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miércoles, 3 de noviembre de 2021

Lección 26, Tercer Grado, Primera Orden

  "Las Bodas Químicas 26"


-Tercera Jornada, VIII-


Existe un dicho muy común que dice: "Si se repite una idea, de forma constante, aunque sea mentira, terminará convirtiéndose en realidad". No se trata de que termine pasando por, o pareciendo, la verdad, sino que se convierte en Verdad. Esto podría parecer extraño si no caemos en la cuenta de que nuestro Universo es una diminuta partícula dentro de un Multiverso Infinito y donde todas las posibilidades deberían de ser contempladas. Dicho de otro modo: cualquier cosa que pudiera ser pensada, ideada o imaginada es posible si, bajo determinadas circunstancias, los universos colisionasen entre sí. Partiendo de esa premisa, cualquier tipo de dogmatismos inamovibles deberían de ser superados.


Jamás me oirán decir que esta cosa o aquella otra son imposibles. Sí les diré que esto o lo otro, bajo determinadas circunstancias, es improbable. Sí combato, por ejemplo, las ideas monolíticas como el Karma o la Reencarnación, no en cuanto a ideas, sino al intentar convertirlas, por algunos individuos y colectivos, en leyes inmutables, cuando sólo existen meros indicios circunstanciales y, un indicio, de tales características, no serviría para condenar a nadie y, por lo tanto, tampoco para determinar si se trata de una Ley Natural o de otra cosa diferente y menos relevante.


En ésta Vida, la personalidad está mutando constantemente, hasta el punto de que cada pocos años, aunque no nos demos cuenta, somos personas completamente diferentes a como éramos antes, tanto a nivel biológico y fisiológico como de personalidad. Luego la reencarnación es un hecho que se produce en vida; otra cosa, muy distinta, es determinar que la Personalidad, el alma material, reencarna durante vidas consecutivas.


Quizá, sea la primera vez que escuchas que reencarnamos muchas veces durante una misma Vida; pero seguro que sí has visto o leído que nuestro Organismo se renueva completamente cada poco tiempo. Si renueva el cuerpo, ¿no es lógico pensar que también lo haga la Personalidad?


Imaginad una pirámide hueca y cristalina, de metacrilato por ejemplo. Ahora, imaginaos que introducimos un montón de canicas de diversos colores; pero no tantas como para que las canicas no se puedan mover, mediante la agitación, en su interior. Digamos que, una vez llena, del todo, eliminamos solo un par de canicas. Pues bien, si la pirámide se mantiene estática, las canicas mantendrán su posición invariable; pero si le damos vida agitándola, comprobaremos que la canica que se encontraba en el vértice superior de la pirámide, resulta que ha dado paso a otra canica aledaña. Si esto lo repetimos, cada vez, la canica de la cúspide será diferente, dejando a la anterior desplazada un lugar.


La Personalidad, según la Gnósis, es un conjunto indeterminado de egos que funcionan de una forma jerarquizada y que parece monolítica; pero no lo es. Los egos, según las circunstancias, se van intercambiando entre sí; pero sin producir cambios radicales y esa es la causa de que seamos una Persona diferente para las personas con las que tengamos algún tipo de relación. No somos el mismo para nuestra esposa que para nuestros hijos. No somos el mismo para cada uno de ellos, ni en nuestro trabajo o estudios; ni para cada uno de nuestros amigos o desconocidos. No es que parezcamos personas diferentes, es que somos personas diferentes en cada ocasión. Luego, en ese sentido, la reencarnación es un hecho que no puede ponerse en duda; pero claro, esa no es la reencarnación de la que todo el mundo habla.


La cuestión es que si escudriñando en los textos sagrados, ya sean los tradicionalmente aceptados, los heréticos gnósticos o los propios manifiestos rosacruces, solo encontraremos unos poquísimos indicios circunstanciales y que, muy probablemente, estén diciéndonos otra cosa diferente a la reencarnación. Eso no es suficiente como para convertir a la Reencarnación en un Dogma o Doctrina de Fe.


Dado que la Rosacruz es filosófica y, en tanto que pensamiento filosófico, no puede ser dogmática, no debemos de convertir nuestras ideas en catecismos que puedan impedir la suficientemente flexibilidad que requiere una racionalidad empírica.


La Reencarnación y el Karma, tal y como están divulgados, poseen un origen oriental y poco o nada tienen que ver con la genuina Tradición de Occidente. Eso quiere decir que ¿estamos negando la posibilidad de la Reencarnación Hindú?, en absoluto, lo que tratamos de decir es que no es una doctrina proveniente de Occidente, y que no hay forma de demostrar o no su certeza; pero lo más importante, su difusión nos parece tan perjudicial como la del Cielo y el Infierno. Tal y como está contemplada la Reencarnación, es una idea que se presta a la manipulación de las personas debido al temor, el miedo, el pánico y el terror. Pues, del mismo modo que existe temor a caer en el fuego del infierno, también lo hay a tener que reencarnar una y otra y otra vez.


Si aquello, como el infierno, provoca miedo y, por tal causa, no es cierto, tampoco el caer en las contínuas reencarnaciones, puede serlo. No obstante, nunca daremos nada por sentado y, como dijimos al comienzo, en un Multiverso Infinito caben todas y cada una de las posibilidades; pero de mi boca, jamás escucharán una sola palabra ni a favor de la existencia del Infierno ni de la Reencarnación. Retomaremos esto para hablar, más adelante, del Renacimiento del Espíritu que es otra cosa muy distinta. 


Recuerden, nos encontramos en la búsqueda de la Verdad mediante el Conocimiento, la Gnósis, y no empeñados en cambiar unos dogmas por otros, basados en meras supersticiones sin una corroboración neta y consistente.


