porque no se le olvidó salir sin dicho documento. El Mayordomo le indica que son muchos los que olvidan tal requisito aunque tampoco le indica que sucede con ellos; es decir, si son rechazados o aceptados con algún tipo de cautela. En este momento, al menos, el silencio es la respuesta. 


Bien, este pase alegórico es la base del pase literal que algunas organizaciones solicitan a sus miembros para poder pasar al Templo. La diferencia es que nuestro pase le fue dado a Christian de balde y, por el contrario, el que tienen que obstentar, de forma visible, los asistentes a un Templo ha tenido un determinado coste económico.


Aunque Christian Rosentkreutz, más por ignorancia que por humildad, se subestima, el Mayordomo le hace una reverencia a lo que nuestro Viajero queda maravillado. Él que se considera un ego más e indigno, resulta que es recibido a la entrada del Palacio como el verdadero Noble, ego líder, que en verdad es.


Este es un momento muy importante porque el Mayordomo le indica a nuestro Amigo que tiene algo para él y le pregunta si lleva dinero consigo para comprarlo a lo que él le responde que es una persona de pocos recursos; es decir no tiene. Aquí suceden dos cosas muy importantes, el Mayordomo no le está vendiendo nada, simplemente le indica que tiene algo para él y le pregunta si tiene dinero para comprarlo; pero Christian está entendiendo que lo que tiene el Mayordomo para él es algo que está en venta y que le costará dinero. 


Es su apreciación personal, en modo alguno su interlocutor le ha solicitado dinero por lo que tiene para él y Rosentkreutz adelantándose a las posibles palabras del Mayordomo, le ofrece el que tome cualquier cosa de las pocas que lleva consigo a cambio de esa, luego conocemos, medalla de oro. Es entonces cuando el mayordomo le dice que le entregue la cantimplora. 


No tenemos modo de saber, por lo expuesto en el párrafo, si el mayordomo le hubiese entregado, al no tener dinero, la medalla a cambio de nada; pero lo cierto es que Christian Rosentkreutz entiende que todo tiene un costo y que nada debe de, al menos, recibirse a cambio de nada y dado que perdió su mochila con sus enseres, le entrega su cantimplora, que contiene algo tan vital para la supervivencia como es el agua.


En este instante suceden tres acontecimientos importantes. Recibe una medalla de oro, como no podía ser de otro modo, con la inscripción (Servidor de Cristo), luego más que algo lujoso y decorativo es un indicativo para mostrar a todos los que lo miren: Yo soy un Servidor de Cristo el Señor, mi Dios y mi Salvador. Al menos eso es en lo que pretende, convertirse, en un Minister, un ministro del Señor, del Rey. El segundo acontecimiento es que solicita al Mayordomo conocer cuantos han pasado por la puerta antes de llegar él. 


Nosotros nos quedamos sin conocer ese dato y no sabemos si es porque Christian se lo reserva o porque el Mayordomo no se lo ha querido decir; pero esto esconde un dato interesante, porque en primer lugar, aunque no conozcamos el número, entendemos que deben de ser varios y en segundo que son otros egos como Christian Rosentkreutz que como llamados a las Bodas dentro del Campo Aural del Microcósmos, se han presentado para conocer si alguno de ellos será el elegido y, por último, recibe un salvoconducto para presentar al Mayordomo del siguiente Portal.


Tras una, al parecer, sustanciosa pero desconocida charla con el Mayordomo, éste lo acompaña con un farol, dado que la noche se les ha echado encima. La Luz, de nuevo, vuelve a aparecer, mediante faroles cada tres árboles, siendo el tres representativo de la Trinidad divina. Es ahora cuando les sale al paso una virgen vestida, del mismo modo, de azul celeste y que es la que con una fastuosa antorcha ha ido encendiendo las luces del camino dando paso a nuestro peregrino Rosacruz a la siguiente puerta en su camino hacia el Castillo, Templo y Palacio donde, a fin de cuentas, se celebrarán los esponsales. 


El Mayordomo de azul debe de ser algo muy importante, pues se le ha ofrecido a Christian para, en el futuro, ayudarlo si así fuese requerido y se han saludado para una despedida que nos resulta muy temporal. Parece que lo podremos volver a ver de nuevo. Esa charla tan prolongada y extensa con éste Personaje, intuimos que puede ser más importante de lo que parece. En fin, ya iremos viendo.


Aralba Pensator Minister, Frater R+C