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domingo, 4 de septiembre de 2011

KAOS QUÁNTICO, Libro II: Conspiración, Los Conspiradores

La humanidad permaneció fosilizada en sus convicciones morales, producto de la superstición religiosa. La genética no pudo, entre otras ciencias, estudiarse libremente y al cabo de unos pocos miles de años el ser humano comenzó a involucionar. Su ADN degeneró y la Naturaleza eliminó a la Especie.

D.Javier De La Mata Y Vergara (Venerqable Gran Maestre de la Soberana Orden del Ánfora)

Los Conspiradores




En la avenida de Burgos, en Madrid, hay un edificio negro como el azabache; cuyos cristales tintados y opacos, desde el exterior, no dejan entrever los misterios profundos que se cuecen en su interior.
En la séptima planta se encuentra una enorme puerta de ébano y marfil con el ojo de Horus en la parte superior. Las paredes están repletas de papiros egipcios entre las que destacan imágenes de Horus, Isis y Osiris. También se encuentra escrita una leyenda en caracteres griegos que viene a decir lo siguiente:

Quien haya tenido la osadía de traspasar el Umbral
Ha firmado con sangre su Destino
¡O permanece con nosotros por siempre jamás!
¡O la muerte más horrenda será su Final!

El Gran Maestre de la Soberana Orden del Clavel se encuentra reunido, en una amplia sala, con algunos de sus más allegados y altos iniciados. Una mesa enorme, tintada de caoba e incrustada con madera de ébano y marfil es el soporte de esta pequeña; pero trascendente disertación entre Maestro y súbditos. Una enorme cruz ansata, plateada, preside la reunión y dentro de una iluminada vitrina se encuentra una extraña ánfora de metal gris.
Los cuatro hombres visten ropas oscuras y ostentan un gran mandil triangular, ribeteado de rojo; pero negro como el tizón. Una calavera plateada adorna el centro del triángulo. A ambos lados se encuentran una rosa y un clavel y debajo del blanco cráneo una cruz lobulada bordada en oro. De las cuencas vacías de los ojos parecen surgir cuatro gotas de sangre bordadas en hilo carmesí.
El Gran Maestre se encuentra de pie iluminado, a contraluz, por el sol que penetra a través del inmenso ventanal. Solo se puede contemplar su majestuosa figura, erguida y noble. Su traje es de color grafito con rallas diplomáticas y su cabello negro y levemente acaracolado. Se encuentra hablando con los otros asistentes; pero tan solo se puede escuchar un leve murmullo.
Se trata de Javier González de la Mata y Vergara. Un nombre desconocido para la mayoría; pero cuyo poder se alarga, como inmensos tentáculos, más allá de la propia República de Iberia o de la Unión de Estados Europeos.
En los sillones de piel de ternera se encuentran apostados un italiano, un argentino y un norteamericano. Sus acentos delatan su procedencia.
La voz del Gran Maestre se vuelve atronadora y sus notas demuestran que aquella ha sido educada en las nobles artes de la oratoria, del discurso y de la buena retórica.
–Queridos Hermanos, esta Reunión extraordinaria, ha sido convocada por la gravedad de los hechos que se ciernen sobre nuestra noble y antiquísima Orden. Todos sabemos que desde tiempo inmemorial, hemos venido utilizando, los medios que El Gran Arquitecto nos ha concedido, para encauzar el noble destino de la humanidad descarriada. Primero fueron la religión y la filosofía, después la política y por último la ciencia. Ciencia que desde los años cuarenta nos ha permitido influir de forma mucho más directa en la mente de nuestros hermanos menores, no iniciados, el vulgo, mediante el cinematógrafo primero “incluyendo imágenes subliminales entre los fotogramas” y las ondas hertzianas después “emitiendo señales electromagnéticas que influyen sobre el sistema simpático del sistema nervioso humano”; pero debo haceros partícipe que nuestra Orden madre, de la Rosa en Norteamérica, ha recibido una terrible noticia desde nuestra Sede central de espionaje en Inglaterra. Individuos, no controlados, de nuestra República, parecen haber descubierto el método que actualmente estamos utilizando para reencauzar el errado camino de la humanidad...
El Italiano levantó la mano, como queriendo intervenir.
–Nuestro Hermano Carlo Giovani tiene la palabra–Dijo el Gran Maestre mientras hacía el ademán de sentarse e invitaba al italiano a hacer uso de su turno de réplica.
Carlo Giovani era un hombre delgado cuya incipiente calvicie no ocultaba que el resto de su cabello, lacio, se encontraba abrillantinado y echado hacia atrás. Detrás de su nuca, ese mismo pelo, reproducía algunas ondas cuyo brillo le daba la apariencia de pequeñas olas de un mar de petróleo. Su nariz aguileña era acompañada por una fina y afeminada voz que daría poca confianza a cualquier persona que lo escuchase sin conocerlo.
–Como bien sabemos, los aquí presentes, aunque dependemos de nuestra madre americana, nuestro poder sobre los poderes fácticos de Europa es demasiado grande como para ser echado a perder por individuos no controlados y pertenecientes al vulgo. Eso es algo que nuestro Soberano Gran Maestro, Don Javier González de la Mata, sabe y considero que no tenemos nada que perder. Sabremos, de cualquier modo, encauzar la situación por muy difícil que nos la quieran poner. Eso es todo respetado Gran Maestro.
Volvió a levantarse, de su asiento,  Javier González de la Mata, para dirigirse a sus compañeros y contestar a lo dicho por Carlo.