*


Un séptimo "Compañero" agregó:


"Mientras se pueda elegir todo está bien, pero mi caso es distinto. De joven me enamoré de una joven que me correspondía, pero no pudimos unirnos por las trabas que nos pusieron amigos y familiares. Se casó con otro hombre bueno y honrado. La amaba mucho y, el día en que ella se puso de parto, cayó inconsciente, de modo que fue dada por muerta y enterrada en medio de la tristeza de todos los que la conocía. Decidí desenterrarla para poder darle un abrazo, algo que no pude hacer en vida. Con ayuda de mi criado la sacamos de su sepultura; abrimos el ataúd y, al estrecharla entre mis brazos, me di cuenta de que su corazón aún latía, muy débil al principio, pero luego iba acelerándose a medida que mis brazos calentaban su cuerpo. Cuando confirmé que aún vivía la llevé a mi casa y traté de reanimarla con un baño caliente de hierbas y la confié a los cuidados de mi madre. Al poco, dio a luz a un niño sano y robusto. Ya recuperada, le conté, ante su enorme sorpresa, todo lo acontecido y le pedí que se quedara conmigo, como si fuese mi esposa. Me contestó con pesadumbre que su marido siempre la había amado fielmente, pero que, a la luz de lo ocurrido, su amor lo entregaba a su esposo y a mí de la misma manera. Pasadas varias jornadas, un día invité a su marido y le pregunté si volvería con su mujer en caso de que ella viviese. Me contestó, entre lágrimas, que sí lo haría. Así que traje a su presencia a su esposa e hijo. Le conté lo que había sucedido y le pedí que aceptara el pacto que había hecho con ella. Discutimos y no llegamos a ningún acuerdo, ni con respecto a la mujer ni al niño."


La virgen le interrumpió: "Me apena el dolor que causasteis a ese hombre". "¿Qué?", respondió él, "¿no pensáis que estaba en mi derecho?"


El asunto provocó una discusión entre nosotros. La mayor parte se mostraba de acuerdo con la conducta de nuestro compañero. Él añadió: "Le devolví a la madre y al hijo. Decidme, señores, ¿fue más recta mi acción o la alegría del esposo?


Esto último complació tanto a la virgen que nos pasó la copa para que debiéramos en honor de ambos.


Se plantearon otros enigmas tan enrevesados que no soy capaz de acordarme de todos, salvo de uno de ellos…


*


Claro, debemos situarnos en el contexto histórico de cada época. Nuestros avispados lectores se habrán percatado de que en estas historias, la mujer es tratada como si fuese un producto de transacción; en contraste con el el significativo protagonismo de las vírgenes del Palacio.


En este sentido, la historia que cuenta éste séptimo amigo adolece de ciertas incoherencias, algunas de las cuales, hoy, se verían como desviaciones del comportamiento dignas de ser tratadas en un psiquiátrico.


En primer lugar, el narrador habla de un desentierro ilegal con el fin de poder abrazar a su amada muerta. Esto, hoy se tildaría de "Necrofilia"


A continuación, dado que la mujer y su hijo habían sido sepultados vivos, por algún tipo de catalepsia, el hombre en lugar de ponerlo en conocimiento de las autoridades o avisar a su familia, resulta que secuestra a la mujer y se la lleva a casa. Con sinceridad, no tengo ni idea de como serían las leyes en el Siglo XVII, en esa zona de Europa; pero hoy, sin duda, sería constitutivo de delito.


A continuación, aprovechándose de la vulnerabilidad en la que se encuentran la víctima y su hijo recién nacido, le hace aceptar un trato infumable y bastante humillante. Tener trato con él y con su marido. La mujer, evidentemente agradecida, acepta eso como hubiese aceptado cualquier otra propuesta que su salvador le hubiese hecho.


Para rematar la faena, nuestro cínico Salvador, le comunica el episodio al marido de la "rescatada" y le comenta del acuerdo realizado, a sus espaldas, con su esposa. Naturalmente, esto produce una serie de discusiones que no pueden, dentro del sentido común, llegar a algún tipo de acuerdo; de hecho, cualquier tribunal, al recatador-secuestrador, más que aplaudirlo y condecorar lo, lo habría condenado y encarcelado.


En este caso, como era de esperar, nuestra Virgen se siente molesta, tras el relato, por el sufrimiento ocasionado al buen marido de la enterrada en vida.


A continuación, el narrador vuelve sobre sus pasos, a modo de estrategia, indicando que, bueno, como que le dio pena, recapacitó, y al final entrego a su rescatada amada a su verdadero esposo, como quien entregara una cartera perdida a su dueño, y santas pascuas. Aquí no ha pasado nada. 


Fijaos lo importante que es, en este asunto, que a pesar de haber un cierto chismorreo al respecto del Relato, muchos de los invitados estuvieron de acuerdo con el proceder del narrador. Pues bueno…


Es importante considerar todas estas cosas y recordarlas para entender lo que vendrán a suceder en los siguientes pasajes. Los egos, a pesar de haber pasado una prueba tan dura como es el pesaje; sin embargo, en general, se encuentran extremadamente lejos de estar verdaderamente preparados para asistir a las bodas.


Llegados a éste punto, todos los relatos desarrollados como contestación a la Cuestión expuesta por la Virgen, nos parecen, salvo la de Christian Rosentkreutz con su matización final, de un infantilismo flagrante y digno de ser contundentemente replicado.


Ya sólo queda un pasaje para que terminemos con este lúdico interludio y Rosentkreutz y sus compañeros puedan asistir a la Boda y, ya de paso, conocer a ese Rey tan esquivo y desconocido.


Aralba Pensator Minister, Frater R+C