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lunes, 28 de noviembre de 2011

KAOS QUÁNTICO, Libro III: Horizonte Quántico, El misterio se llama Petunia

El Autor cree que ha acabado con la Vida de un Personaje cuando lo condena a Muerte; pero la persona sigue allí para rescatarla cuando sea necesario. La Muerte es un efecto dramático, como el Dolor, en el Teatro de la Vida.
asistente psicólogo Petunia (Dotación de la Buscadora V)

(Dimensión de Magonia)



El misterio se llama Petunia


El Bar…

— No es extraño, Gladis, todo el mundo sueña de un modo u otro.


– De acuerdo, asistente psicólogo; pero esto fue, te lo aseguro, demasiado real.


— Con Wagner es todo posible –intervino la consejero Esmeralda –, pudo hacer que olvidásemos todo lo sucedido.


— No tiene sentido ¿Porqué permitiría, entonces, que yo recordara todo? Tengo un uniforme extra en mi armario y no pertenece a ningún tripulante de la Buscadora. El Ordenador no tiene constancia, igualmente, de que se hayan utilizado los replicadores.


– Algunas veces Gestar suele actuar de un modo un tanto extraño –apuntó Elena Esmeralda.

Diario del Capitán:

Nos encontramos de camino hacia la extraña formación estelar conocida como Aldebarán VI, producto de la explosión de Súper Nova x–258. Su estudio es un trabajo científico que desarrollarán los oficiales e ingenieros especializados de la Buscadora–V. Me preocupa seriamente la situación emocional de mi Primer Oficial, pues cree recordar acontecimientos sucedidos, supuestamente, en el interior de la Nave; como consecuencia de la intervención de la Entidad Wagner. Ningún otro oficial o tripulante tiene noción de que haya sucedido dicho evento; pero mi oficial insiste en que no se trata de un sueño.

En los aposentos del Capitán…


– ¿Cómo se encuentra Comandante?


– Señor, mi conversación con la asistente psicólogo Esmeralda, sólo me ha reafirmado más sobre la autenticidad de mis recuerdos.


— Gladis, quizá debería tomarse unos días de descanso o por lo menos liberarse de las tensiones en la sala holográfica.


– Sabe usted, Capitán, que no soy demasiado aficionado a la Realidad virtual, aunque me hace gracia. Además, soy de los que creen que los problemas hay que afrontarlos, valientemente, en el momento más cercano en que se producen. No obstante, muchas gracias por la sugerencia, Señor.


— Insisto Gladis. No es una Orden; pero debería relajarse, dar un paseo al aire libre por los invernaderos, continuar su terapia con la asistente psicólogo Esmeralda o simplemente tomarse unas copas con Petunia. A lo mejor, hasta sería capaz de desenmarañar el espeso misterio que recubre a La Claudoriana. Tómeselo como un reto personal Comandante.


– Es una idea curiosa, Capitán, conocemos tan poco de la vida de Petunia.

Sala de Máquinas…


— Señor Rodríguez, ¿Qué tal van los estudios preliminares de Aldebarán VI?


– Todo estará debidamente preparado cuando lleguemos. El comandante Protón sigue siendo tan eficiente como siempre... Quizá más. La pre–curvatura espacio–temporal, en las cercanías del objeto que estamos estudiando mantiene unos parámetros y constantes previsibles según los cálculos Plank–Einstein–Hawking.


– Está bien Rodríguez, continúen con su trabajo y les deseo mucha suerte.


El Comandante Gladis había quedado satisfecho con las explicaciones del Jefe de reactores aunque no entendiera toda la exposición. Algunas veces los científicos utilizan un lenguaje en exceso esotérico, pensó.


— Gracias Señor – replicó Rodríguez; pero el Comandante no le escuchó ya que iba embebido en sus propios pensamientos.

*

– Eustaquio, a ti te buscaba yo.


— ¿Cómo usted en la Sala de Máquinas, Petunia?


– Lo siento Eustaquio, ¿necesito algún permiso especial?


— De sobra sabe usted que no, era sólo curiosidad; pues me extraña encontrarla por aquí, eso es todo.


– Me quita un peso de encima, Gladis. El Capitán me orientó sobre donde podía encontrarle. También me dijo que le mandó que descansara; pero también estaba convencido de que no le haría ni puñetero caso. No se preocupe Eustaquio, el Capitán sabe que le diría éstas cosas en cuanto le viera. No quiero parecer una vulgar cotilla.


— Veo que quiere que hablemos ¿No es cierto Petunia?


– ¿A ti qué te parece, Comandante?