–Mi querido Carlo; me consta que te mueve la actitud más positiva que jamás he podido descubrir en cualquiera de los hermanos; pero el problema es mucho más grave pues el científico que ha descubierto nuestros mensajes encriptados no pertenece al vulgo. Se trata de Roberto Beltrán, que aunque a vosotros no os suene, quiero deciros que ostenta el cuarto grado, Maestro del Arco Real de Jerusalén, de la masonería regular. A primera vista eso no debería ser un inconveniente; pero de sobra sabéis que tan importantes organizaciones contienen en sus filas muchos miembros de la matriz de la Orden de la Rosa o del Clavel, depositarias de la sabiduría de La Orden del Ánfora...
Ahora fue el súbdito argentino quien se levantó para intervenir. Antonio Galván tenía toda la apariencia de un psicólogo que estaba siempre preparado para dar su veredicto tras una sesión de psicoanálisis.
–Venerable Gran Maestro, queridos hermanos, con toda humildad, entiendo que precisamente por ser un Hermano menor, ¿Cómo se llama? Ah, sí Roberto Beltrán, tenemos más posibilidades de hacerlo callar, o en el mejor de los casos atraérnoslo a nuestra causa. Quizá pueda ser algo prematuro, fuera del tiempo de iniciación reglamentario, pero entiendo queridos hermanos, que la Causa es lo principal. Considero que es tan sencillo como eso, o se nos une o lo rajamos. Así de sencillo. Es lo único que quería decir hermanos míos.
Volvió el Gran Maestre a tomar la palabra.




–Nuestra influencia sobre la soberana y discreta Orden de la Francmasonería, es muy limitada, aunque yo mismo sea masón del grado treinta y tres del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, prácticamente el conjunto de la cúpula de poder, en ella, es inconsciente de nuestra existencia y de los métodos que utilizamos para llevar a nuestros hermanos menores por el camino de la moralidad, la decencia y la religión. La humanidad es cada vez menos religiosa; pero tiende, de forma natural, a endiosar a la ciencia. Ese es el mito que en la actualidad estamos utilizando para llevar a nuestros descarriados hermanos al camino correcto. Ya está bien de sexo libre y de inmoralidad manifiesta. Soy consciente que debemos atajar los problemas incluso con la guerra si fuese necesario; no sería la primera vez que así actuamos; pero no podemos atacar, impunemente, a un alto iniciado en la masonería regular mundial. La Masonería podría verse involucrada y nuestros topos, en ella, descubiertos. Miles de años hemos estado manipulando sus destinos y no creo que sea conveniente que en unos pocos días, todo lo llevemos al traste.
Por último, tomó su turno de palabra, el Hermano norteamericano Jhon William. Su acento tejano y las marcadas arrugas en su bronceado rostro le daban apariencia de vaquero. Solo le faltaba el sombrero.
–Soberano Gran Comendador, Queridos Fraters, como delegado en Iberia de la Orden de la Rosa, Orden madre de la Fraternidad del Clavel,  quiero ponerme a disposición de todos vosotros. Es cierto que hemos sido descubiertos, por eso estamos aquí. Quiero deciros que mis agentes del servicio secreto están en ello y probablemente, en poco tiempo, tengamos resultados concretos y que no deberán de influir, negativamente, en nuestro labrado futuro. El Sistema debe continuar su camino y la depravación, como dice nuestro amado Gran Comendador, debe de ser erradicada, a costa de lo que sea, de sobre la faz de la Tierra.
El súbdito norteamericano se sienta y vuelve a tomar la palabra el Gran Comendador y Soberano Gran Maestre de la Fraternidad de la Orden del Clavel.




