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martes, 26 de julio de 2011

Homenaje a Edith González



Llegados a este punto de "El Extraordinario Viaje de Adam Kadmón" creemos necesario realizar una pequeña reflexión, porque a partir del próximo capítulo se produce un punto de inflexión consecuencia de algo ciertamente desagradable.

Todo Autor e Intérprete intenta, por todos los medios, meterse en su papel del modo más realista y creíble posible. Cuando tomé a Edith González, la Reina del Culebrón Mexicano, como Musa inspiradora de mi Obra, jamás creí que iba a tropezar de forma tan lamentable con alguno y algunas de sus más acérrimas fans.

Quiero recordarles, que como hipótesis de trabajo, había tomado a la Diva mexicana como si de mi verdadera Alma Gemela se tratase, cosa por cierto no descartable aún por improbable que sea. En un momento determinado, la actriz se sentía agobiada por el exceso de trabajo y no se nos ocurrió otra cosa que crear un pequeño ritual mágico para que sus fans les pudieran emitir, a distancia, su energía positiva.

Lamento de veras el día que se me ocurrió semejante cosa. Empezaron a tildarnos alguno/as fans de loco, pirado, mago, brujo, satanista, acosador, aprovechado… Evidentemente, no nos quedó otro remedio que acabar, ipso facto, con el experimento literario y es una lástima que así sucediera porque íbamos a llevar a la Reina Edith a tierras del antiguo Egipto, Grecia e incluso al cercano, en espacio para ella, Imperio azteca. En fin, que se nos produjo un Corte de digestión literario y no pudimos continuar con el trabajo previsto. Debido a ello, los siguientes dos y últimos capítulos están recreados a modo de conclusión prematura; pero necesaria, dado que de haber continuado con la Obra, habría quedado bastante artificial.

Por las telenovelas mexicanas nos consta que los televidentes que consumen dichos culebrones, deben de ser gentes bastante religiosas, católicas principalmente, y supersticiosas. Bueno, terminé comprendiendo que les podía haber agredido sin querer; sobre todo a sabiendas de que nos consideramos un acérrimo y jurado enemigo de la Religión de Roma.

Desde esta pequeña introducción, a este capítulo, pido disculpas a cualquiera que pudiera haber molestado ahora o en el pasado y reitero que esta Obra no es más que una novela inspirada por una musa viva y que se llama Edith González. De aquí en adelante, la inspiración poética de la musa sería sustituida, enteramente, por el propio espíritu Creador del Autor. Desde aquí, mi más sentido agradecimiento tanto a Edith, la estupenda actriz,  como a la mayoría de sus esforzadas y fieles fans.

Montaje realizado por Romis, una de las Fan más fieles de Edith Gonzalez