Aposentos del Primer Oficial…


 — Vamos a ver, Gladis ¿Por qué todo el Mundo quiere desentrañar mis secretos, mi vida, mi historia?


– No se ofenda Petunia, está en su derecho de ser reservada; pero es todo un misterio para nosotros.


— Tutéame, por favor, Eustaquio. En este momento no te encuentras de servicio y yo no soy más que una Civil en una nave de la Federación de Planetas Unidos.


– La Nave Insignia de la Flota Estelar. Una Nave de exploración preparada para la guerra. Si Petunia, pero seamos sinceros.


— Bien, Comandante, ¿Cuándo aceptarás el mando de tu propia Nave?


– ¿Por qué cambia de conversación?, sólo podría ser Capitán de la Buscadora; pero como usted comprenderá no voy a matar al Capitán Lacazi para conseguirlo –rieron.


— Bien, Gladis, tu sabes que los Claudorianos solemos hablar poco. No nos gusta sacar a relucir nuestras penas. Nos limitamos a escuchar y aconsejar si se nos permite. Somos casi como los dinosaurios: Una raza prácticamente extinguida.


– ¡Uno más de los genocidios del Imperio Máquina! –afirmó Gladis.


— Los Máquina, amigo mío, sólo fueron el instrumento. La desaparición de nuestra raza es sólo una cuestión de tiempo. Muy poco, por cierto.

– De mis conversaciones con usted, Petunia, he sacado algunas conclusiones y que me gustaría que fueran corroboradas por usted, por ti – rectificó –, si no estuviera equivocado, claro. Su Raza, en algún momento fue protectora de la raza humana. Ya sabe, ha conocido a Napoleón a Einstein qué sé yo...


– Es cierto que los claudorianos somos una raza muy antigua y que nuestra vida es muy superior, en duración, incluso a la de otras especies inteligentes; pero no existe veracidad en tu afirmación. Veras, nosotros, como cualquier raza humanoide inteligente, siempre nos hemos movido por la curiosidad. Es cierto que conviví con figuras históricas de tu pasado; pero también con muchos otros que nunca se hicieron famosos. Nuestro afán consistía en un mero estudio y, siempre que era posible, intentábamos no interferir en sus asuntos.


— ¿Algo como la Directriz Principal de la Federación de no intervenir en otras culturas?


– Sí, Gladis, eso es.


– ¿Por qué Wagner no posee ningún poder sobre ustedes, Petunia? Yo he visto cómo....


– Chiss... No pronuncie ese Nombre. La Entidad podría aparecer en cualquier momento. Quizá ya nos esté escuchando. Bueno, que se joda, no importa.


– Unos gestos, eso es, la vi defenderse poniendo las manos así... ¿Cómo era?


– Sus antepasados hindúes lo conocían como Mudras. Una simple coletilla para reafirmar la propia voluntad psicológica. La Entidad no posee poder sobre los seres conscientes.


– ¿Qué quiere decir con conscientes? Porque yo sé que estoy aquí escuchándola. No sé...


– Ese diablejo actúa sobre ustedes con el poder de la ilusión. Creo que está escuchando.


– ¿Cómo lo sabe?, yo no veo ni siento nada. Además Petunia, no puede llamar ilusión a efectos y consecuencias reales. Por culpa de Wagner ha habido muertes sin ningún tipo de sentido. Destrozos absurdos. Nada de eso considero que pueda llamarse ilusión. Todo ha sido demasiado real.


– Vosotros tenéis el Poder. La ignorancia de ustedes ha convertido en realidad los ilusorios juegos del Ente.


– Pero parece que a usted no le afecta, Petunia.


– Yo hubiese muerto con el resto de la tripulación, cuando Wagner provocó el primer encuentro de ustedes con el Imperio de las Medio máquinas.


La Claudoriana había sonreído cuando comprobó la facilidad que tenía Gladis para pasar del tú al usted de un modo absolutamente aleatorio.


– Nosotros los claudorianos sabemos lo que son. Les conocemos y ese conocimiento nos protege. Ellos se encuentran desarmados ante la sabiduría de la vejez material. El Continuo Gestar no es el lugar de morada de Wagner. Él les engaña, Gestar pertenece a otro lugar..., no sé otra dimensión. Algo diferente y lo cierto es que los habitantes de Gestar jamás actúan sobre el Universo y su Materia.


– Los claudorianos –continuó su exposición la camarera de la Buscadora –, nos encontramos en un proceso de desintegración molecular en el ámbito de la materia y reintegración en un Mundo desconocido de Energía Pura. Nosotros, en ese proceso, descubrimos el pozo sin fondo que supone La Brecha –Lugar de tránsito entre las diferentes dimensiones–. Entonces, la Entidad que conocéis como Wagner envió sobre nuestro Pueblo a ingentes hordas de Máquina.


