(Kaos
Quántico II)
Capítulo
I
(Primera parte)
Hoy es un día triste y
apagado, algo húmedo y presagioso de algo impredecible.
Me llamo Rodolfo Contreras
Hidalgo y mi amanecer ha resultado un tanto extraño como si, aun recordando mi
actual vida, hubiese retornado a mí, con el despertar, algo antiguo y olvidado.
No, no se trata de algún
tipo de posesión externa; sino más bien, el haber recuperado, por algún extraño
motivo, una perdida memoria. Como si hubiese realizado un viaje exprés a un
Universo muy diferente al que se conoce y que algunos denominan como Cuántico.
Lo que se denomina como Vacío, resulta que está completamente lleno y sin resquicios. Lo que nos parece
un caos es pura inteligencia en acción. Inteligencia en acción, del mismo modo
que un neurólogo podría describir la actividad de nuestras células cerebrales.
De ese extraño Universo,
parece que traje una memoria sobre impresa a la que considero como mía propia,
o mejor aún: Como si en dicho lugar se me hubiese extirpado algún tipo de
membrana opaca que me impedía acceder a esos arcanos recuerdos.
Muchos seguidores del
Movimiento New Age podrían pensar que he contactado con algún tipo de maestros
ascendidos. En todo caso, habrá sido con la Mente Universal que nos permea
hasta en lo más profundo, convirtiéndose en una con nosotros mismos. Dicho lo
cual, respeto cualquier opinión al respecto, pues no me considero en posesión de
la verdad absoluta.
Así, y todo, la
experiencia me ha producido un gran desasosiego pues he podido observar lo
equivocados que estábamos, dado que al ser lo Cuántico un lugar libre del
Espacio y del Tiempo, el tamaño o volumen es algo irrelevante y, por lo tanto,
todo un Universo podría estar contenido en el interior de una infinitesimal
partícula cuántica.
Así, no es de extrañar que
todo nuestro Universo haya surgido condensado de una singularidad adimensional,
para expandirse en una matriz espacio temporal finita pero ilimitada; Trato de decir que en el Plano
Cuántico, tanto el tiempo como el espacio son irrelevantes y por lo tanto
también el volumen tridimensional. Dicho lo cual, una singularidad, es decir un
punto sin dimensiones, puede contener en su interior la esencia de todo un
Universo.
Lo interesante de este
asunto no es conocer el origen del Universo, cosa que es intuida por los
astrofísicos sino ¿qué hay al otro lado?
Lo que se denomina como
vacío cuántico está infinitamente lleno de Todo y dado que nuestro Universo es
una mala copia de algo que ya existe, podemos intuir que el Plano Cuántico
contiene infinitos mundos que estarían contenidos en otros infinitos universos.
Lo cierto es, fuera de
especulaciones, que cualquier cosa que el lector pudiera imaginar ya existe en
dicho Plano y que no sería otra cosa que el Mundo de las Ideas al que se
refería Platón.
Descubrí que nuestro
Universo, no solo la Tierra, es una célula de contención donde se aísla una
suerte de enfermedad contagiosa que podría expandirse por todo el Multiverso. Sí,
había descubierto lo que hace tiempo intuí: que nuestro Mundo, léase
nuestro campo de acción, es una prisión sanatorio donde se procura recuperar a
seres espirituales inmortales, nosotros; pero que se encuentran tullidos como
consecuencia de un antiguo accidente cósmico.
Lo que consideramos como
nuestro Universo no es otra cosa que una diminuta sala holográfica donde se
encuentra una parte insignificante del Espíritu y al que se mantiene dormido en
su Plano de origen.
A alguien se le pudiera
pasar por la cabeza que el problema pudiera extirparse ejecutando a los
espíritus contaminados; pero esa no es una opción, dado que un Espíritu no
puede ser eliminado, por inmortal, ni puede ser expulsado del Multiverso, pues
éste es la Unidad, no una unidad sino la Unidad donde el fuera o el afuera son
una incongruencia.
La única opción posible
fue crear una suerte de burbuja inter dimensional donde poder exiliar a la parte
contaminada de los espíritus, desprovista de su memoria, y donde pudieran
reconstruir su dañado cuerpo espiritual antes de poder retornar.
Ayer era Rodolfo Contreras
Hidalgo, hoy sé que ese no es mi nombre sino tan solo un apodo para poder ser
identificado en este Plano de recuperación cósmica de carácter médico. Ayer
estaba protegido por la ignorancia, hoy el abismo de lo inconmensurable me
provoca un vértigo inimaginable.
Me consta, lo sé, que no
soy el único Rodolfo Contreras Hidalgo que existe en el Multiverso. Soy
consciente de que existen infinitas copias de mí o, yo mismo, sea una mera
copia o clon de algún Ser Arquetípico que se manifiesta en los diferentes
planos de existencia mediante sondas experienciales.
A partir de lo sucedido,
he comenzado a observar mi entorno con otros ojos, como si me hubiese
desprendido de algún tipo de anteojeras o venda que me cubriese la vista.
Aralba