–Queridos Hermanos, son tiempos muy delicados. Ahora el analfabetismo es una minoría en los países desarrollados y nuestro trabajo lo debemos de llevar con la mayor discreción posible; pero me temo que también debemos de aceptar nuestros posibles errores. No digo que hayamos cometido alguno; pero antes de desarrollar alguna tecnología y ponerla en práctica para el beneficio de la humanidad, en general, y de nuestra sagrada Orden en particular, debemos aceptar que pueden existir efectos secundarios adversos o errores subsanables, aún no detectados. No quisiera acabar esta breve y extraordinaria tenida sin comentaros mis dudas acerca de la tecnología que venimos utilizando desde hace relativamente poco tiempo.
El Soberano Gran Comendador expuso la posibilidad de que algo importante se les podía haber escapado de las manos y que unos terribles efectos secundarios podrían estar afectando a toda la población civil; y no para bien precisamente.
–Mi hija fue terriblemente asesinada por su novio en un lamentable ataque de celos; pero yo conocía a Iván, el Joven, y os puedo asegurar que era la persona más cándida que jamás he llegado a conocer. Cierto que detrás de cualquier persona se puede encontrar un psicópata; pero lo que está sucediendo últimamente es incomprensible. Yo me hago esta pregunta ¿es posible que nuestras actuales técnicas tengan algo que ver con estos luctuosos hechos o que produzcan algún tipo de efecto secundario de carácter negativo? Es solo una pregunta que os remito a vosotros para que la meditéis y me digáis algo. He llegado a odiar a ese Joven que un día yo apadrinara para que entrara en una de las órdenes menores. Eso hermanos es muy grave. Estamos reconociendo que podemos equivocarnos a la hora de introducir en nuestras filas a individuos no preparados. Iván se suicidó, cuando fue consciente de lo que había hecho. Se voló la tapa de los sesos. Probablemente fuese inocente de sus actos; pero éste, vuestro hermano, le odia con todo su corazón y eso, hermanos, no es religioso en modo alguno.
Los asistentes permanecieron en silencio durante un breve instante. El mismo tiempo que pasó hasta que una llamada telefónica lo interrumpió.
Se trataba de los agentes que habían sido apostados ante la vivienda de Roberto Beltrán para vigilar sus movimientos.
–Aquí Jhon William, ¿de qué se trata? –Contestó, su celular, el norteamericano.
–Patrón, el Objeto de vigilancia se nos ha escapado por entre las calles del pueblo de Navacerrada –Dijeron los secuaces del automóvil negro.
–Páseme el teléfono –Instó el Gran Maestre al súbdito norteamericano.
–Enseguida, Señor..., Cumplir las Ordenes que os proporcione Don Javier González de la Mata, y sin rechistar –Terminó diciendo William, por el teléfono, antes de pasarlo al Gran Maestre.
–Aquí Javier González, exijo que me traigan a Roberto Beltrán Vivo. Solo lo quiero vivo. Captúrenlo y me lo traen vivo ¿entendido? Sabe demasiado y es necesario que yo mismo descubra hasta donde llega ese conocimiento acerca de nosotros y de nuestros métodos –Mientras dice estas últimas palabras, el Gran Maestre volvió su rostro hacia el ventanal, dándole la luz de pleno. En su mirada se podía vislumbrar algún terrible secreto que le rondaba por la cabeza y que solo él sabía de qué se trataba.




–Entendido Señor, Soberano Gran Maestre, lo tendrá vivo y en perfectas condiciones, no lo dude Señor. Continuamos con nuestra búsqueda. Tenemos otros dos coches con tres agentes ocupados en esta labor. Mientras tanto, procederemos a registrar su apartamento.
–Espero que así sea, adiós y, por favor, sean prudentes –El Gran Maestre devolvió el teléfono a su legítimo propietario.
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