– Es posible que Gestar tuviera miedo de Ustedes.


– No Gestar, Gladis, los auténticos habitantes de La Brecha, el Falso Continuo. Gestar no quería que diésemos un paso hacia atrás en la consecución de nuestra meta o destino. Su Capitán sabe muy bien que la Súper Cuerda de Energía no es más que una cicatriz en el espacio–tiempo que recrea ilusoriamente el Mundo Original de donde procede todo. La Brecha es un punto de encuentro entre los Mundos de la Materia y la Realidad permanente de Gestar.


– ¿Algo similar a nuestras salas holográficas?


– Podría ser bueno el símil, Eustaquio, pero confunde más que ayuda. La Brecha existe, es algo absolutamente real; pero al mismo tiempo engañoso e ilusorio. Existe y no existe. Las dos cosas a la vez.


– ¿Un reflejo de algo, quizá?


– Una deducción bien meditada, Sir Comandant.


– ¿Otra vez usted! –exclamó la claudoriana, mientras utilizaba su mudra defensivo, una vez que apareció sorpresivamente la Entidad adimensional.


– ¡Wagner!, ¿es que no podemos mantener una charla sin que nos interrumpa continuamente? –pidió explicaciones el Comandante a la Entidad que acababa de materializarse ante sus ojos.


–Wagner, para acá. Wagner, para allá. No dejan de nombrarme y luego se lamentan. Sigo sin entender porqué criaturas tan imperfectas intentan evitar mi presencia y sin embargo me tienen siempre en su boca. Wagner siempre ayuda. Sólo pretendo ayudar.


– Menuda ayuda –interrumpió Gladis –, usted nos achuchó a los Máquina. Ha destrozado civilizaciones enteras. Es usted responsable directo de la desaparición de la Raza claudoriana. ¿Necesita algo más convincente? Y luego nos ha querido juzgar por crímenes de la humanidad contra la humanidad, en diversas ocasiones. Es usted un Clown.


– Vosotros Gladis, no conocéis, no sabéis, no tenéis ni idea –Se defendió la Entidad.


–Wagner tiene razón Comandante –apuntó la claudoriana.


– ¿Entonces?, ¿no te estarás poniendo de su parte? –reprochó el Comandante la actitud de su compañera de color.


– Nuestro Pueblo, cuando entró en contacto con La Brecha, dio un paso terrible hacia atrás en la Evolución. Wagner nos arrancó de La Brecha, nos echó.


– La Brecha –continuó Wagner–, es el Origen y nadie puede volver su mirada hacia el origen salvo que quiera verse cristalizado. Hay que mirar hacia delante y caminar hasta conseguir, en un proceso gradual, la Inmortalidad perdida. Sólo entonces podréis regresar a Gestar con nosotros.


– No sea cínico –reprochó el Primer Oficial –, la destrucción y la masacre jamás podrán conducir hacia la inmortalidad.


– ¡Qué poco conocimiento tenéis los humanos, tanta tecnología y luego nada! A la Raza claudoriana sólo le faltaba un paso que dar, hacia adelante, para conseguir su reintegración en Gestar. En comparación, vosotros os encontráis a años luz. El contacto con La Brecha sólo podía retrasar inexorablemente, la culminación de su destino y que es el destino final de toda Inteligencia que navega por las oscuras aguas de la ilusión y de la materia. Su desaparición supuso ese paso, una transición, una mutación, una metamorfosis hacia su auténtico estado original. Ellos no podían volver hacia atrás. No podía consentirlo.


– Eso es cierto – confirmó Petunia las crueles palabras de la Entidad –, pero fue tan terrible. Nada puede servir de excusa para consentir tan tremenda masacre.


– Dais demasiada importancia a la vida material, cuando es la energía pura la que mueve vuestros cuerpos materiales. Esa energía es el continente que soporta el germen de la inteligencia. El contenido debe sobrevivir al continente, el cuerpo corrupto que la envuelve y la aprisiona.


– Y ¿Qué me dices de ti? –Increpó amargamente la claudoriana –, ¿Por qué no dejas ya de joder a los humanos, a los humanoides, a todos?


Gladis quedó estupefacto ante la violenta reacción de Petunia.


– ¿Petunia? –exclamó Gladis intentando que su amiga volviera en sí.


– Gladis, Wagner no lo dice todo. Todo lo dices a medias ¿verdad? –miró señalando al Ente – Lo cierto es que los de su especie están más atrasados que nosotros y que vosotros los humanos –la cara de asombro de Gladis no inmutó a Petunia que prosiguió con su denuncia –, nosotros somos sus larvas, pero ellos son las mariposas previas que deben morir para dejarnos espacio a nosotros. Algunos de los Wagnernianos que quedaron atrapados en la cicatriz del Big Bang, La Brecha no es otra cosa, se negaron a integrarse en la Materia recién constituida y permanecieron como...


– ¡Vigilantes de la Evolución! Petunia! –Interrumpió Wagner.


– De eso hace ya mucho tiempo –increpó la claudoriana –, en realidad, vosotros ya no sois necesarios. Hace muchísimo que deberíais de haberos disuelto para formar parte de la geometría espacio–temporal del Universo. Vuestra actitud sólo está impidiendo que la ilusión de la materia se desvanezca de una vez por todas. En lo relacionado con mi Pueblo, Wagner tiene razón. No me queda más remedio que aceptarlo.


Wagner empezó a llorar desconsoladamente ante los atónitos ojos de sus interlocutores.


– Vengo para regalar la Vida a una máquina, un buen amigo que estuvo a punto de desaparecer por ayudarme –Se refiere al androide Protón–, y vosotros me bombardeáis sin corazón. Queréis destruirme. ¿Os creéis ser tan importantes como para que yo os espíe? Para mí es mucho más importante Protón que ha sido creado por manos imperfectas, por mentes imperfectas; pero a partir de este instante ya no tendrá nada que envidiaros. Ese ha sido siempre su deseo.


– ¿Qué palabras sin sentido dices?, la Verdad duele ¿Verdad Wagner? –Petunia continuó ensañándose con el cada vez más débil Wagner.


Una sensación de pena invadió la mente del Primer Oficial, la cual era reflejada en su rostro por alguna lágrima sin derramar, lo que le daba un brillo especial a sus ojos.


– Entonces Wagner –preguntó Gladis –, esa superioridad sobre nosotros es tan sólo aparente ¿no es así?


– No sólo eso Gladis –contestó Petunia –, los Wagnernianos que aún se materializan en nuestro Universo se encuentran en un grado evolutivo inferior al de la ameba, inferior al del propio silicio o de cualquier material inorgánico. Todo el Camino de la Experiencia material lo tienen por recorrer. Son simples clones de otra existencia superior y anterior.


– Ajá, pero todavía deben dar el primer paso –Sentenció Gladis.


La Entidad desapareció de los aposentos del Comandante arropado de un quejido lastimero.


–A partir de ahora, Gladis, Wagner no poseerá poder sobre ti.


– ¿Por qué Petunia?


– Porque ahora estás preparado para más grandes logros. Conoces el secreto de Wagner.


– Ahora todo el Mundo sabrá quién es –afirmó Gladis –, y no tendrá poder sobre nadie.


– Eso no es posible Eustaquio. Es tu obligación mantener el secreto como así lo hice yo. No podrás intervenir en los deseos de los Wagnernianos. Ningún Ser Humano, u otro Ser, pueden llegar a conseguir el conocimiento que hoy has adquirido sin realizar un esfuerzo propio.


– ¡Comandante Gladis venga al Puente inmediatamente! –Sonó por el comunicador la Voz del Capitán.


Al salir del turbo–ascensor, el espectáculo que le esperaba al Comandante no podía ser más sorprendente. Todos los oficiales del puente de mando formaban un corro alrededor de alguien. Gladis miró con atención y vio a Protón; pero no era el Protón de siempre, el androide. Era un Protón de carne y hueso. Se acordó de un famoso cuento y de las veces que, humorísticamente, lo había llamado Pinocho.


Una luz iluminó el alma de Gladis. Wagner está ahí, pensó, porque tiene que estar, él no es ni malo ni bueno; pero si demostró ser agradecido.

*
Diario del Capitán: 

Nuestros científicos e ingenieros han recogido toda la información posible del fenómeno conocido como Aldebarán VI. El alto mando de la Flota Estelar nos ha ordenado poner rumbo hacia el cuadrante Beta, para intentar poner orden en la Estación Espacio Profundo None, debido a un grave incidente con los Teresianos; por otro lado sólo queda apuntar el milagro que se ha producido en el Señor Protón, debido a la Entidad Wagner, según las fuentes de mi Primer Oficial. También quiero hacer constar en este cuaderno de navegación que voy a proponer al Comandante Gladis para Capitán de la Nave exploradora Buscadora–V, ya que me siento cansado y considero que Eustaquio Theodorus Gladis se encuentra más que capacitado para ocupar mi Puesto.

*